En entrevista exclusiva con Radio Bío Bío, el presidente de Bolivia, Evo
Morales, reconoció que durante su primer gobierno Michelle Bachelet le ofreció
un enclave en las costas chilenas para tener así una salida al Océano Pacífico.
En el marco
de la reunión que por estos días sostienen mandatarios de distintos países en
Naciones Unidas, Nueva York, el presidente de Bolivia, Evo Morales, recibió a Radio Bío Bío en su
habitación de hotel para conversar sobre la demanda marítima y el litigio
contra Chile en la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya.
Fue en esta
conversación que el jefe de Estado reconoció que junto a las autoridades del
primer gobierno de Bachelet exploraron la posibilidad de establecer una especie
de enclave boliviano en Chile. Incluso, dijo que delegados de ambos países
sobrevolaron la zona donde éste se proyectaba.
Sin embargo,
vinieron las elecciones –relató Morales-, cambió el gobierno, se interrumpió el
diálogo, se detuvo dicho proyecto y la demanda marítima boliviana llegó a los
tribunales de La Haya.
El mandatario
también habló del fallo que rechazó la objeción chilena y confirmó que la CIJ
tiene competencia para ver su demanda de negociación por una salida al mar.
Además, insistió en la necesidad de diálogo, esbozó críticas a la actitud del
canciller Heraldo Muñoz y destacó su cercanía con los movimientos sociales en
Chile.
Presidente,
muchas gracias por recibirnos. ¿Cómo está?
Muchas
gracias por esta entrevista y un saludo al pueblo chileno, mediante esta
audiencia. Sabemos que Radio Bío Bío tiene mucha audiencia, muy comentada en La
Paz. Felicidades por su trabajo, por esta forma de comunicación, educación para
la liberación de su pueblo. Muchas gracias.
Entrando de
lleno a lo que ha estado en el tapete, que es la decisión de la Corte de La
Haya, que redujo la demanda boliviana y que asegura que no pueden ser ellos
garantes de, en definitiva, un resultado: ¿Cómo toman ustedes que este ha sido
uno de los argumentos de Chile para decir que en definitiva, no perdió del todo
en este fallo? ¿Cómo toman ustedes que ellos no puedan ser garantes de un
resultado?
Bueno,
primero el gobierno chileno ha objetado la competencia de la Corte
Internacional de Justicia. Aunque algunas autoridades vivieron de las Naciones
Unidas, y desconocer una de las instituciones que responde a las Naciones
Unidas a mi parecer es totalmente contradictorio.
Y segundo,
¿La Haya qué dijo textualmente? Que hay un tema pendiente. Que Bolivia nació
con mar. Además de eso, yo entendí que ni el Tratado de 1904 ha resuelto este
tema y, por encima de ese problema, hay un tema pendiente. No es que con la
demanda el gobierno boliviano esté pidiendo la modificación del Tratado de
1904. Ha sido también textual, La Haya, lo que dijo… hay un tema pendiente.
Por tanto,
nuestra demanda es que Chile debe cumplir con los compromisos (expresados) por
muchos gobiernos hacia el pueblo de Bolivia con el tema del mar. Entonces,
cualquier comentario que se haga es simplemente desviar… Entiendo
perfectamente, tal vez nosotros también haríamos eso. Que no es de nuestra
competencia o que no tiene responsabilidades, no va a ser garante… Pero en el
fondo, la demanda es de su competencia, además de eso La Haya reconoce que hay
un tema pendiente.
Ustedes cómo
observan cuando Chile, el canciller Heraldo Muñoz, la presidenta Michelle
Bachelet, han dicho que van a relanzar esta segunda etapa como un nuevo proceso
legal, según ha dicho la presidenta, con nuevos argumentos que apuntan ahora a
la demanda de fondo de ustedes, de dar el contexto histórico de las
conversaciones que, se reconocen, tuvieron con ustedes. ¿Cómo las observan
ustedes? ¿Son propuestas débiles frente a lo que ustedes están proponiéndole a
La Haya?
Es su
derecho. Es un derecho legal, es un derecho constitucional, es su derecho
dentro de los derechos internacionales, por tanto se respeta. Pero, esta mañana
en la conferencia decía: no se trata de enfrentarnos dos países, somos vecinos,
dos hermanos países cómo van a estar enfrentados. Por eso, mi gran deseo es que
no haya ni ganadores ni perdedores, que mediante el diálogo retomemos para
resolver los temas, los temas pendientes, especialmente en base a los
compromisos de los distintos gobiernos.
Y en su primera
gestión de la presidenta Bachelet, usted sabe muy bien, sabe el pueblo chileno,
hicimos una agenda de 13 puntos. Uno de los temas estaba el tema del mar. Y en
la gestión de (Sebastián) Piñera, permanentemente decía él, públicamente, que
tienen que buscarse soluciones factibles y… otros términos manejaba. Pero
unilateralmente el 2010, el gobierno de Piñera abandonó el diálogo y después no
tenemos otra alternativa que ir a la demanda para que Chile cumpla sus
compromisos. Ahora, pueden tener sus argumentos, lo respeto muchísimo, es su
derecho, vamos a respetar. Nosotros tenemos todos los documentos relacionados a
los compromisos de los gobiernos de Chile.
Entremos de
lleno a eso ¿Qué pasó con Michelle Bachelet? Los vimos que estaban bajo el
mismo techo el día de ayer (viernes). Estaban cerca, la presidenta Bachelet
saludó a otros presidentes que estaban ahí ¿Qué pasó en esta relación en este
segundo gobierno de Bachelet?
En la reunión
de Celac tuvimos una reunión privada con la presidenta Bachelet y acordamos que
podíamos empezar a dialogar. Pasaron minutos y el canciller de Chile totalmente
tergiversó los acuerdos que teníamos con la presidenta. Yo le tengo mucha
confianza. Desde el primer momento que conocí a la presidenta Bachelet, en su
primera gestión, tuve muchas reuniones, pero me decía “para continuar el
diálogo tiene que ser bajo su propia gestión”. Y, al llegar las elecciones,
tocar el tema del mar siempre traía un problema. Pero, por suerte, vuelve otra
vez al gobierno para poder continuar ese gran deseo que tenemos.
Ayer yo
llegué en la madrugada, 7 u 8 de la mañana. No tuve oportunidad para poder
saludar. De lejos me saludé con Maduro. No es una inamistad.
¿Usted confía
en Michelle Bachelet?
Las mujeres
siempre piensan desde un punto de vista social. Por lo menos tengo todavía
confianza, porque en su primera gestión tuvimos muchas reuniones.
Durante el
primer gobierno de Bachelet, ¿viajaron diplomáticos bolivianos a las costas
chilenas para observar y ver la posibilidad de generar una especie de “enclave”
para su país, para poder salir hacia el Océano Pacífico?
Teníamos
delegados personales. La boliviana era la compañera Ana María Campero, que en
paz descanse. Viajó varias veces e, inclusive, en uno de ellos con un delegado
de Michelle Bachelet sobrevolaron donde sería la posible salida. Y, lamento
mucho, después vienen las elecciones y se frustró todo.
¿Era una
alternativa?
Teníamos
mucha confianza, porque juntos decidimos tener delegados para que puedan
explorar vías de solución, cumpliendo uno de los 13 puntos acordados con el
gobierno de la primera gestión de la compañera Bachelet.
Ese era el
punto 3.
Era uno de
los 13 puntos. Creo que era el octavo o quinto, no recuerdo bien, pero dentro
de los 13 puntos.
¿A usted le
gustaría que se pudiera retomar ese camino?
Repito
nuevamente. Somos dos países vecinos, hermanos… no podemos estar enfrentados.
Yo vengo de la cultura del diálogo de los pueblos, que más importante es la
solidaridad, la complementariedad; es más importante siempre ver soluciones de
manera conjunta.
[...] Sobre
la demanda misma, que haya un ganador y un perdedor, eso siempre va a traer un
dolor, va a traer heridas y nuestra responsabilidad debe ser cómo cerrar las
heridas. Eso es trabajando conjuntamente, acordando, y que cualquier solución
beneficie a los dos países. Ahí hay muchos temas que discutir; que gane
Bolivia, que gane Chile, especialmente que gane el pueblo chileno. No quiero
adelantar algunos temas que conversamos con los movimientos sociales. Hay
tantas formas de trabajar pensando en nuestros pueblos, y no solamente en
pequeños grupos.
¿Cómo está su
relación con los políticos chilenos? ¿Usted tiene contacto con políticos que
han manifestado apoyo a las demandas de su país?
No sería
bueno revelarlos. Tenemos contactos con algunos intelectuales, profesionales,
docentes de universidades, artistas, políticos, especialmente con los
movimientos sociales. Yo estoy sorprendido de ese apoyo. Usted sabe muy bien,
en mi primera visita… Durante mi dirigencia sindical solo no había visitado dos
países de América: Chile y Estados Unidos, aunque (también) algunos países del
Caribe, pequeños. Sin embargo, solo de presidente pude llegar a Chile y a
Estados Unidos.
Una vez tenía
una conferencia a la que me invitaron de una universidad, pero algunos
políticos me declararon persona non grata y por tanto dejé de viajar para
evitar cualquier conflicto…
Pero llegué y
mi primera visita fue en la posesión de la Bachelet y he visto un coliseo
gritando todos “mar para Bolivia”. Nos hizo llorar. En la segunda ida igual…
“mar para Bolivia con soberanía”… documentos con los movimientos sociales… Y
sí, estamos en contacto permanente con algunos movimientos sociales, mediante
algunos viceministros delegados y vamos a continuar este trabajo, porque somos
pueblos.
Usted sabe
muy bien, en el año 1879 ha habido una invasión. No era por el pueblo chileno,
ni por los movimientos sociales, sino un grupo de oligarquías chilenas. Siempre
en cada país habían oligarquías con el apoyo de empresarios ingleses, por razones
económicas nos han invadido. Sabe eso la historia y por eso deben buscarse
soluciones para los pueblos.
¿Usted cree
que es correcto entonces que La Haya haya dicho que Chile fue quien declaró la
guerra a Bolivia?
Sí.
Imagínese, es totalmente correcto, saben los de La Haya. A mí me ha
sorprendido. Ser expertos que tienen la obligación de hacer justicia digan la
verdad. Por tanto, pues estamos con la verdad, estamos por la justicia y repito
nuevamente, qué mejor mediante el diálogo resolver el acceso.
