Ante los constantes inconvenientes que se le presentan al
Paraguay en torno a su comercio exterior dentro del Mercosur y las trabas y
sobrecostos para el tráfico de bienes locales, se plantea una alternativa de
mirar hacia extrazona mediante un enlace a puertos peruanos, vía Bolivia,
aprovechando que en algún momento estará asfaltado el último tramo de la ruta
Transchaco, según Enrique López Arce, especialista en comercio internacional.
“Paraguay debe
potenciar obras de infraestructura para mejorar nuestra competitividad y
disminuir los sobrecostos que tenemos versus otros productos de la región, por
ser un país sin litoral marítimo”, explica, al tiempo de mencionar que en la
región se están modificando la economía y el comercio, por lo que es necesario
mirar otras rutas de salida de productos nacionales, sin dejar de exigir
respeto a la industria nacional en el Mercosur.
El experto
habla de destacadas inversiones de origen chino (USD 4.000 millones) para la
construcción de un ferrocarril de doble vía desde Perú, pasando por Santa Cruz
de la Sierra (Bolivia) y llegando a Mato Grosso (Brasil); a lo que se suma otra
inyección de capital para puertos e infraestructura (USD 15.000 millones), que
convertirán en nudos logísticos para la región, todos asentados en Perú.
reorientación.
“A mediano plazo puede cambiar la orientación de las exportaciones e
importaciones paraguayas, si nuestro país consigue consolidar una buena
infraestructura de carretera para llegar hasta Santa Cruz, Bolivia. El
transporte en ferrocarril hasta los puertos peruanos podría conformar una
rápida ruta de salida y económica a la vez, pues se enlazarían las rutas
carreteras (distancia mediana) haciendo transbordo al ferrocarril en Santa
Cruz”, sostiene como opción al tráfico vía el río Paraná.
A su criterio,
estas proyecciones regionales tienen su punta de lanza en la inversión china en
varios países para infraestructura, que podría cambiar el mapa estratégico y
dar una ventaja competitiva al Paraguay.
El analista va más
allá y agrega la existencia de USD 40.000 millones para el futuro Canal de
Nicaragua, que para 2019 podrá captar 416 millones de toneladas de carga, y
ofrecer una vía navegable, que para los productos paraguayos podría ser un
puente para cambio de océanos más cercano al Canal de Panamá, con reducción de
costos. Ultima Hora de Paraguay
(www.ultimahora.com)
Radio Pachamama de Perú (www.pachamamaradio.org)
Los alcaldes de
las provincias de Huancané y Moho, y alcaldes bolivianos de la provincia de
Charasani, trabajan para que con el Corredor bi-oceánico Kallawaya:
Perú-Bolivia-Brasil; el puente internacional en el hito N° 32 sobre el río
Suches se convierta en más “transitado” que el puente de Desaguadero.
En dialogo con
Pachamama Radio, el burgomaestre del Gobierno Autónomo Municipal de Charasani,
Fortunato Calamani Cuno, aseguró que el nuevo corredor será implementado rápidamente
en beneficio de las poblaciones fronterizas de ambas naciones; ya que el
gobierno boliviano aprobó el presupuesto para el asfaltado de la carretera:
Charasani- Apolo- Tumbapata- Cobija hasta Brasil.
En ese sentido,
anunció que el 12 de diciembre las autoridades bolivianas de Charasani se
trasladaran hasta la localidad de Huayrapata, territorio de peruano, para
participar en la segunda reunión binacional que se realizará con sus pares de
Perú; donde además se tomará los últimos acuerdos, para implementar un puesto
de migraciones.
Precisó que las
autoridades municipales de ambas naciones, resolvieron que el lugar donde se
construirá el puente internacional en el río Suches: sea decidido de acuerdo a
un estudio técnico.
Finalmente,
indicó que los pobladores de Charasani y Moho tienen que dar una vuelta por
Desaguadero; para pasar ambas fronteras; por lo que urge la creación del nuevo
corredor bi-oceánico Kallawaya en el puente Suches.
"CON EL SECTOR PRIVADO ESTAMOS ARMANDO UNA OFERTA
ATRACTIVA PARA LA CARGA DE BOLIVIA"
Alberto Díaz, presidente de la Administración Nacional de
Puertos de Uruguay (ANP)
Mundo Marítimo de Chile (www.mundomaritimo.cl)
Alberto Díaz,
ingeniero naval, presidente de la ANP de Uruguay y además presidente del Comité
de Puertos de la OEA, fue uno de los asistentes destacados al último Congreso
Latinoamericano de Puertos de La AAPA. Y las cosas no han sido fáciles para el
sector portuario uruguayo en el último tiempo, que atenazado entre Argentina y
Brasil, lucha por posicionar sus terminales, asumiendo su situación más como
una ventaja que como una debilidad según explica el funcionario.