Para ir
cerrando: ¿Qué opina usted de Heraldo Muñoz? Lo apuntaba a él como uno de los
responsables de que, probablemente, no se haya seguido por ese camino de
diálogo que sí hubo en el primer gobierno de Michelle Bachelet.
No tengo nada
que juzgar. Evidentemente algunos términos son muy ofensivos. Tal vez, también
tienen todo el derecho de expresar el pensamiento, el sentimiento del pueblo
chileno. Respeto. Por ejemplo, dijo que no está en debate la soberanía, y usted
como chileno sabe muy bien cómo la soberanía se entregó a las trasnacionales,
al sector privado… Eso es un debate, tal vez interno… Pero yo respeto
muchísimo, aunque algunos de nuestros ministros nos decían que siquiera ahora
nos saluda el canciller de Chile. Cada uno, evidentemente, tenemos nuestras
propias particularidades…
¿No saluda a
sus delegados?
Estaba
preocupado, pero nosotros no hicimos ningún daño. Cada uno tiene su propio
comportamiento, su carácter y lo respetamos.
A ustedes,
cuando se les ha invitado al diálogo, han dicho públicamente que no van a
participar si no está el punto del mar. ¿No hay ahí un poco de intransigencia
para dialogar?
Nosotros, de
manera concertada, amistosa, hicimos 13 puntos. Y en la última reunión con la
presidenta Bachelet en la Celac dijimos “desarrollemos los 13 puntos”. Si no es
así, sería un error. Nuestro gran deseo es desarrollar todos los puntos que
tenemos. No rechazamos el diálogo.
Para
terminar: ¿cómo observa usted el movimiento Rapa Nui? ¿Usted le entrega su
respaldo a los pueblos originarios?
He recibido
saludos, sus reivindicaciones, respeto sus reivindicaciones. En este momento,
asumir esa responsabilidad, tomando en cuenta que son movimientos indígenas,
puede parecer como una intromisión. Quiero que me entiendan los hermanos
indígenas: comparto sus reivindicaciones, pero no puedo asumir esta
responsabilidad. No quiero que se entienda como una intromisión, por ahora, y
después veremos alguna cumbre internacional, como me han planteado
representantes de ellos. Quiero pedir mil disculpas.
¿Tiene previsto
tal vez pedirle a la presidenta Bachelet conversar en Unasur ahora en octubre?
No, vamos a
seguir intentando una reunión con la presidenta Bachelet. Tenemos varios
mecanismos de acercarnos para conversar, así como conversamos en la última
reunión de Celac.
LA SOBERBIA DERROTADA Y LA VANIDAD HUMILLADA
El reciente fallo en La Haya ¿a quién avergüenza y
molesta? Al pueblo no… a la clase dominante, sí.
El Clarín de Argentina (www.elclarin.cl)
Si a la clase
patronal chilena algo le duele y le hiere cual fierro al rojo vivo aplicado
sobre la piel, es saberse derrotada y humillada por un adversario al que trató
siempre con la punta del zapato creyéndolo inferior, mínimo. “Indios de
mierda”, recuerdo que decían de Evo Morales y de su pueblo en reuniones y happy
hours.
La
humillación experimentada por la veleidad de las cofradías empresariales y
políticas de Chile ante los ojos del mundo, se ha podido observar también
en las declaraciones emitidas por varios de sus más ‘eméritos’ representantes,
independiente de la tienda partidista a la que puedan pertenecer. Para ellos
resulta casi un atentado religioso que la Corte Internacional de Justicia de La
Haya (CIJ) rechazara categóricamente la argumentación presentada ante ese
tribunal por personas tan “decentes”, y de buen aspecto físico al estilo
‘europeo y gente bien’, privilegiando las osadías destempladas que indígenas
altiplánicos de piel muy morena y hablar pausado portaban cual banderas de
razón y dignidad.
“¿Cómo ha
sido posible que esto ocurriera?”, se pregunta esa clase de personas (que en
Chile es minoría, lo que no ha sido óbice para que se adueñe del país). A esa
interrogante agregan explicaciones que, de verdad, agreden a los chilenos.
“Bolivia no ha ganado nada”, lenguajeó nuestra mandataria, dejándose llevar por
la argumentación de políticos interesados en defender a ultranza intereses de
sus verdaderos mandantes megaempresariales, por lo que no dudan en contravenir
materias de derecho internacional apostando sus fichas exclusivamente al
Tratado de 1904, cual si este fuera la panacea que soluciona las impetraciones,
necesidades, avances tecnológicos y nuevas realidades de dos países
supuestamente hermanos, aunque lo anterior se desglose de todo un siglo
transcurrido desde su firma.
Llama la
atención y produce extrañeza que muchos chilenos pierdan los estribos ante un
fallo de la CIJ que concluye afirmando su competencia para juzgar y dirimir la
protesta interpuesta por el gobierno boliviano, pero, esos mismos compatriotas
nada dijeron ante la indignante y antipatriótica entrega del borde costero y
mar chileno a manos de siete familias dueñas de megaempresas. Hay un claro
componente racista y clasista en todo este embrollo, pues si tales
megaempresarios hubiesen sido bolivianos descendientes de una de sus históricas
etnias, ¿Pablo Longueira y sus adláteres, les habrían regalado esas mismas
franquicias?
Digámoslo sin
medias tintas… las cofradías políticas del duopolio, así como la ‘flor y nata’
del megaempresariado chileno y sus ujieres militares y parlamentarios, siempre
han metido en el mismo saco de la ignominia a mapuche, boliviano y peruano. Los
Rapa-Nui se han salvado porque (tal como dijo un querido profesor en la
universidad hace ya una punta de años), “bailan muy bien atrapando las miradas
lascivas de turistas y racistas”, y además, geográficamente, se
encuentran muy lejos de las ambiciones de los depredadores y pirañas, por lo
que estos no poseen intereses económicos en la isla.
En La Haya,
la CIJ propinó sonora bofetada a la soberbia y vanidad de la clase propietaria
de este país que en realidad es republicano, democrático e independiente sólo
en las declaraciones y escritos mediáticos. Muchos de aquellos que hoy impetran
dar un portazo a esa Corte Internacional de Justicia y a la propia nación
boliviana, creyendo que de tal laya se defiende la soberanía e independencia de
este país, necesitan saber que actualmente recorre el subcontinente una frase
que es una férrea verdad: “en Sudamérica hay un país llamado Chile donde nada
es de Chile”.
El agua, las
carreteras, la telefonía, la salud, la previsión social, la energía eléctrica,
los bosques, la minería, la banca, el mar, las sanitarias, el transporte
público, los puertos, los lagos, la educación, las comunicaciones (e incluso
parte importante de la geografía austral, como es aquella en manos de Douglas
Tompkins), son elementos vitales de toda nación que, en nuestro caso,
pertenecen en su totalidad a particulares.
Chile no
posee un Foreign Office, como Inglaterra, ni un Torre Tagle, como Perú, lugares
donde esas naciones forman, capacitan y estructuran a sus respectivos cuerpos
diplomáticos para que ellos, independientemente del gobierno de turno,
representen a sus países administrando una verdadera política de estado. Aquí,
los dueños de la férula y el poder creen ser tan “distintos” al resto de los
habitantes de América Latina que suponen más que suficiente, en materias
internacionales, nominar a algunos individuos que conforman su “servicio
político-doméstico” para representarlos en el exterior, especialmente cuando se
trata de dialogar o discutir con naciones donde la mayoría de la población
pertenece a raza no blanca”.
Por ello, a
una clase dominante como esta que se montó en la grupa de Chile poniéndole
bocado y riendas, le resulta inaceptable que algunos europeos (blancos y de
ojos claros), privilegien la demanda de un país donde predominan –y gobiernan-
las etnias originarias que en los salones del fundamentalismo
católico-empresarial-militar son consideradas ‘inferiores’. No hay nada que a
esas clases dominantes pueda dolerles más que su orgullo herido, su soberbia
derrotada y su vanidad humillada.
“Te
aseguro que será, precisamente, el enemigo que él desprecie por débil e
inferior quien actuará como verdugo”(personaje Johannes Hindenburg, en la
novela “A la sombra de la swástica”). El Clarín de Argentina (www.elclarin.cl)
EL OTRO JUICIO DE CHILE DETRÁS DE LAS DISPUTAS EN LA HAYA
Algunos actores políticos no consideran demasiado
relevantes los detalles jurídicos que salieron a la luz esta semana en la Corte
Internacional de Justicia, que descartó la objeción de competencia presentada
por Chile ante la demanda marítima boliviana. Su verdadera preocupación está
enfocada en la batalla diplomática, en la cual ven que Bolivia ha sacado
amplias ventajas y reconocen fallas estructurales del lado chileno.
La Tercera de Chile (www.latercera.com)
El presidente
de la Corte Internacional de Justicia, el francés Ronny Abraham, levantó la
sesión y el locutor que traducía sus palabras al español para la transmisión
televisiva pasó al silencio. Antes de que alguien más pudiera abrir la boca, la
Presidenta Michelle Bachelet quiso hacer el primer análisis: “Esto no es mala
noticia para Chile”. Muchos de los parlamentarios presentes no entendieron esa
primera lectura. El fallo había rechazado por amplio margen (14-2) la objeción
preliminar de competencia presentada por Chile. No parecía haber motivos para
estar satisfechos. Entonces, la Mandataria, secundada por el canciller Heraldo
Muñoz, explicó que el fallo incluía párrafos favorables, que acotaban las
pretensiones bolivianas de una salida soberana al mar para el resto del juicio.
“Incluso, asumiendo que la corte encontrara la existencia de tal obligación (de
negociar por una salida soberana al mar para Bolivia), no le corresponde a la
corte predeterminar el resultado de ninguna negociación que ocurriera como
consecuencia de esa obligación”, reza el párrafo 33 del documento.
-¿Cuál es el
sustento jurídico de esto? ¿Qué tratado nos puede obligar a negociar?- preguntó
el diputado de Evópoli Felipe Kast, el primero en iniciar la ronda de
consultas.
El canciller
Muñoz intentó explicar las consecuencias del fallo con apoyo de sus asesores y
aceptó nuevas preguntas. Preocupada por el paso de los minutos, la Presidenta
interrumpió el diálogo para salir a hacer el punto de prensa sin más dilación.
Según ella misma se encargó de explicar a los presentes, se debía hacer frente
a la situación rápidamente para no dar una imagen de confusión o parálisis.