Una seria
dificultad que debió sortear Uruguay se produjo luego de la resolución 1108 de
la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables de Argentina, la que en 2013
prohibió los tránsitos de carga de ese país en terminales uruguayos. Se
recurrió entonces a una nueva estrategia: “Fuimos a Paraguay en varias
misiones, de ministros, de empresarios, se trabajó mucho”, señala en referencia
a la tarea realizada para atraer carga paraguaya a los puertos de Uruguay. Y lo
lograron, ya que solo en los primeros cinco meses de 2014 los tránsitos
paraguayos en el puerto de Montevideo alcanzaron el 40% de sus transbordos
totales.
En cuanto a las
perspectivas del movimiento de carga proveniente de Argentina, afirmó que ha
obtenido información respecto a que con el cambio de Gobierno en dicho país “la
norma se eliminaría de inmediato”. En todo caso precisa que a Montevideo le
costaría más retomar la carga argentina, “porque esa carga tomó otra ruta”, lo
que le significaría competir con el puerto de Rosario, Argentina y con el
terminal Río Grande de Brasil.
Dragados
compartidos
Uruguay y
Argentina además comparten la administración de algunos canales de acceso y
salida de sus respectivos puertos y el desempeño en ese ámbito ha sido variado.
En el caso del Canal Martín García en el Río de la Plata, Díaz comenta que “el
primer año de dragado compartido funcionó bien (2013), después mal (2014) lo
que fue nefasto para el Martín García”. En tanto, el río Uruguay la situación
ha sido más halagüeña: “Venimos bien, cumpliendo, pero son otros volúmenes no
hay tanta presión del sector privado”, comenta.
Recientemente
ambos países acordaron en la CARP. (Comisión de Administración del Río de la
Plata) el contrato de una empresa China para las tareas de dragado. “En siete
meses, más o menos lo dejará en condiciones originales, tal vez un poco más
ancho y tal vez en este tiempo ambos países (Argentina y Uruguay) acuerden la profundización
del canal”, señala.
En busca de
Bolivia
Tras la buena
experiencia con Paraguay, en Uruguay planean atraer a Bolivia, “ha habido
acercamientos”, admite Díaz. “La idea que tenemos es incorporar algún puerto
paraguayo con cambio modal y alguna naviera -no puedo dar detalles porque lo
estamos trabajando- que concentren la carga boliviana que va a Uruguay”.
“Pensamos en
camiones en Santa Cruz, por ejemplo, hacia algún punto en Paraguay y después de
ahí barcazas oceánicas hasta Montevideo. Es un poco el esquema que queremos
vender”, señala Alberto Díaz, quien adelanta que se enviará una misión a
Bolivia, en el marco de la realización de la próxima feria ExpoCruz a realizar
se en la ciudad de Santa Cruz. “Estamos armando con el sector privado una oferta
uruguaya, atractiva supongo”, concluye al respecto.
Conflicto con
Katoen Natie
Respecto a la
disputa sostenida con Terminal Cuenca del Plata (conformado por la
multinacional belga Katoen Natie propietaria del 80% y por la ANP que maneja el
20% restante) que exige tener la exclusividad para poseer grúas pórtico,
cuestión que al parecer no continuará de ese modo ante la apertura por parte de
la ANP para que el otro terminal del puerto de Montevideo, Montecón (empresa
pública) pueda adquirir este tipo de equipamiento para su muelle C.
“Vamos a hacer
lo que sea mejor para el puerto y no lo mejor para una empresa o para otra”,
plantea con firmeza Alberto Díaz, quien agrega que “en el marco legal que
tenemos, no cabe duda que nos permite colocar grúas pórtico (en Montecon).
Señala además que lo que resta por definir “es el modelo de gestión de esas
grúas. Si las vamos a operar nosotros en forma directa o indirecta y lo más
lógico es que sea de manera indirecta, o sea que sean grúas al servicio público
de la ANP, pero puestas en servicio y mantenidas por un operador” sostiene,
aclarando eso sí, que no se llegará a concesionar el terminal.
Actualmente,
Katoen Natie, piensa en extender su concesión, a la que le quedan 15 años.
“Ahora vendrá la discusión de cuáles son las obras o que inversión va a hacer y
queremos que la vaya bien y que no corra riesgo su negocio, pero nunca
monopolizar”, manifiesta Díaz, quien manifiesta que la empresa es un
concesionario “muy bueno en lo que es productividad. La navieras nos lo dicen y
sabemos que estamos muy bien posicionados, gracias no solo a las grúas
pórticos, sino que a su modelo de gestión”.
Con Nuestro Perú (www.connuestroperu.com)
El pasado día
25 el ex Presidente de Chile, Ricardo Lagos, manifestó que durante su gobierno
(marzo 2000 – marzo 2006) cada vez que tocaba con sus pares bolivianos el tema
de la salida soberana de Bolivia al Océano Pacífico era muy directo al
decirles: “presidente, porque no habla primero con el presidente del Perú, ya
que ellos tienen la llave del candado”. Craso error del ex presidente Lagos y
de la postura chilena, porque Bolivia no tiene que tratar este tema con Perú.