“Bolivia no ha ganado nada”, fue la frase más destacada de la alocución de
Bachelet, que marcó el tono de todos los análisis posteriores, muy distintos a
los iniciales.
La reunión se
retomó posteriormente, con el fallo escrito ya en manos del canciller, quien
con un destacador iba subrayando los pasajes relevantes para la defensa de
Chile y explicando el detalle de su contenido a los asistentes. Luego de 20
minutos más de conversación, se levantó la sesión. Varios diputados aseguraron
que el ambiente no fue alegre, pero tampoco de derrota. Tras una interpretación
más acabada del fallo, más bien se impuso una sensación de calma.
“Se ha
recaracterizado la demanda de Bolivia. Se buscaba negociar contra un resultado
predeterminado, es decir, una salida soberana al mar, y sobre ese punto la
corte se ha declarado incompetente. Eso explica la alta mayoría del fallo”,
comenta el abogado asesor Andrés Jana.
El logro
jurídico, sin embargo, no fue sopesado de la misma manera por los actores
políticos avezados en relaciones internacionales. Que la corte haya definido
que no puede imponer ningún resultado a una eventual negociación con Bolivia es
un hecho que fue opacado por el triunfo simbólico del país altiplánico y la
noción de que su demanda sigue sorteando obstáculos hacia la ambigua meta de
forzar a Chile a “sentarse a conversar”.
“Es cierto que
la decisión de rechazar el recurso afecta otros factores que no son sólo
jurídicos, pero hay que pensar a largo plazo. Lo que se debe analizar es si el
fallo acerca o no a Bolivia al mar”, afirma Alberto van Klaveren, asesor de la
defensa nacional y agente de Chile en la demanda marítima de Perú.
Entre un grupo
transversal de parlamentarios y dirigentes políticos se ha instalado la idea de
que se está perdiendo una batalla más grande que aquella radicada en La Haya,
en el campo de la diplomacia internacional, donde Chile no ha encontrado
respuestas adecuadas a la campaña de difusión boliviana, tal como pasó con la
de Perú.
Representantes
tanto del oficialismo como de la oposición han instalado la tesis de que es
necesario dar un giro en la estrategia y revaluar el manejo dado a la política
exterior, sobre todo frente a la judicialización de las demandas limítrofes de
países vecinos.
“Algo estamos
haciendo mal en La Haya. Nuestros abogados dicen siempre que tenemos toda la
razón, pero los jueces afirman siempre lo contrario. La diplomacia boliviana se
muestra mucho más eficaz que la nuestra. Ya logró convencer a los jueces, y a
una parte importante de la opinión pública mundial, que la Guerra del Pacífico
fue una agresión chilena. Es falso, pero será muy difícil de revertir”. La
frase del senador y ex ministro RN Andrés Allamand da cuenta de una crítica que
-a veces en privado, a veces al descubierto- comienza a repetirse entre algunos
dirigentes. Aunque cada uno con sus matices.
El ex canciller
y senador DC Ignacio Walker lo define así: “Tenemos que dejar de lado un
cierto tono de autosuficiencia y de mirar a Bolivia por encima del hombro.
Cuando leí por primera vez la demanda de Bolivia me dije a mí mismo ‘esto va en
serio’. No hay que confiarse”, señala el senador.
La arena
comunicacional
Un reconocido
actor político retrata una escena que a muchos de sus pares les parece
familiar: un emisario nacional se reúne con alguna autoridad latinoamericana,
en algún rincón del continente, y le ilustra con lujo de detalles el sustento
jurídico de la posición chilena en La Haya. Le habla del Tratado de Paz de
1904, de cómo quedaron fijados los límites y que el asunto quedó zanjado mucho
antes de la firma del Pacto de Bogotá, en 1948, que es el que le otorga
competencia a la Corte Internacional de Justicia. Indefectiblemente, el
interlocutor reconoce solidez a estos argumentos, pero pide abordar el problema
desde otra perspectiva, apela a la “buena voluntad” de Chile. “Es una muy buena
defensa, ¿pero por qué no le hacen un gesto a Bolivia y se sientan a conversar
con ellos?”, es la posición que una fuente asegura haber escuchado de
diferentes dignatarios latinoamericanos.
“En el juicio
contra Perú, Chile no enfrentó una campaña política tan fuerte como la de
Bolivia. La situación entre Chile y Bolivia implica una asimetría, pues hay una
victimización de una de las partes, que se presenta como explotada, porque
perdió un territorio valioso. Esta imagen es potenciada por Evo Morales”,
reconoce un conocedor de la estrategia chilena ante la demanda boliviana.
El Libro del
Mar ha sido una de las principales armas de Bolivia, cuya difusión ha estado a
cargo del ex Presidente Carlos Mesa en distintos foros y reuniones bilaterales
a lo largo y ancho del mundo. En el texto, Bolivia expone acciones de Chile
durante el siglo XX que han generado supuestos “derechos expectaticios” que lo
obligarían a negociar una salida soberana al océano Pacífico para su país
vecino. En respuesta, el gobierno redactó Chile y la aspiración marítima
boliviana, mito y realidad, un texto que no encontró la misma recepción
internacional, pese a los esfuerzos chilenos.
José Miguel
Insulza, ex presidente de la Organización de Estados Americanos, conoce bien el
ambiente diplomático del continente y considera que “este es un proceso
eminentemente político, no sólo jurídico. Y una forma de hacer política es
utilizar una buena estrategia comunicacional”. De todas formas, reconoce que la
tarea no es fácil: “El caso es difícil de comunicar, porque es muy complejo
contrarrestar la imagen del débil versus el fuerte. La inclinación siempre está
por el más débil”.
Quienes conocen
la conversación que la Presidenta Bachelet sostuvo esta semana con los ex
mandatarios Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera, comentan que los
tres ex jefes de Estado le manifestaron a Bachelet que podían hacer mucho más
por difundir los argumentos de Chile a nivel internacional, pero que faltaba
coordinación con Cancillería.
Otro de los que
han planteado sus diferencias con el manejo que se ha dado hasta ahora,
llamando a reforzar el trabajo político y diplomático, ha sido el ex ministro
PPD Sergio Bitar. “Tenemos que pasar a una nueva fase, para despejar la fase
anterior que estuvo un poco cargada de réplicas y contrarréplicas que no nos convienen
ni nos hace bien y no ayuda tampoco a resolver los problemas con la corte. No
ayuda a romper la soledad que hoy enfrenta nuestra postura el mantener
mucha polémica con Evo Morales, o dar una sensación de intransigencia,
porque la historia de Chile está llena de episodios de negociación. Ahora nos
favorece una política más sobria”, argumenta.
Tanto Bitar
como el resto de los que plantean una revisión de las estrategias explican, sin
embargo, que no se trata de un cuestionamiento al rol que ha tenido el
canciller Heraldo Muñoz, sino más bien un tema de fondo.
Allamand dice
que hay una falla de enfoque: “Más que buscar responsabilidades personales,
pues yo creo que el manejo comunicacional del canciller Muñoz ha sido
impecable, hay que asumir que tenemos un problema estructural en nuestra
política exterior -dice Allamand-. El Papa Francisco, un gran reformador de la
Iglesia, no sólo visita Bolivia a semanas del fallo, sino que avala
públicamente su posición. ¿Y qué hace nuestra representación en el Vaticano?
Nada”.
De acuerdo a
senadores oficialistas, este déficit de política exterior se ve reflejado en la
poca eficiencia de los últimos gobiernos en levantar hitos diplomáticos
distintos a las demandas que han realizado Perú y Bolivia en los últimos años.
Algunos recuerdan cómo Ricardo Lagos capitalizó políticamente -tanto en el
frente interno como externo- el voto chileno contra la invasión de EE.UU. a
Irak en 2003, cuando ocupaba un asiento temporal en el Consejo de Seguridad de
la ONU.
Chile volvió a
obtener este cupo en 2013, pero no ha conseguido mostrarse como protagonista en
ninguna materia y tiene poco tiempo para hacerlo, pues deberá entregar el
puesto el 31 de diciembre de este año. “Debemos abocarnos a otros temas y
encapsular el tema de la demanda. Por ejemplo, el rol de Chile en las
negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las Farc. El acuerdo es
uno de los eventos más importantes en Latinoamérica de los últimos 50 años y el
papel de Chile no ha sido relevado”, comenta el senador PPD e integrante de la
Comisión de Relaciones Exteriores, Ricardo Lagos Weber.
Aunque existe
un pacto implícito entre oficialismo y oposición de respetar las decisiones de
la Cancillería, en la derecha empieza a cundir la alarma, pues perciben que hay
países vecinos que durante la administración Piñera se mantenían en silencio y
que ahora apoyan abiertamente a Bolivia, como Argentina, Uruguay y Perú, entre
otros. “Hay que repensar toda nuestra estrategia jurídica y reposicionar
nuestra argumentación en el mundo. Si no lo hacemos rápido, los intereses de
Chile corren serio peligro. Si la corte termina diciendo que estamos obligados
a negociar, estamos a un centímetro de que nos obliguen a hacer concesiones”,
asegura Allamand.
Relanzamiento
La Presidenta
Bachelet y el canciller Muñoz llegaron el jueves a Nueva York para participar
de la Asamblea General de la ONU. Con el fallo aún fresco, Muñoz comentó que se
abre una etapa completamente nueva dentro del proceso jurídico contra Bolivia.
“Es virtualmente un nuevo juicio”, señaló el ministro. En ella, se apostará por
“nuevos instrumentos comunicacionales” que se darán a conocer en su momento y
por “desplegar todo lo que está a disposición para defender el interés
nacional”.
La página web
“mitoyrealidad.cl” fue una de las primeras herramientas usadas en esta nueva
fase. Lanzada apenas unos minutos después de conocido el fallo sobre la
competencia de la Corte Internacional de Justicia para conocer el fondo de la
demanda boliviana, replica los argumentos contenidos en el documento preparado
por Chile, que antes estaban presentes sólo en la página del Ministerio de
Relaciones Exteriores.
Esta es una de
las múltiples armas de difusión internacional que planea usar la Cancillería
para este nuevo round, el decisivo, que podría alargarse hasta 2017.
HERALDO MUÑOZ: "SABÍAMOS QUE LA POSIBILIDAD DE GANAR
LA OBJECIÓN PRELIMINAR EN LA HAYA ERA LIMITADA"
Canciller dice que “no podíamos dejar de ejercer un paso
procedimental al cual Chile tenía derecho”.