Es determinante
que exista un acuerdo previo bilateral entre Bolivia y Chile, y si acordaran
una salida boliviana al mar por Arica, recién Perú debe ser consultado. El
artículo 1 del Protocolo Complementario del Tratado de Lima (1929) establece
claramente que cualquier acuerdo de cesión que efectúe Chile por territorios
que fueron peruanos hasta la Guerra del Pacífico (1879-1883) debe ser
consultado al Perú y contar con su aceptación.
No es la
primera vez que Lagos y otros actores políticos chilenos tratan de hacer
aparecer a nuestro país como el gran obstáculo para la salida al mar de
Bolivia. En su período de gobierno Lagos manifestó varias veces que Perú era la
principal oposición para que Bolivia deje de ser país mediterráneo, y que
mientras Perú no se pronuncie no tiene sentido que Chile converse con Bolivia.
Otros actores políticos chilenos también se han pronunciado en el sentido que
esperan que Perú no sea obstáculo para resolver la salida al mar de Bolivia.
La demanda
boliviana interpuesta en abril 2013 contra Chile en la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) fue declarada competente (24 setiembre 2015) para saber si Chile
tiene la obligación de negociar en buena fe el acceso de Bolivia al Pacífico, y
en tal caso, si Chile la ha incumplido o no.
Bajo este
panorama, el actual agente chileno en La Haya, José Insulsa, ha enfatizado que
Chile está dispuesto a retomar el diálogo con Bolivia, pero “después de La
Haya”. En este caso, por tratarse del límite fronterizo con Perú, podría
plantearse una salida de Bolivia al mar a través de Arica, pero es realmente a
Chile a quien corresponde determinar su posición sobre la mediterraneidad de
Bolivia, y solo después de un previo acuerdo bilateral entre ambos países al
Perú le corresponde pronunciarse sobre el tema estrictamente en el marco del
Tratado de 1929.
BOLIVIA: EL MILLONARIO CASO DE CORRUPCIÓN QUE INVOLUCRA A
EXMINISTROS, PARLAMENTARIOS Y DIRIGENTES DEL PARTIDO DE EVO MORALES
BBC Mundo de Londres (www.bbc.com/mundo)
El caso de
corrupción es considerado como el más grande desde que Evo Morales llegó a la
presidencia de Bolivia en 2006.
La justicia de
aquel país halló 49 obras "fantasma" y proyectos observados por los
que se giraron US$6,8 millones de arcas públicas a cuentas privadas de
referentes del partido de Evo Morales.
205 personas se
encuentran procesadas y se dispuso la
detención de una exministra, dos senadores y dos dirigentes de organizaciones
que son parte del oficialismo en Bolivia.
El fin de
semana, el fiscal general de Bolivia, Ramiro Guerrero, dio un informe sobre el
caso que en ese país es conocido como "Fondo Indígena".
"Aquí no
hay persecución política, aquí se está persiguiendo los delitos de corrupción,
los delitos de enriquecimiento ilícito de particulares con afectación al
Estado. Es gente que ha recibido dinero
en cuentas particulares y no hay estos proyectos, son inexistentes",
explicó el titular del Ministerio Público.
El gobierno
boliviano aseguró que no va a proteger
a ninguno de sus referentes y líderes que puedan estar involucrados en
el caso.
"La
justicia tiene que actuar de manera independiente, sin ningún tipo de
influencia de nadie. No se olviden que quien denunció el tema fue el Gobierno y
pedimos que se convoque a quien se lo deba hacer", aseguró el
vicepresidente de aquel país, Álvaro García Linera.
Los acusados
El Fondo
Indígena era una partida presupuestaria destinada a financiar proyectos de
desarrollo a favor de organizaciones sindicales y campesinas en Bolivia.
Fue liquidado
en agosto de este año por el gobierno de Evo Morales después de que estalló el
escándalo de corrupción.
El informe
presentado el fin de semana por la fiscalía boliviana señala responsabilidades individuales en cinco líderes oficialistas.
En los 10 meses
previos, desde que la Contraloría General de Bolivia denunció irregularidades
en al menos 153 obras financiadas por el Fondo Indígena, otras 205 personas
fueron procesadas.
Según explicó
el fiscal Guerrero, la exministra de Desarrollo Rural y Tierras Julia Ramos es
acusada por incumplimiento de deberes, incumplimiento de contrato,
enriquecimiento ilícito de particulares con afectación al Estado y
favorecimiento al enriquecimiento ilícito.
Añadió que
Ramos recibió desembolsos en su cuenta personal de alrededor de US$2,8 millones por la ejecución de 28
proyectos observados.
Ramos, en breve
contacto con los medios, calificó su detención como "un show mediático" y aseguró que
todo "se va a esclarecer".
Es la primera vez que un exministro de Evo Morales resulta detenido por un
hecho de corrupción.
Los senadores
Jorge Choque y Felipa Merino son investigados por cinco proyectos
"fantasma". Ambos también fueron detenidos involucrados con
desembolsos de más de US$500.000.
Los dirigentes
oficialistas Melva Hurtado y Remy Vera, así como el disidente Damián Condori,
también guardan detención y fueron imputados por la fiscalía por varios delitos
y decenas de proyectos "fantasma" que estuvieron bajo su directa
supervisión.
El dinero
El debate en
Bolivia se concentra en el destino del dinero salido de las arcas públicas
destinado a proyectos que no se concluyeron o a obras que jamás fueron
empezadas.
Si bien la
fiscalía boliviana detectó malos manejos por US$6,8 millones, la interventora
del Fondo Indígena, Lariza Fuentes, informó en agosto que el daño económico podría alcanzar los US$14,9
millones.
Pocos días
después del informe de la interventora, la
alta dirigente oficialista Nemecia Achacollo renunció a su cargo de ministra de
Desarrollo Rural.
En la semana
hizo público que se presentará a declarar si es convocada por la justicia
boliviana.
La oposición de
aquel país y dirigentes en la disidencia han denunciado que una parte de los
recursos del Fondo Indígena fue aprovechada por el partido de Evo Morales para
campañas electorales y actos proselitistas, algo que ha sido negado por el
oficialismo.
Las críticas
El partido de
Evo Morales insiste en que no encubrirá a ninguno de sus líderes que pueda
resultar involucrado en el escándalo, sin embargo las críticas se multiplicaron
después de que cinco referentes oficialistas resultaron involucrados y
detenidos.
Rafael Puente,
viceministro de Régimen Interior de Evo Morales durante su primer año de
mandato, criticó duramente a las dirigencias sindicales y campesinas
oficialistas involucradas en el caso por "perder el rumbo" y por
aprovechar sus cargos en el Estado para obtener beneficios particulares.
Como Puente, en
los últimos años varios exideólogos y exautoridades gubernamentales insinúan
que organizaciones sindicales y sus dirigentes fueron "cooptados"
para cumplir objetivos proselitistas y partidarios.
En varias
oportunidades el presidente boliviano se refirió a las organizaciones indígenas
y campesinas como la "reserva moral de la humanidad", sentencia que
ahora es cuestionada por culpa de lo sucedido con el Fondo Indígena.
No es el primer
caso de corrupción en el gobierno de Morales en los casi 10 años que lleva en
la presidencia, sin embargo sí es la ocasión en la que las organizaciones que
dan sustento a su partido se han visto más salpicadas.
Las
consecuencias de ello podrán medirse el 21 de febrero del año próximo, cuando
los bolivianos acudan a las urnas para decidir si Evo Morales puede ser
candidato a la presidencia una vez más.
LA “JUANA” DE EVO
El Nuevo Día de Colombia (www.elnuevodia.com.co)
Cuando Cristina
miraba la estatua de Juana Azurduy desde la ventana de su despacho,
posiblemente se ve a sí misma. La heroína de una proeza histórica, la mujer
combativa que acompañó al marido en la lucha por la independencia; Juana, la primera,
y ella, “la segunda independencia”. Y también la viuda que ocupó el liderazgo
que la muerte del esposo dejó huérfano: Juana, la comandancia de la guerrilla y
la jefatura de la llamada “Republiqueta de La Laguna”, liderazgos creados y
ejercidos hasta su muerte por Manuel Asencio Padilla. Y Cristina, el liderazgo
del Frente Para la Victoria y la presidencia que no pudo volver a ocupar su
esposo porque la muerte lo emboscó cuando menos lo esperaba.
En el
imaginario kirchnerista, la estatua de Colón, además de representar una
conquista genocida se equipara a las fuerzas realistas contra las que luchó
Juana Azurduy al lado de su marido y después sola.Cristobal Colón es el mayor
genocida de la Historia -dijo Cristina-.
Quizá,
secretamente, Cristina aspira a superar en la historia a la imagen de Néstor,
como la valerosa guerrera del Alto Perú cuyo nombre es inmensamente más
conocido en la historia que el de Asencio Padilla, el marido de la Juana.
Para Evo
Morales, el coinaugurador de la estatua que puso en retirada a Cristóbal Colón,
Juana también tiene una inmensa importancia, pero no por la misma razón que ve
la hoy expresidenta argentina. Para Evo, posiblemente, el mayor valor como
mensaje de la comandante independentista decimonónica, es que era hija de una
mujer indígena. La huella de la gran guerrera patriótica es una marca india en
la lucha emancipadora. Y el presidente boliviano es el gran impulsor de la
inclusión de las culturas aimara, quechua y amazónica en la conducción de
Bolivia, un Estado que siempre había estado en manos de una casta blanca,
socialmente corrosiva, políticamente autoritaria y económicamente incompetente.