La Tercera de Chile (www.latercera.com)
Desde Nueva
York, el canciller Heraldo Muñoz aborda los elementos de la resolución de la
Corte Internacional de Justicia. Además, dice que en las siguientes etapas del
juicio Chile utilizará “la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos
jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales”.
¿Cómo evalúa el
fallo?
Tiene luces y
sombras. Si bien se rechazó el recurso de competencia, lo que quedó como nueva
etapa del juicio es muy diferente a lo que pretendía Bolivia, pues se redujo
significativamente el objeto mismo de la controversia, que ahora se convirtió
en una supuesta “obligación de negociar”. Así, el pronunciamiento de la Corte
sobre su competencia no afecta en nada nuestra integridad territorial, que es
el valor que todos queríamos cautelar y que se ha visto salvaguardado ya en
esta etapa procesal preliminar.
¿Le sorprendió
que esa decisión se tomara con 14 votos a favor, y sólo dos en contra, entre
ellos incluyendo la jueza ad hoc designada por Chile?
La votación es engañosa,
pues está claro que los 14 jueces que integraron la mayoría, y más aún los dos
votos disidentes, decidieron recortar el caso de Bolivia, sin tocar el Tratado
de 1904, que es y ha sido nuestra prioridad. Ahora, no me corresponde evaluar
los procesos de toma de decisiones de la Corte, aunque no es inusual que se
configuren esas mayorías. Hay fallos que incluso son unánimes.
En el fallo se
establece que la Corte no puede predeterminar un resultado de la negociación
entre Chile y Bolivia. Sin embargo, ¿puede establecer otros elementos para esa
negociación? Por ejemplo, un plazo determinado, condiciones o la participación
de algún representante designado por la Corte para que observe que la
negociación se desarrolle “de buena fe”?
No voy a
especular sobre una eventual sentencia definitiva. Lo que puedo afirmar es que
demostraremos que Chile nunca asumió una obligación jurídica de negociar,
incluso en los casos en que nuestros países se sentaron a diálogos
diplomáticos. Quiero decirlo de manera categórica: la soberanía de Chile no es
negociable.
Con la decisión
de objetar la competencia de la Corte, Chile se expuso a dos derrotas, por así
decirlo. La de hoy, y, eventualmente, si la Corte fallara al final del proceso
en favor de Bolivia. ¿Qué efectos podría tener eso?
No creo que los
conceptos de derrota o victoria sean aplicables a fallos de carácter judicial.
Esto no es un partido de fútbol. Se trata de textos complejos, abiertos a
interpretaciones y con consecuencias que a veces van en sentido contrario de lo
que parece a primera vista. Uno podría decir que Bolivia ganó la formalidad del
tema de la competencia y perdió en la sustancia del fallo, al rechazar la Corte
un pronunciamiento sobre un supuesto derecho de Bolivia de acceso soberano al
mar.
¿Por qué usted,
la Presidenta Bachelet y varios dirigentes han recalcado tanto que la decisión
de impugnar fue apoyada transversalmente? ¿No es una suerte de justificación?
La realidad es
que los más diversos y amplios sectores argumentaron a favor de la impugnación
de la competencia de la Corte. Cuando hablamos de apoyo transversal, lo hacemos
para recalcar que el país actuó de manera unida y que la defensa de nuestros
derechos es una política de Estado. Este es un tremendo activo del país.
¿Usted, en
particular, era siempre partidario de impugnar?
Llegué a la
convicción, después de escuchar todos los argumentos y sopesar los elementos en
juego, que era una decisión razonable y adecuada. Todo el equipo compartió la
misma convicción. Sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción preliminar
era limitada en razón de las tendencias de la Corte en tiempos recientes. Pero
no podíamos dejar de ejercer un paso procedimental al cual Chile tenía derecho.
Y la verdad es que no nos arrepentimos para nada de haber dado ese paso. Hoy el
contenido de la demanda boliviana es notablemente más reducido, pues,
justamente, la impugnamos preliminarmente.
¿No siente que
Chile no cubrió todo los flancos?
La defensa
chilena fue integral y, francamente, creo que se desarrollaron bien todos los
argumentos posibles. Por supuesto, la etapa de la objeción preliminar nos
impedía desplegar todos nuestros argumentos políticos e históricos para no
tocar el fondo del caso. Ahora, en esta nueva fase de continuación del juicio,
vamos a utilizar la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos
jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales.
¿Pudo haber
sido mejor la campaña comunicacional de Chile?
Como dije,
Chile desarrolló una estrategia comunicacional que correspondía a la etapa
preliminar de impugnar la competencia de la Corte. Por cierto, ahora será
distinto, aunque acorde a nuestra identidad, sin estridencias. También es
importante precisar bien los contenidos de esa campaña. El relato internacional
de Chile es un relato que no se puede reducir a unas pocas consignas
efectistas. Lo que se debe proyectar es una imagen integral, de un país que
desempeña un papel constructivo y serio en el sistema internacional y
especialmente en Latinoamérica.
Bolivia
desplegó una fuerte campaña comunicacional y diplomática. ¿Cree que influyó?
No. Otra cosa
es que la campaña haya tenido un fuerte impacto interno en Bolivia, y con eco
en Chile.
Si cree que
esos aspectos no influyen en la decisión de la Corte, ¿por qué Chile también
hizo algo similar?
Desarrollamos
nuestra campaña informativa en el ámbito diplomático y político, no en el
judicial. Ello, porque Bolivia intensificó la internacionalización de su
aspiración y, obviamente, estos intentos no podían quedar sin respuesta.
En esta línea,
¿cómo se puede interpretar que la Cancillería chilena emitiera una dura
declaración en contra de la Cancillería de Bolivia justo un día antes del
fallo? Esto, considerando que se hacía referencia a un comunicado de Bolivia
del 4 de septiembre pasado...
Fue una
respuesta a una muy dura comunicación que recibimos de Bolivia. Y le puedo
asegurar que nuestro tono fue reposado y sobrio.
Desde el 90 a
la fecha, Chile siempre ha perdido resoluciones frente a otros países. Así pasó
con Argentina y Perú. ¿No será que algo falla en la diplomacia chilena?
Vuelvo a
insistir. Es difícil evaluar los fallos de acuerdo a criterios binarios de suma
cero. Se trata de decisiones complejas que a veces incluyen transacciones muy
relevantes. No ha habido ningún arbitraje en Campos de Hielos, sino un tratado
formal entre Chile y Argentina, que ambos países han considerado satisfactorio,
aprobado por los respectivos Congresos Nacionales. La sentencia del caso con
Perú confirmó los principales puntos jurídicos que defendió Chile, incluyendo
la existencia de un límite consistente en un paralelo y confirmando el punto de
partida que sostuvimos, aunque con una línea de delimitación que se desvió en
forma arbitraria.
¿Por qué no
puede haber una conversación o negociación bilateral con Bolivia sobre el tema
del mar, como pidió Evo Morales, en paralelo al juicio?
Chile siempre
ha estado abierto al diálogo con Bolivia. Incluso hemos reiterado una
invitación a Bolivia a reanudar relaciones diplomáticas de inmediato y sin
condiciones con el país vecino. Ha sido Bolivia la que concurrió
unilateralmente a La Haya y se ha negado, imponiendo condiciones inaceptables e
inéditas para un diálogo entre vecinos. ¿Qué país condiciona sus relaciones
diplomáticas a una cesión del territorio del otro? Me gustaría discutir con
Bolivia un plan ambicioso de integración económica, social, cultural, con miras
a proyectarnos juntos y con otros vecinos al mundo y a la cuenca del Pacífico.
El desafío de la integración no debería permanecer pendiente.
CLAUDIO TRONCOSO: “ES IMPORTANTE FORTALECER TODA
POSIBILIDAD DE EXPLICAR NUESTROS ARGUMENTOS INTERNACIONALMENTE”
El Diario Financiero de Chile (www.df.cl)
Con fallo en
mano, el director jurídico de la Cancillería, Claudio Troncoso, enfatiza que si
bien la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya de declararse
competente para ver la demanda boliviana no fue la esperada, tiene elementos
alentadores, como haber acotado el juicio sólo a la obligación de negociar sin
el apellido de una salida soberana al mar.
Pero el abogado
va más allá y añade que, de ahora en adelante, se debe explicar que un fallo
adverso atentaría contra la diplomacia y con la estabilidad de las fronteras.
- ¿Cuál es la
principal lectura que se puede hacer del fallo, fue desfavorable a nuestros intereses?
- Hay que
partir reconociendo que no es el fallo que uno esperaba. Nosotros esperábamos
que la Corte aceptara la alegación de incompetencia. Pero si uno hace una
lectura equilibrada de la sentencia, recortó significativamente o acotó el
objeto de la controversia y, por lo tanto, las pretensiones bolivianas.
En primer lugar, la Corte entiende que Bolivia no le pide declarar que tiene un derecho soberano de acceso al mar, ni pronunciarse sobre el estatuto jurídico legal del Tratado de 1904, sino que la Corte lo que dice es que el objeto del juicio va a ser determinar si existe o no una obligación de negociar, tampoco se pronuncia si existe o no esa obligación.
En primer lugar, la Corte entiende que Bolivia no le pide declarar que tiene un derecho soberano de acceso al mar, ni pronunciarse sobre el estatuto jurídico legal del Tratado de 1904, sino que la Corte lo que dice es que el objeto del juicio va a ser determinar si existe o no una obligación de negociar, tampoco se pronuncia si existe o no esa obligación.
Dice que lo que
se debatirá es esa existencia o no de una obligación de negociar, pero aquí
agrega un aspecto esencial, que incluso asumiendo que la Corte decidiera que
existiese esa obligación -cosa que no afirma-, no sería su tarea predeterminar
el resultado de cualquier negociación que tuviese lugar como consecuencia de
dicha obligación.
- ¿Qué límites
tiene la Corte dentro de esa posible obligación de negociar?
- Una
negociación de buena fe es una en que las partes plantean sus puntos de vista
sobre cualquier tema, pero evidentemente lo que está definiendo la Corte es que
no puede abordar esa negociación en el caso que exista esa obligación para
conducir a un resultado determinado.
Lo que sea
fruto de esa negociación tendrá que resultar de la voluntad de ambas partes,
pero no implica que -al iniciar la negociación- que una de ellas esté obligada
a darle algo a la otra. Y, por lo tanto, Chile no está obligado, en el evento
que llegara a establecerse una obligación de negociar, a una sesión de
soberanía.
- ¿Fue un fallo netamente jurídico, o tuvo ribetes políticos?
- ¿Fue un fallo netamente jurídico, o tuvo ribetes políticos?
- El fallo fue
jurídico. Ahora, obviamente que el tribunal está compuesto por destacados
juristas que además han sido diplomáticos de varios países y que es un órgano
dependiente de la ONU. Eso siempre hay que tenerlo presente, pero si uno lee el
fallo, no está fundado en motivaciones políticas.
- ¿El
despliegue comunicacional que ha hecho Bolivia, tiene relevancia para la
decisión de la corte?
- Bolivia,
además del equipo jurídico, ha hecho una especial campaña por su causa y que no
está ligado necesariamente al juicio.
Independientemente
del destino de este juicio, ellos con seguridad van a seguir insistiendo en
este tema y es por eso que la campaña tiene ese otro propósito. No creo que una
campaña político comunicacional tenga un impacto directo en la corte, allí
valen los argumentos jurídicos que tendrán que exponer las partes.
Ahora, Chile también ha hecho ver su posición en el plano político comunicacional en los distintos foros mundiales, este tema es necesario tenerlo presente.
Ahora, Chile también ha hecho ver su posición en el plano político comunicacional en los distintos foros mundiales, este tema es necesario tenerlo presente.
Las clave para
la argumentación chilena
- Entonces, ¿cuál
va a ser la defensa chilena para contrarrestar el argumento boliviano de que
estos ofrecimientos sí constituyen fuente de derecho?
- Hay un punto
clave que Chile no pudo desplegar en su argumentación ahora que se veía la
objeción: el valor jurídico que eventualmente pueden tener las tratativas, las
conversaciones diplomáticas, sobre un asunto que finalmente no prospera. ¿Qué
valor finalmente se le asigna a eso?
La exploración
de ciertas fórmulas que se hayan sostenido en el pasado no pueden generar derechos
y obligaciones a las partes, sino la diplomacia no sería posible.
Lo que pretende
Bolivia es contrario al mundo de la diplomacia, haría imposible tener cualquier
reunión sobre cualquier tema. El hecho de que se aborde un tema, se
intercambien puntos de vista, ya sea a través de minutas, documentos, cartas,
no genera ningún derecho a ninguna de las partes mientras no exista un tratado
que entre en vigor.
- ¿Habría que
reforzar, salir a explicar mejor a la comunidad internacional nuestros
argumentos?
- Es importante
fortalecer todo lo que es la posibilidad de colocar nuestros argumentos y
explicarlos internacionalmente no sólo desde lo jurídico sino que hay un
elemento que hay que abordar y que reitero que es el valor de la diplomacia y
que es el tema que si se llegara a determinar que tratativas, conversaciones,
generan derechos para las partes, la diplomacia no sería posible y eso lo
entiende todo el mundo. Todas las cancillerías. Es un argumento central.
- ¿Cuál deberá
entonces ser la idea fuerza?
- Este es un
tema que no sólo tiene una explicación jurídica, sino que también debe ser
desplegado a nivel político e internacional. La idea que el precedente que
podría implicar que una corte internacional señale que conversaciones
preliminares, que se frustraron posteriormente, generan derechos podría ser
peligroso para el ejercicio de la diplomacia, para la estabilidad de las
fronteras.
- Pero la Corte
al querer revisar esta demanda dice que justamente quiere establecer si esta
negociación es o no vinculante para Chile...
- Es porque
cualquier obligación de negociar, según la Corte, no podría comprender una
revisión del Tratado de 1904, porque si no sería incompetente, y como no podría
comprender implica que esa obligación de negociar no podría implicar sesión de
soberanía. O sea, estamos hablando de otras alternativas.
Si hay obligación de negociar ésta sería en general, para que ambos países se sienten, conversen y negocien de buena fe, pero que sin que esto signifique llegar a un resultado predeterminado como es al que aspira Bolivia.
Si hay obligación de negociar ésta sería en general, para que ambos países se sienten, conversen y negocien de buena fe, pero que sin que esto signifique llegar a un resultado predeterminado como es al que aspira Bolivia.
- Bolivia
apelará al derecho, Chile a una aspiración, ¿Cómo se sustentará nuestra
argumentación jurídica en dicho punto?
- Bolivia
confunde derecho con aspiración. Puedo tener la expectativa de algo, la
legítima aspiración, pero eso es distinto a tener derecho. El derecho genera en
la parte que tiene la posibilidad de exigirlo y en la parte que está obligado,
la necesidad de cumplirlo; y esto no ocurre en este caso.
- ¿Hay
conformidad en el actuar del equipo jurídico que ha visto la demanda, será
necesario reforzarlo?
- Siempre
estamos en evaluación. Creemos que el equipo jurídico tiene una gran fortaleza,
pero si se pueden incorporar nuevas personas se tendrá que evaluar, pero no por
una mala evaluación. Quiero destacar que los argumentos fueron sólidos y el
equipo es de primer nivel.
"existió
consenso al objetar"
- ¿Fue buena
decisión haber acudido a la objeción dado el mal resultado que se obtuvo?
- Fue buena
decisión. Hubo un examen acucioso de ambas alternativas -tanto de presentarla
como de no-, pero se decidió hacerlo. Y si se revisa la prensa del año pasado,
hubo una opinión transversal de todo el mundo político en el sentido de la
necesidad de presentarla y, por lo tanto, esa señal de unidad es un tema muy
importante. Además, desde el punto de vista jurídico, se estableció que si
existe un recurso como la presentación de objeciones preliminares, no hay razón
para no intentarlo; de otra manera hoy quizás nos estarían diciendo: bueno,
pero podrían haber presentado la objeción, y por qué no se hizo.
En términos de
imagen pública, tenemos un 14 contra 2 rechazando la objeción como resultado
negativo, se puede hacer ahí una primera lectura sin profundizar la sentencia.
Pero queda claro y establecido este acotamiento que hicieron los jueces y ese
es un elemento favorable. Por lo tanto, en un análisis equilibrado de
beneficios y pérdidas, claramente hay una inclinación por el beneficio que
tiene una discusión acotada respecto del examen de fondo.
- ¿Por qué la
tesis del artículo VI al que se apeló no fue recogida por la Corte, primando el
XXXI del Pacto de Bogotá al que acudió Bolivia?
- Para entender
cómo razona la corte hay que comprender el objeto de la controversia. En la
lectura del fallo, la corte se pronunció primero por el objeto y después por el
artículo VI, porque si la Corte hubiese determinado que el objeto es determinar
si a Bolivia se le debe otorgar derecho soberano al Pacífico, la corte debió
haberse declarado incompetente. Y debió haber dicho que esto afectaba el Tratado
de 1904 que está en vigor y por lo tanto queda fuera, ahora ¿por qué llega a
decir que el artículo VI no es procedente?, porque como delimitó el objeto a
algo distinto al acceso soberano, al no estar en cuestión el Tratado de 1904,
entonces no es aplicable el artículo VI. Así, lo interpretaron.
CHILE Y BOLIVIA EN LA HAYA: ¿HACIA UN CALLEJÓN SIN
SALIDA?
Diario
Correo de Perú (www.diariocorreo.pe/opinión)
La Corte
Internacional de Justicia (CIJ) ha declarado su competencia en la demanda
boliviana para que Chile negocie, “de buena fe”, una indeterminada salida
soberana al mar y cumpla una obligación que, según La Paz, “existe
independientemente de, y en paralelo al, Tratado de Paz de 1904” entre ambas
naciones (Fallo CIJ, par. 30). El tratado establece la soberanía absoluta y
perpetua de Chile sobre su territorio, pero Bolivia invoca y documenta
compromisos que Chile asumió después de 1904, en el curso de negociaciones
bilaterales para encontrar fórmulas que le permitieran un acceso soberano al
mar.
Sin embargo,
¿es posible que al final del litigio la Corte adopte una sentencia que induzca
a burlar la vigencia de un solemne tratado de paz y límites? Como no es
probable, debemos preguntarnos: ¿cuál es la lógica de la Corte cuando decide
juzgar una demanda fundada en obligaciones que necesariamente colisionan con un
tratado de jerarquía superior?
Construida a
manera de un silogismo, la demanda boliviana ha hecho caer a la CIJ en un
análisis procesal que podría llevar, al tribunal y las Partes, a un callejón
sin salida -además de generar falsas expectativas y alimentar un largo periodo
de fricciones políticas y diplomáticas entre dos vecinos distanciados.
El fallo
evidencia que Chile erró al incurrir en actos que Bolivia considera
obligatorios. Lo hizo cuando sus relaciones con el Perú eran poco auspiciosas y
no se vislumbraba una integración bilateral tan fuerte como la que ahora los
liga en el plano económico y social. La espectacular interdependencia
desarrollada entre Tacna y Arica demuestra la inteligencia del estatuto
especial que vincula esos territorios en el Tratado de 1929 y su Protocolo
Complementario, así como la importancia de mantener incólume la estabilidad de
esa frontera.
El Perú no debe
interferir de palabra ni obra en esa controversia. Solo puede desear que la
sentencia final de la CIJ no conduzca a la revisión de tratados de límites
vigentes, y evite callejones sin salida. Lástima que no aplicó el artículo VI
del Pacto de Bogotá, propuesto por el diplomático peruano Víctor Andrés Belaunde
para que la justicia internacional no reabra problemas ya zanjados por las
Partes en litigio. Las decisiones de la CIJ deberían fortalecer -no debilitar-
ese pacto interamericano, tan necesario para la solución pacífica de
controversias.
SEBASTIÁN PIÑERA: "EL GOBIERNO TIENE QUE COMPRENDER
QUE BOLIVIA HA SIDO MÁS ACTIVO EN GENERAR SIMPATÍAS"
El ex Mandatario advierte que en la controversia con el
gobierno de Evo Morales hay que "recuperar el tiempo perdido".
"Bolivia ha logrado establecer esta idea de David contra Goliat y es muy
importante que Chile fortalezca su estrategia, no solamente en lo jurídico,
sino que también en lo diplomático y en lo político", afirma.
La Tercera de Chile (www.latercera.com)
Un día después
del fallo de La Haya, el ex Presidente Sebastián Piñera analiza la resolución
de la corte internacional y destaca como un factor clave en su resultado la
estrategia comunicacional del gobierno de Evo Morales. “En el terreno de la
política internacional, de las comunicaciones, Bolivia ha hecho un trabajo que
ha demostrado ser muy exitoso”, afirma en esta entrevista, en la que sólo
aceptó abordar este tema.