Cristina
necesita que los argentinos vean en Azurduy su propia historia, o que vean en
ella una guerrera como la que continuó la lucha emancipadora del marido muerto,
llevándola a la victoria. Evo Morales busca en la misma estatua un ejemplo de
lo que pueden los pueblos originarios cuando toman la historia en sus propias
manos.
La diferencia
entre el presidente de Bolivia y su ex par argentina no sólo está en lo que ven
y buscan en la estatua de Juana. También en cómo se ven a sí mismos. Evo lleva
consigo, como un tesoro invalorable, la pobreza con que nació y creció en
Oruro, cultivando y pastoreando llamas como casi todos en su comunidad aimara.
Como haciendo honor a la choza que habitó con sus padres y hermanos, siete de
los que sólo sobrevivieron tres, nunca uso su liderazgo sindical para
enriquecerse como hacen muchos. Y en la presidencia, el patrimonio que ostenta
es el de la austeridad franciscana con que siguió viviendo, aún en las cumbres
del poder político.
La anfitriona
con la que inauguró la estatua de Juana es, por el contrario, multimillonaria.
Ha robado a dos manos con la ayuda de su hijo, un tonto. Para ella y su difunto
esposo, no se puede hacer política sin dinero. Si tuviera que expresarse con
sinceridad sobre tal afirmación, muy repetida por Kirchner, el presidente
boliviano diría que eso es una coartada para robar.
AMÉRICA LATINA: TIEMPOS DE TRANSICIÓN
La Tercera de Chile (www.voces.latercera.com)
El ex
Presidente uruguayo Julio María Sanguinetti resumió hace unos días en El País
de Madrid la percepción que empieza a extenderse por la región de que se está
produciendo un viraje político desde el populismo hacia la racionalidad.
Algunos lo llaman el péndulo de izquierda a derecha, que no necesariamente es
lo mismo. Concluía Sanguinetti con estas dos frases: “Lo que sí está claro es
que la fiesta populista está en su ocaso. En América del Sur el sol no sale
sólo para el Pacífico”.
Es una forma apropiada
de describir lo que está ocurriendo porque no se centra tanto en lo que está
por venir como en la constatación de lo que ya se ha dado: el repudio a un modelo que ha abarcado a
muchos países, incluidos tres grandes, Brasil, Argentina y Venezuela. Con
respecto al futuro, prefiere expresar una esperanza algo ambigua antes que
profetizar la trayectoria ideológica y política.
Lo primero se
cae de maduro: nadie que no tenga anteojeras de caballo caprichoso puede negar
que los gobiernos que apostaron, con distinto grado de intensidad, por el
populismo autoritario han infligido a sus pueblos un dolor que da mucha lástima
ver reflejado en la información que circula a diario o que le quema a uno los
ojos apenas pone los pies allí.
En el caso
-Brasil es el principal ejemplo- de quienes no practicaron la variante
autoritaria del populismo pero sí todas sus otras dimensiones, las
consecuencias también son dramáticas, aunque menos que en los casos anteriores
porque la fragilidad institucional es menos alarmante (en ciertos sentidos,
como lo atestigua la acción de las instancias jurisdiccionales brasileñas,
puede decirse que el populismo ha provocado, por oposición, una saludable
vinificación de una parte del aparato institucional).
No es cuestión
de entrar en detalle sobre las diferencias que hay entre casos como el de
Nicaragua y Bolivia -donde la economía todavía resiste y los gobiernos
populistas tienen mayor aceptación- y los de países donde la inflación, el
hundimiento del aparato productivo o su estancamiento, el desabastecimiento y
la escasez de moneda extranjera acentúan el descrédito gubernamental. Lo que importa es que en todos los casos el
modelo está siendo cuestionado de una forma u otra por las masas que llevaron
al poder a esos gobernantes: sus planes de perpetuarse en el poder enfrentan
una resistencia tenaz.
Si nos atenemos
estrictamente a procesos electorales, sólo podemos hablar de dos -a escala
presidencial- que permitan corroborar el viraje o transición ideológica en la
región en 2015. En Guatemala la crisis moral llevó al poder a Jimmy Morales, un
hombre del mundo de la televisión de tendencia conservadora. En Argentina,
Mauricio Macri, de inclinación más bien liberal, acaba de derrotar al
kirchnerismo y se prepara para asumir el mando del Estado en su atribulado
país. Estos dos ejemplos no bastan, evidentemente, para proclamar el
movimiento del péndulo ideológico en la región. Pero hay muchos otros síntomas
que permiten hablar de una tendencia más general.
La amplitud
monumental del descrédito gubernamental en Venezuela y Brasil, y el crecimiento
significativo de la oposición de centroderecha o liberal (términos que a veces
coinciden y a veces no), dejan poca duda en ambos casos.
La oposición
venezolana agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática, que tiene a sus
puntales en las figuras de Leopoldo López, Antonio Ledezma, María Corina
Machado y Henrique Capriles (este último algo disminuido), goza ahora de una
aceptación que en el peor de los casos duplica y en el mejor triplica a la del
chavismo. Si las elecciones de hoy domingo en Venezuela fueran limpias y el
sistema permitiese que la composición de la Asamblea Nacional reflejara el
caudal de votos de la oposición, estaríamos ante una mayoría absoluta por parte
del antichavismo.
En el caso de Brasil,
la jibarización política de Dilma Rousseff, hoy con apenas 10% de popularidad,
ha venido acompañada del crecimiento de la centroderecha encarnada por la
Social Democracia Brasileña. Aécio Neves, su líder, encabeza los sondeos con
claridad; en el mejor de los casos, Lula da Silva (sí, el eterno Lula) está 10
puntos por detrás. Aunque el desprestigio político afecta a todos los partidos
y el escándalo conocido como Lava Jato ha hecho muy difícil que las
organizaciones principales, sea cual sea su orientación y posicionamiento,
preserven intacta su legitimidad, lo cierto es que la oposición liderada por el
PSDB es hoy una clara alternativa en el sentimiento popular.
Esto, en cuanto
a los países donde la situación es más calamitosa. Les sigue Ecuador, donde
también hay síntomas de fin de fiesta. A las multitudinarias protestas por
diversas iniciativas gubernamentales a lo largo del año, como la Ley de
Herencias y la Ley de Plusvalías, que Rafael Correa tuvo que retirar, se añade
la movilización contra la pretensión del Presidente de hacerse reelegir de
forma permanente. Ante la magnitud de la ira ciudadana, Correa se vio obligado
a presentar al Congreso una enmienda que permitirá la reelección indefinida
pero sólo a partir de 2021 (fecha en que, por lo demás, él podrá postularse
otra vez).
Es cierto que
si el mandatario manipula los próximos comicios presidenciales y logra que su
sucesor sea un miembro de su Alianza País, la perpetuidad de la “Revolución
ciudadana” estará garantizada (a lo que se sumaría el eventual retorno de
Correa en 2021). Pero lo que rescato de lo sucedido es que la impopularidad de
Correa -aun cuando su aceptación no es tan baja como la de Nicolás Maduro o
Dilma Rousseff, desde luego- es otro síntoma de la desilusión con el modelo populista;
allí también el deseo de ver un cambio en la Presidencia refleja una mudanza en
la orientación del sentimiento político de la gente.
No está ciento
por ciento claro, como en otras partes, que esa mudanza vaya en dirección
conservadora o liberal, sobre todo teniendo en cuenta que desde hace unos años
Correa soporta también mucha oposición por su izquierda. Pero, si uno tiene en
cuenta la clara orientación populista de izquierda de las iniciativas
derrotadas o al menos fuertemente contestadas en los últimos tiempos, es
evidente que la disconformidad expresa un repudio al populismo estatista y
expropiador. Se trata de iniciativas que en otras circunstancias -en otro
tiempo psicológico- de América Latina hubieran hecho las delicias de la
multitud. Ya no.
El caso de la
Bolivia de Evo Morales es algo distinto porque allí la economía todavía no se
ha desacelerado tanto como en otras partes y el mandatario retiene cierta
popularidad. Las causas -los precios del gas que exporta, fijados antes de la
crisis de las materias primas, el acuerdo con los empresarios y un manejo
fiscal y monetario algo menos irresponsable que en otros gobiernos populistas-
no son lo importante. Lo que de veras interesa es que, a pesar de que Morales
mantiene una base popular significativa, la pretensión de reelección permanente
(va por su tercer mandato y quiere otro más) choca con una antipatía notable.
Está fijado en
principio para febrero el referéndum sobre la ley que permitirá a Morales
buscar otro mandato; todos los sondeos serios indican que una mayoría se opone.
Algunos procesos electorales menos importantes ya han dado señales de hastío
por parte de la población boliviana. El deterioro económico -que se empieza a
notar y tiende a agravarse con efecto algo retardado- limitará considerablemente
el margen de maniobra populista del gobierno. Morales da señales de que sabe
que no tiene garantizada ni mucho menos la victoria.
Habría que apuntar, en el caso boliviano, algo que también vale para el
caso nicaragüense: el mayor síntoma de viraje ideológico provino en su momento
del propio gobierno, cuando pactó con los empresarios que le hacían oposición,
a quienes dio un respiro y en algunos casos garantías. Sin dejar de ser
populista, lo fue con menos asiduidad y con una ambición menos abarcadora que
otros gobernantes de semejante convicción por razones de supervivencia
pragmática. Era como un anticipo del viraje ideológico del que hoy se
habla en la región.