Usted señaló
que no estaba satisfecho con el fallo. ¿Cuáles son, a su juicio, los
componentes de derrota? Hablé de insatisfacción, no de derrota. Todos
hubiéramos preferido que la corte acogiera la excepción preliminar de
competencia presentada por Chile. Si la corte la hubiese acogido y hubiera
declarado su no competencia, la demanda boliviana habría terminado y sería
parte de la historia. ¿Por qué no hablo de derrota? Porque si uno lee
cuidadosamente el fallo tiene que concluir que la sentencia limita seriamente
las pretensiones bolivianas. Y, en consecuencia, de una lectura cuidadosa,
queda garantizada la soberanía y la integridad territorial de Chile.
¿Usted era
partidario de presentar la objeción ante la corte?
Sí, porque
estoy convencido de que la corte no tiene competencia para conocer la demanda
boliviana. Pero, además, creo que Chile tiene que ejercer todos sus derechos,
esgrimir todos sus argumentos y emplear todos los medios disponibles en la
defensa de sus legítimos intereses.
¿Es efectivo
que los otros ex presidentes también eran partidarios de este camino?
Tuvimos una
reunión los cuatro ex presidentes, el ex Presidente Aylwin, Frei, Lagos y el
que habla, con la Presidenta Bachelet. Esa fue una reunión privada, pero dado
que ha trascendido, confirmo que los cuatro ex presidentes éramos de la opinión
de que era conveniente para Chile presentar la excepción preliminar.
Sin embargo, el
contundente fallo de 14 a dos ha dejado a Chile intentando explicar por qué no
sufrió una derrota…
Más que mirar
el número de votos a favor o en contra, cuidado, porque ni siquiera la
jueza ad hoc designada por Chile votó en favor de la tesis chilena de
incompetencia, sino que en favor de postergar la definición de competencia, y
resolverla junto con el fondo de la demanda boliviana. Por eso, más que los
números 14-2, lo importante son los contenidos y las consecuencias del fallo. Y
hoy la demanda boliviana que reconoce la corte es muy distinta a la demanda
original que presentó Bolivia en su memoria. El fallo ha aclarado aspectos
importantes para la posición y los intereses de Chile.
Se plantea que
los climas políticos permean a los tribunales, incluida La Haya. ¿Cómo cree
usted que afectó el clima en esta resolución?
Tengo entendido
que el fallo se adoptó en junio en su fondo y en su contenido. Sin duda que la
Corte Internacional de La Haya ha demostrado que no es una corte que falle en
estricto derecho. Que incorpora elementos creativos y se deja influir por
aspectos no jurídicos, sino que de otra naturaleza. Desde ese punto de vista,
creo que para Chile es muy importante destacar que la no declaración de
incompetencia de la corte crea un incentivo a que los países que tengan
reivindicaciones territoriales o marítimas, que ya estén zanjadas por tratados
vigentes, pretendan por la vía artificial de establecer un derecho o una
obligación de negociar, revisar esos tratados. Y eso es extremadamente peligroso
y preocupante no sólo para Chile, sino que para toda la comunidad
internacional.
Si dice que el
fallo supone una incertidumbre respecto del respeto de los tratados limítrofes,
¿cómo se explica que la demanda boliviana vaya generando mayor simpatía, en
especial en América Latina?
Es verdad. En
el terreno de la política internacional, de las comunicaciones, Bolivia ha
hecho un trabajo que ha demostrado ser muy exitoso. Ha comprometido en forma
muy intensa a dos ex presidentes: el ex Presidente Rodríguez, que es agente, y
el ex Presidente Mesa, que ha sido un verdadero embajador. Aunque el Presidente
Evo Morales está utilizando el tema de la “mediterraneidad” boliviana y de su
demanda por acceso soberano al mar por razones políticas internas, también es
cierto que ha logrado establecer la idea de que la mediterraneidad boliviana es
la causa del retraso en materia de desarrollo económico de Bolivia, lo cual es
absolutamente falso. Ha logrado establecer esta idea de David contra Goliat,
del débil contra el fuerte y, por tanto, creo que es muy importante que Chile
fortalezca su estrategia, no solamente en lo jurídico, sino que también en lo
diplomático, en lo político y en lo comunicacional. Nosotros no podemos
permitir que eso continúe y tenemos que recuperar el tiempo perdido.
Durante su
gobierno, la política exterior fue criticada y se le calificó de
“aislacionista”. ¿Reconoce un déficit de su administración en el respaldo que
la demanda boliviana concita en otros países?
Esa crítica de
aislacionismo que usted menciona me parece tremendamente injusta y
absolutamente injustificada. Y déjeme darle algunos elementos. Durante nuestro
gobierno hubo cuatro asambleas de la OEA. Durante las tres primeras: 2010, 2011
y 2012, aun cuando una de ellas se realizó en Bolivia, ésta nunca logró aprobar
ninguna resolución en su favor, a pesar que lo intentó en forma muy sistemática
e incluso majadera. Todos los países, salvo Nicaragua, siempre apoyaron la
tesis chilena de que este era un tema bilateral. Más aún, en la asamblea de la
OEA del 2013, cuando ya Bolivia había presentado su demanda, intentó que este
tema fuera parte de la agenda de la asamblea, pero no tuvo ningún respaldo.
Durante nuestro gobierno, a Chile le tocó presidir la cumbre Celac, que es la
comunidad de todos los países de América Latina y el Caribe, cuya primera
cumbre se realizó en Chile y tuve la oportunidad de rebatir en forma fuerte y
clara los argumentos y los postulados que sostuvo Evo Morales. Chile tuvo el
liderazgo de incorporar la cláusula democrática a Unasur, y logramos crear, con
un gran liderazgo de Chile, la Alianza del Pacífico. Por tanto, me parece a mí
absurdo que porque hoy día, cosa que no ocurría durante nuestro gobierno,
personeros como el Papa o de países como Argentina, Uruguay o Perú, hayan hecho
declaraciones contrarias a los intereses de Chile, se pretenda culpar a nuestro
gobierno. Eso es echarle la culpa al empedrado, y eso no resuelve ningún
problema.
¿Y a qué usted
cree que obedece que en el último año se hayan sucedido estos gestos en favor
de Bolivia, cuando uno podría decir que son gobiernos ideológicamente más
afines al de la Presidenta Bachelet?
Eso no ocurrió
durante nuestro gobierno y, por tanto, esta es una pregunta que debiéramos
hacérsela al actual gobierno, pero creo que tenemos que redoblar nuestros
esfuerzos por explicar, difundir y defender los argumentos y los intereses de
Chile en todas las instancias que tengamos disponibles, incluyendo el campo
diplomático, político y comunicacional.
¿Cree que ha
habido un déficit del gobierno en ese esfuerzo?
Sí. Basta ver
lo que está ocurriendo: Bolivia ha sido mucho más exitoso en exponer, difundir,
defender y ganar adhesión para su causa que Chile. Y eso no debiésemos
ignorarlo, sino que tenemos que reconocerlo para corregir la acción. Chile
tiene que reforzar su estrategia no solamente en la defensa jurídica ante la
corte, sino que en el terreno político, diplomático, comunicacional, usar todas
las instancias y usar todos sus personeros. Yo quiero reiterar que al igual que
todos los otros ex presidentes, estoy absolutamente disponible para colaborar
con Chile en esta causa, como lo hemos hecho cada vez que la Presidenta o el
gobierno nos lo ha pedido. Pero, por ejemplo, el rol que ha jugado el ex
Presidente Mesa o el ex Presidente Rodríguez ha sido muy importante, y la
lección que tenemos que sacar es que no basta con tener la razón, hay que
también ser capaz de explicarla, difundirla y apoyarla.
Da la impresión
de que usted siente que no se ha recurrido lo suficiente a figuras como los ex
presidentes. ¿Es esa su opinión?
Los ex
presidentes hemos estado siempre disponibles para colaborar con el gobierno en
la defensa de la causa chilena. Y, de hecho, hemos hecho muchas gestiones y
hemos realizado muchas tareas, pero lo que estoy diciendo es que el gobierno
tiene que comprender que en esta materia, en el campo de la política, de las
comunicaciones, de la generación de simpatías, Bolivia ha estado más activo y
ha tenido mejores resultados que Chile, y esa es una lección que tenemos que
aprender.
Hay gente que
plantea que -por el contrario- se debieran relevar otros aspectos de la
política exterior…
Por supuesto
que no tenemos que “bolivializar” la política exterior chilena. Por eso,
durante nuestro gobierno hicimos grandes esfuerzos. Por ejemplo, cuando el
Presidente Santos me llamó por teléfono para plantearme la posibilidad de que
Chile acompañara el proceso de paz de Colombia, aceptamos. Lo mismo en la
creación de la Alianza del Pacífico. Pero, al mismo tiempo, Chile nunca descuidó
la relación con el resto de América Latina. Por ejemplo, es cierto que existe
una cierta simpatía ideológica entre algunos gobiernos de centroizquierda en
América Latina, pero eso no ha tenido efectos en la posición de esos países
respecto de este diferendo entre Chile y Bolivia.
¿Usted cree que
el gobierno ha subestimado la política comunicacional de Bolivia en el tema de
la demanda?
Creo que
Bolivia ha tenido una estrategia más allá de lo jurídico, sino que en el campo
político, comunicacional, muy activa, muy agresiva y que le ha dado buenos
resultados. Y que Chile tiene que reconocer que en esa materia se ha quedado
atrás y tener una actitud más proactiva y utilizar todos los foros, todos los
medios, todos los personajes y todas las instancias para que la posición
chilena sea conocida, comprendida y apoyada.
¿Usted es de
los que piensan que hay que replantearse la permanencia en el Pacto de Bogotá?
En primer
lugar, la Corte Internacional de Justicia de La Haya es el órgano jurídico más
importante de Naciones Unidas, pero no es el único organismo donde se pueden
resolver controversias. Chile tiene que analizar en forma muy reflexiva y con
mucha serenidad, no ahora, porque no es bueno hacerlo en caliente, los
elementos positivos y negativos, favorables y desfavorables a nuestra
permanencia en el Pacto de Bogotá. Quiero mencionar que hoy día, de los 30 y
tantos países latinoamericanos, sólo 14 países pertenecen al Pacto de Bogotá y
varios ya lo han denunciado, como por ejemplo fue el caso de Colombia. Y,
además, quiero también recordar, para tener plena claridad, de que nuestra
permanencia o no permanencia en el Pacto de Bogotá no tiene ningún impacto
sobre la demanda boliviana, porque ésta ya está presentada.