La paradoja de
este tiempo psicológico es que, así como en los países gobernados por el
populismo en la última década o década y media el antipopulismo cobra mucho
poder ciudadano, en los países gobernados de forma distinta en ese mismo lapso
son las corrientes populistas las que están animadas. En algunos, especialmente
Chile, tienen una presencia clave en la coalición de gobierno y han dejado
huella en la mandataria; en otros, como México, suponen hoy una perspectiva de
riesgo a mediano plazo, pues figuras de la izquierda carnívora como Andrés
Manuel López Obrador han revivido y cundan con no pocas adhesiones. En otros
-como Colombia- el populismo podría crecer si el gobierno, impaciente por un
cuerdo de paz con la narcoguerrilla terrorista, hace demasiadas concesiones al
enemigo y le abre la puerta trasera del poder. Finalmente, hay casos como el
del Perú, donde la falta de continuidad en las reformas, el hecho de que el
proceso electoral en curso se dé en medio de una chocante desaceleración
económica y el desprestigio ético de casi todas las fuerzas pueden dar pie, más
temprano que tarde, a aventuras populistas.
Sin embargo,
ninguno de estos casos puede verse en términos que supongan un viraje político
comparable al que está sucediendo al revés en los países populistas. En Chile
hay una clara mayoría ciudadana enviando constantemente señales al gobierno de
que no quiere reformas que hagan retroceder las manijas del reloj; en México,
la suma del PRI y el PAN, de orientación en este momento semejante a pesar de
su enemistad, y la propia moderación de un sector de la izquierda representan un
cierto seguro contra el populismo; en Colombia, la fuerza de Alvaro Uribe es
representativa de los temores que sienten muchos colombianos frente a las
eventuales concesiones a las Farc; por último, en el Perú todas las
candidaturas que van punteras comparten, o dicen compartir, su apego al modelo
vigente.
Dos factores serán decisivos para que la transición del populismo a la
centroderecha o al liberalismo se confirme y afiance en 2016 y 2017. El primero
es Mauricio Macri. Si hace reformas y logra darles una base política a prueba
de la desestabilización que llevará a cabo la oposición kirchnerista, el efecto
será notable en otros países. El segundo factor es Brasil: si los brasileños
logran, por vías constitucionales, apresurar la salida de un gobierno que no da
más de sí y reemplazarlo por otro encabezado por el líder de la oposición, el
efecto será aun mayor que el de un Macri dinámico y exitoso. Brasil, después de
todo, es Brasil. Así como fue quizá el país más determinante a la hora de
sostener al populismo autoritario que no practicó en casa, será quizá el día de
mañana determinante para confirmar que el sol no sale sólo para el Pacífico.
EL CHAVISMO, UNA EXTRAORDINARIA PARÁBOLA DE LA HISTORIA
VENEZOLANA
El Clarín de Argentina (www.clarin.com)
Es probable que
el mayor reproche que la historia le hará al fenómeno bolivariano será por los
enormes lucros cesantes que dejará esta experiencia. Venezuela logró
crecimientos notables durante parte de estos tres lustros de dominio chavista,
pero el país no se desarrolló. No es un desvío sólo atribuible al caso
venezolano. Ha sido la marca de casi todos los procesos de cuño similar que
surgieron después de la década de alta concentración de ingreso de los años 90.
Aunque el chavismo reconoce orígenes aún más distantes. Las cuatro décadas de
complicidades entre los dos partidos tradicionales, adecos por la AD
socialdemócrata y copeyanos por el Copei demócrata cristiano, que se cargaron
en base a corrupción e impericia la legendaria “Venezuela saudí”, está en las
raíces de lo que acabó surgiendo como salida mágica de una revolución
personalista e ideológicamente limitada.
El principal
mérito del ex militar paracaidista Hugo Chávez fue colocar a la pobreza en el
centro de su narrativa. Cuando llegó al poder, en febrero de 1999 amparado por
el asediado último gobierno de Rafael Caldera, Venezuela era un páramo con una
pobreza inclemente que circulaba entre el 60 y el 80% de la población. La bomba
social legada por la segunda administración de Carlos Andrés Pérez no pudo ser
revertida por aquel gobierno agónico que sumó a ex guerrilleros, trotskistas y
adherentes de la dictadura de Pérez Jiménez en un extravagante gabinete que
acabó apelando a la más rígida ortodoxia del FMI.
Chávez era un
producto político de esa convulsión, parte de unas FF.AA. con basamento popular
e ideologizadas a niveles muy diferentes al del resto de los grandes países
sudamericanos.
Al revés del
caso de Evo Morales en Bolivia, pero similar al de Juan Perón en Argentina, el
chavismo no nace de abajo hacia arriba sino al revés, como una necesidad del
sistema para preservarse. El futuro líder bolivariano se consolidó como
consecuencia del sangriento Caracazo, un levantamiento popular que estalló
entre febrero y marzo de 1989 por las medidas de ajuste que impuso Pérez y que
dejó centenares de muertos. Chávez reaccionó con un fallido intento golpista en
1992 y acabó en la cárcel, pero fue liberado dos años después por Caldera, que
lo visualizó como una posible salida para aliviar la presión social. Se
implantó como alternativa con ayuda del mismo establishment que el militar
atacaría luego sin miramientos desde el poder.