¿Cómo debiera
llevarse la relación con Bolivia de aquí en adelante?
Chile tiene que
tener una actitud constructiva, tiene que estar dispuesto a avanzar en la
solución de los problemas, pero no tiene que tener bajo ningún punto de vista
una actitud ingenua. Hay que tener mucho cuidado en la relación con Bolivia y
con el Presidente Morales, porque él utiliza esta causa para fines de propósito
de política interna, es muy poco respetuoso con la verdad y, además, muchas
veces falta el respeto a las autoridades chilenas. Por eso, en esta materia hay
que tener una posición constructiva, pero firme y sin ninguna debilidad.
DECLARACIONES DEL AGENTE BULNES ABREN DEBATE SOBRE
ALCANCE DE FALLO DE LA CORTE
El Mercurio de Chile (www.economiaynegocios.cl)
"Creo que
comunicacionalmente, algunos, sin darse cuenta, le han hecho un gran favor a
Bolivia al declararnos derrotados". Con esas palabras el agente de Chile
ante La Haya, Felipe Bulnes, se refirió a la lectura de "derrota" que
ha surgido en algunos sectores tras el fallo del pasado 24 de septiembre en que
la Corte se declaró competente para conocer la demanda boliviana, y apuntó a
que el fallo "dañó el corazón de sus pretensiones".
En este sentido
para el senador y miembro de la comisión de Relaciones Exteriores, Ricardo
Lagos Weber (PPD), "el fallo, efectivamente, rediseñó la demanda boliviana
cambiando su naturaleza". Sin embargo enfatizó en que el desafío ahora
"es explicarle a la opinión pública chilena que lo que la Corte hizo es
limitar severamente las aspiraciones bolivianas, porque a ojo de la ciudadanía,
que no es experta en estos temas, lo que entiende es que nos fue mal".
En la misma
línea, para el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara,
Jorge Sabag (DC), "la Corte, para poder declararse competente, amputó la
posibilidad de conseguir un resultado específico" en la negociación
exigida por Bolivia. Sabag apuntó, además, que "la interpretación que hace
Felipe Bulnes es acertada", y que "los fallos hay que leerlos hasta
el final, porque para declararse competente la Corte tuvo que reducir
sustancialmente la aspiración boliviana".
La mirada de
Bulnes, sin embargo, no es compartida en todos los sectores. El senador de la
UDI Juan Antonio Coloma señaló que "el mayor daño es decir que aquí no ha
pasado nada. Si alguien cree que hay que decir que es un buen fallo, estoy en
desacuerdo". El senador agregó también que "yo no les echo la culpa a
los abogados, sino a quienes juzgan y por eso soy partidario de salirnos del
Pacto de Bogotá ya que es una instancia politizada".
Mientras que el
diputado RN José Manuel Edwards añadió que el pronunciamiento del Tribunal es
un "mal fallo para Chile".
UN CHILENO LO CELEBRA
Diario UNO de Perú (www.diariouno.pe)
Conviene
decirlo directa y claramente: el reciente fallo de la Corte Internacional de La
Haya es una noticia feliz para todos, para bolivianos, chilenos y la humanidad
toda.
Aunque las
viejas pequeñeces y bajas pasiones se resisten a morir y los nuevos pilares
éticos de la solidaridad y la fraternidad no terminan de nacer, el reciente
fallo es un indicador de que el movimiento está en la realidad y, qué duda
cabe, es imprescindible empujarlo.
Más allá de las
necesarias consideraciones legales, el hecho fundamental es que es una gran
victoria política para la justicia histórica, la integración regional y un
orden mundial sustentable. Los tratados se hacen y se deshacen como todo lo
humano, es una ignorancia peligrosa desconocerlo. Lo que importa es para qué
sirven, o no.
Y Bolivia
necesita que se le devuelva el acceso al mar. No solo porque se le arrebató por
la violencia y tratados firmados con la pistola al pecho; no solo porque la
integración regional soberana, imprescindible para la felicidad de nuestros
pueblos, no podrá ser sin resolver este obstáculo pendiente; no solo porque es
económicamente deseable y perfectamente posible para ambas partes.
Sino además,
porque la humanidad no podrá sobrevivir a las múltiples crisis: ecológicas,
alimentarias, energéticas, bélicas, económicas y políticas, sin nuevos pilares
éticos. Aquí no hay posibilidad a equívocos, son las bajas pasiones, los
chauvinismos, los egoísmos, los que tienen a la humanidad al borde del abismo
en todos esos ámbitos.
Y no hay
posibilidad de superar el crucial desafío, sin fundamentar el orden mundial
sobre nuevos valores rectores de solidaridad, cooperación y fraternidad. No hay
conclusión más realista y más pragmática.
Más vale
comprenderlo con seriedad y empezar cuanto antes y con decisión este cambio. Y
la devolución soberana de mar a Bolivia es una gran oportunidad para avanzar en
ese camino de regeneración y sobrevivencia humana.
Por eso, el
reciente fallo es una gran noticia que nos acerca un poco más al día feliz del
mar para Bolivia, que debe llegar, tienen que llegar y llegará.
CHILE Y EL VECINDARIO
La Tercera de Chile (www.voces.latercera.com)
Chile se
pregunta, desde hace algunos años, si ha hecho mal los deberes de política
exterior. A la sensación de aislamiento o cuando menos incomprensión por parte
de la región latinoamericana y de debilidad en ciertas instancias
internacionales, se suma la duda: ¿Somos víctimas de un apego excesivo a la
normatividad internacional que nuestros críticos aprovechan para obtener
ventajas frente a nosotros por razones históricas de las que esta generación de
chilenos no es responsable?
Este es el
clima psicológico en el que surgen cuestionamientos políticos y jurídicos a la
forma en que las autoridades chilenas han conducido la etapa preliminar del
proceso que los enfrenta a Bolivia (como los hubo a la forma en que se llevó a
cabo el que enfrentó a Chile con el Perú). Inevitablemente cuando las pasiones se apoderan de la discusión pública,
surgen planeamientos como el que pretende que Chile denuncie el Pacto de Bogotá
y rechace seguir en La Haya, o el que responsabiliza a quienes plantearon la
objeción a la competencia del tribunal mundial del fallo que ahora los chilenos
lamentan.
Todo esto va
contra el sentido común. Si Chile no hubiera planteado la objeción preliminar,
la acusación contra el gobierno habría sido que, al aceptar la competencia de
La Haya sin más, estaba validando la demanda de Evo Morales, abriendo
resquicios para que un tribunal que ya había fallado, en un caso anterior, en
un sentido que Chile interpretó como adverso volviera a castigar a este país.
¿Y qué hay del retiro del Pacto de Bogotá? Es evidente que retirarse en
medio de un proceso en marcha supondría dejar a Chile expuesto a una crítica
internacional despiadada, habida cuenta de que la aspiración marítima de
Bolivia tiene ya desde hace algún tiempo lo que se llama “buena prensa”.
Haberlo hecho antes, ¿habría sido una forma de triunfo para Santiago? No:
habría sido interpretado como una tácita aceptación de que Bolivia tenía la
razón y por tanto de que Chile se sabía perdedor de antemano. Para no hablar,
por supuesto, de lo importante: un país de instituciones serias como Chile no
puede actuar de esa manera en el plano internacional sin pagar un costo
significativo. No es lo mismo que la Venezuela del chavismo se retire de la
jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos -porque nadie
espera de semejante gobierno un elemental respeto por el entramado jurídico
internacional- a que se retire Chile de La Haya.
Es cierto que
países muy desarrollados se mantienen al margen de ciertos espacios jurídicos
internacionales. El caso que chilla más es el de Estados Unidos, que no acepta
la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Pero no es lo mismo una
superpotencia que mantiene su aura de baluarte del mundo libre y democracia de
alta sofisticación exhibiendo un lunar jurídico que un país pequeño en vías de
dar el salto al primer mundo que soporta reclamos históricos sustrayéndose a
instituciones del derecho internacional civilizado.
A lo cual se
añade un inconveniente diplomático no menor: si Chile, a pesar de los esfuerzos que hace para llevarse bien con el
vecindario, incluidos los países más pendencieros, es decir los que quisieran
desterrar el modelo de democracia liberal globalizada que representa, soporta
periódicamente cargas de fusilería diplomática, ¿qué no le dirían en cuanto
foro existe sus vecinos una vez que hubiera renunciado a La Haya? No es difícil
imaginar el espectáculo de gobiernos que ofenden la conciencia civilizada todos
los días con sus abusos contra los derechos humanos y sus prácticas
empobrecedoras en materia económica acusando a Chile, en nombre de la
civilización, de ser un país abusivo y bárbaro.
Todo esto
apunta a lo mismo: Chile -mejor dicho: las generaciones actuales de chilenos-
tiene que lidiar con las consecuencias de tener un país más desarrollado y
exitoso, y también de tener una historia con más triunfos dolorosos para los
perdedores, que sus vecinos. Y ese asunto de fondo no admite el uso de una
fórmula mágica en el campo diplomático. Por ello, antes de preguntarse qué se
ha hecho mal, los chilenos deben aceptar que en muchos casos no había opciones
mucho mejores.
Chile lo ha
intentado todo: tener en ciertos momentos una actitud más afirmativa en defensa
de su modelo frente a los populistas autoritarios y, en otros, poner la otra
mejilla y contemporizar con ellos; promover a veces activamente la Alianza del
Pacífico, lo que ponía nerviosa a la izquierda latinoamericana, y aplicar otras
veces el freno a esa iniciativa desde el punto de vista de los gestos y el
discurso público para tender puentes hacia otras iniciativas de integración
regionales, como el Mercosur y Unasur, que tienen los problemas que ya
conocemos; actuar por momentos de un modo que resultaba incómodo para Brasil
por la proyección unilateral que ejercía Chile y, en otros, como durante los
primeros tiempos de esta segunda administración de Bachelet, extremar la
amistad con Brasilia; por último, actuar como un aliado no sólo comercial sino
también ideológico de Estados Unidos en ciertas circunstancias y, en otras,
como algunas elecciones para la Secretaría General de la OEA o la política
hacia Cuba antes de que se pusiera de moda el castrismo en la Casa Blanca,
hacer carantoñas a La Habana.