Cuando el líder
bolivariano llegó al gobierno el petróleo no llegaba a los 10 dólares el
barril. Un revés enorme frente a lo que aquel convenio entre las fuerzas
tradicionales había experimentado con un crudo que generó por momentos tal
flujo de divisas que el Estado venezolano llegó a desistir de percibir
impuestos. A la vez, toleraba a un empresariado dependiente al extremo del erario
público. Tampoco entonces como ahora Venezuela logró encontrar su camino al
desarrollo y diversificar su economía para escapar de la dependencia petrolera.
La fórmula del
chavismo sí difirió en el significativo aparato de contención que puso en marcha.
Por primera vez en la historia los sectores marginales tuvieron asistencia
médica, de vivienda y jubilatoria generando un descenso tangible de la pobreza.
El crecimiento de la renta petrolera, a precios que sorprendían a los propios
productores, permitió construir una estructura sólida de asistencia que explica
el enorme apoyo popular que cosechó por años la revolución bolivariana.
El
autoritarismo cuartelero con que se movía el líder bolivariano pesaba poco en
la valoración general de esas masas bendecidas. Como tampoco lo hacía la
censura o la persecución de la disidencia en una población que recibía por
primera vez atención del Estado. Es por eso que el chavismo ganó 18 elecciones
en estos años con la excepción del referendo de 2007 con el que buscó una
perpetuación electoral que luego lograría en otra consulta.
El modelo
chavista, arropado en un mar de petróleo con precios incrementales, consistió
en un hiper presidencialismo que hizo una Constitución a su gusto, dominó tanto
al Congreso como al Poder Judicial y extinguió casi totalmente a la prensa
independiente. El planteo ideológico era de un ultranacionalismo con tonos de
la Guerra Fría –es legendaria su arremetida contra el Alca junto a Néstor
Kirchner y Diego Maradona en Mar del Plata, en 2005–, regado de una rara mezcla
de religión, marxismo, adoración a Jesucristo y a Bolivar que, en su auge,
alcanzó para mantener a esas masas a resguardo de cualquier deriva clasista.
El chavismo
financió su obra con la gran ubre de la petrolera PDVSA, a la cual liberó de su
obligación de rendir los ingresos al Banco Central. Así, canalizó gran parte de
la renta para atender directamente, y con una contabilidad al menos borrosa, la
financiación de las misiones sociales que le garantizaban el apoyo popular. El resto,
iba hacia el combustible subsidiado local, y a una estructura de petro
diplomacia que entregaba crudo a precios de oferta a sus aliados del Caribe
profundo.
El socio
principal de esa operación fue Cuba, que recibía hasta 100.000 barriles
diarios. Con ese trasiego, el chavismo sostenía de paso a los sectores más
conservadores de la isla para bloquear la apertura y deshielo con EE.UU. que,
por urgencias de la necesidad, acabó produciéndose este año. Ese ha sido,
quizá, uno de los golpes más duros para los valores simbólicos bolivarianos.
La compañía
petrolera estatal también fue la caja para una oleada de nacionalizaciones que
acabaron en un lastre del modelo. Fue más de un millar de firmas, ente ellas la
mayor cementera y la principal acerera pero también una pequeña firma
norteamericana de vasos de vidrio. Pero las fallas de gestión derrumbaron la
producción de esos productos y debieron ser importados. Del mismo modo los
alimentos que elaboraban agricultores cuyas tierras también fueron nacionalizadas.
Un sistema de
cepos en la economía que encandiló al kirchnerismo argentino, tuvo un efecto
igualmente abortivo. Multiplicó los tipos de cambios pero no pudo detener un
dólar negro que, de la mano de la creciente crisis de los términos que
intercambia el país, acabó rigiendo todo el sistema y originó un
desabastecimiento de más de la mitad de la canasta básica. La falta de
inversiones en la petrolera redujo su producción y el régimen debió hasta
importar naftas.
La caída
posterior en picado del precio del crudo, que afectó esencialmente a la actual
etapa bolivariana a cargo de Nicolás Maduro, el ex canciller que designó Chávez
en el umbral de su conmocionante muerte por cáncer en 2013, llevó al régimen a
multiplicar el sistema financiero que aplicaba, inclemente, el fundador del
modelo: alta emisión sin respaldo que licuaba con devaluaciones significativas
que distribuían el costo de la crisis en el conjunto de la población.
La síntesis de
esa experiencia es que el gran salto que el régimen produjo hacia los pobres
venezolanos, fue eclipsado por las limitaciones del modelo para seguir
atendiéndolos. El país tiene hoy cifras de pobreza por encima incluso de las
que se detectaron en aquel Caracazo que generó esta extraordinaria parábola de
la historia venezolana.
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