En ninguno de
los casos, ni cuando hacía una cosa ni cuando hizo la contraria, puede decirse
que Chile “resolvió” el problema de fondo: su condición excéntrica. Chile es
diferente y, como el alumno al que ven raro los demás chicos de la clase,
despertará siempre, mientras siga siendo Chile, los sentimientos que con
frecuencia se traducen en sinsabores diplomáticos -o jurídicos-. Esta es una
realidad con la que los chilenos tienen que aprender a convivir porque
eludirla, creyendo que el problema verdadero es que se han hecho mal las cosas
en política exterior en tales o cuales circunstancias, es una ingenuidad y
representa una pésima lectura del vecindario. También, en muchos casos, es un
error de percepción en cuanto la existencia de opciones sin costo. No las hay.
No hay sino que
ver la demanda boliviana para entender que Chile ha intentado buscar fórmulas
de solución en distintos momentos al conflicto con Bolivia. Se acusa a Chile de
intransigencia en algunas materias y, sin embargo, toda la demanda boliviana se
basa en lo contrario: constantes muestras, por parte de Chile, de haber estado
dispuesto a negociar. De otro modo los bolivianos no podrían argumentar que
Chile despertó en ellos “expectativas” de una salida al mar. Aunque cuesta
mucho creer que La Haya puede dar a esto más peso que al Tratado de 1904, la
idea, creo, vale independientemente de cuál sea el fallo, suponemos que dentro
de pocos años, con respecto a la demanda boliviana. A lo que voy es a que no
radica el problema en la actitud de Chile, que en muchos momentos ha sido
dialogante y deseosa de comprensión y amistad, sino en un pecado original del
que las actuales generaciones de chilenos no son directamente culpables. La
excepcionalidad chilena en un vecindario con tantas frustraciones históricas es
la verdadera culpable. Y eso no es un asunto de política exterior contingente.
Dicho todo esto, ¿hay algo que pueda hacer la política exterior para que
Chile salga de esta situación de acorralamiento en que parece verse a sí misma
de tanto en tanto?
La política
exterior no debería nunca confundir los medios con los fines. Ese riesgo
aumenta mucho si uno confunde las causas con los síntomas. Los reveses que haya
podido tener Chile en materia jurídica internacional (aceptando por un momento
que lo sucedido en el tema procesal en relación con la demanda boliviana ha
sido un revés) y las dificultades para convencer a varios países
latinoamericanos de la racionalidad de su posición en ciertas materias no son
causas sino síntomas. Por tanto, creer que atacando esas causas que en realidad
son síntomas con una política exterior más acertada se evitarán problemas en el
futuro es, me parece, un error. Que las actuales generaciones de chilenos
tengan que sufrir las consecuencias de las actuaciones históricas de
generaciones anteriores es algo que tiene que ver con una mezcla de orgullos
heridos de países del vecindario y de percepciones con respecto al poderío
relativo de uno y de otros; y esto no es algo que pueda solucionarse con
decisiones políticas. Al menos, no de forma cabal.
Lo cual me
lleva de vuelta a la idea anterior: los fines no son lo mismo que los medios.
Ser querido y comprendido o aceptado por los países que hoy se muestran
hostiles, o que de tanto en tanto demuestran no compartir las tesis chilenas,
no es un fin en sí mismo. El fin -al igual que en el caso de otros países de la
región- es que Chile sea próspero y desarrollado y pueda vivir en paz; sus
relaciones -los métodos- deben estar al servicio de ese objetivo. Ello
implicará muchas veces ceder en ciertos aspectos, en otras ocasiones exigirá mantenerse
en sus trece aun a costa de no despertar sentimientos de unanimidad en la
región, y siempre, en toda circunstancia, ir avanzando hacia la integración con
el mundo. Digo “mundo” porque esa integración es más amplia que la integración
latinoamericana, cuyas dificultades son múltiples, en parte por las diferencias
ideológicas entre unos y otros en el vecindario, y en parte porque la vocación
integradora tiene intensidades muy distintas según el caso; en ciertos
gobiernos, brilla por su ausencia.
Los países que
han tenido más éxito en el mundo alcanzaron su estatus pasando por toda clase
de etapas, algunas muy turbulentas. Tuvieron momentos de amistad y momentos de
alta tensión -y a veces conflicto abierto- con los países de su vecindario,
pero procuraron no distraerse de su objetivo. Adaptaron los métodos a los fines
sin perder de vista los fines casi nunca. En cambio, una de las razones por las
que la integración ha sido tan precaria y mediocre en América Latina es que los
medios -por ejemplo, figurar unos y otros en alguna iniciativa conjunta o crear
alguna estructura a la cual poder llamar “integradora”- se convirtieron en un
objetivo más importante que el verdadero objetivo: el desarrollo, la
prosperidad y esa paz que sólo dan los intercambios libres en todas las áreas.
¿No es acaso el Mercosur, para citar un ejemplo, un caso perfecto de eso mismo?
¿En qué debe traducirse para Chile todo esto? En seguir avanzando junto a
quienes quieran avanzar con él, en llevar la fiesta en paz pero no perder más
tiempo del necesario tratando de complacer a quienes objetan la mera existencia
de un vecino más exitoso, y procurar, de vez en cuando, encajar con dignidad
alguno que otro revés nacido de problemas históricos. Reveses que no van a
destruir a Chile ni mermar su fortaleza como sociedad, sólo herir un poco el
orgullo.
Lo que puede
mermar a Chile es que los chilenos pierdan de vista qué hizo posible su
relativo éxito y qué permitirá llevarlo a un nivel superior. Pero esa es otra
historia.
CHILE, BOLIVIA: INACEPTABLE TEMA PENDIENTE
La Tercera de Chile (www.latercera.com,cl)
Según la visión
jurídica que impera en el gobierno, Bolivia no ganó nada y Chile aseguró sus
fronteras. Pero la política exterior es más compleja, dice José Rodríguez
Elizondo, quien llama en este artículo a superar la aversión al riesgo y
entender que los silencios políticos sólo valen cuando se saben romper.
Como
sospechamos desde un principio, la Corte Internacional de Justicia (CIJ)
equilibró su fallo del 24. Por una parte, autoafirmó su competencia, propinando
a Chile una goleada procesal (14 votos contra 2). Por otra, limitó las
ilusiones expectaticias de Bolivia, al proclamar que no está disponible para
desconocer tratados de fronteras.
Quizás por eso,
nadie planteó rectificaciones en el entorno presidencial y la Presidenta pudo
decir que Bolivia “no ha ganado nada”. Pero, en paralelo, comenzaron distintas
réplicas extraoficiales, entre las cuales está el retiro del proceso, el retiro
del Pacto de Bogotá y el retiro de las cabezas de los miembros del equipo
jurídico.
Distinta fue la
reacción de Evo Morales. El Presidente boliviano -quien según José Miguel
Insulza “parece tener más claro que éste no es sólo un proceso jurídico”-
recibió el fallo con un nuevo golpe de audacia. En medio del jolgorio popular,
replanteó la posibilidad de salirse del proceso ante la CIJ para resolver el
“tema pendiente” mediante un diálogo bilateral.
Todo esto
induce una pregunta molestosa, sobre un tema que eludimos y que está en la base
de las dos demandas que nos han asestado: ¿Cuándo y cómo apareció en nuestra
realidad ese “tema pendiente” que evoca Morales?
En el génesis
de todo conflicto internacional está el verbo diplomático. Un lenguaje
especializado que no debe confundirse con la ambigüedad, pues no sirve para
sacarle el glúteo a la jeringa. Aunque sutil e indirecto, está cargado de
significados claros... para los buenos entendedores.
En su esencia
es una forma de autocontrol, para evitar que los exaltados salten del
improperio a la provocación, adjudicando a su país el peligroso rango de
agresor. Harold Nicolson, un británico que sabía mucho de esas cosas, enseñó
que ese lenguaje equivale a una “cautelosa inexactitud” para decir cosas
punzantes o hirientes sin ser provocativo.
En ese léxico
la palabra “inaceptable” refleja una alta decisión de Estado y se emplea cuando
un conflicto se pone espeso. Por lo mismo, es de uso restringido y equivale a
una disuasión sin uniforme.
Ante un
“inaceptable” dicho con gravedad, el contradictor debe asumir que hasta ahí
nomás llegó. No cabe, por tanto, soltar un “casi inaceptable” o un “más o menos
inaceptable” ante una pretensión ingrata.
Sin embargo,
como la ambigüedad es parte vetusta de nuestro ADN, en Chile hemos evitado el
uso de tan preciso vocablo. Un ejemplo lo dio el general Pinochet cuando se
hizo el olvidadizo con el memorándum Bákula, que marcaría el inicio del
conflicto por la frontera marítima con Perú.
Otro ejemplo de
escasez está en la historia de nuestras reacciones ante la aspiración marítima
de Bolivia, post Tratado de 1904, que fijó las fronteras de modo “absoluto y
perpetuo”. En ambos casos Chile soslayó instalar la frontera semántica de lo
“inaceptable”.
Bolivia
ambiciona Arica desde su nacimiento, en 1825. Esa provincia ex peruana es su
espacio vital marítimo, y la ha perseguido por todas las vías, incluso la
guerra con Perú. Tan dura es su política de Estado sobre ese objetivo, que
siguió aplicándola incluso después del Tratado chileno-peruano de 1929 que
adjudicó Arica a Chile.
Pero los
chilenos, rehenes de la política de seducción boliviana de Domingo Santa María,
dimos márgenes de esperanza a Bolivia y, peor aún, en 1949 pestañeamos. En
efecto, negociamos un corredor boliviano soberano hacia el Pacífico, que pasaba
por Arica, sin considerar que poníamos en peligro el Tratado de 1929 con Perú,
por soslayar lo pactado en su Protocolo Complementario.
Nuestros
internacionalistas más serios se alarmaron. Recordaron que ese Protocolo
estableció un estatuto especial para Arica y Tacna, que impedía ceder sus
soberanías sin “previo acuerdo” entre Chile y Perú.
El ex canciller
Conrado Ríos Gallardo, negociador del instrumento, pronosticó problemas graves
con Perú si la negociación con Bolivia fructificaba. Él sabía que cuando una
pretensión externa no se rechaza in actum, como inaceptable, el tiempo
convierte esa omisión en precedente positivo, después en ítem insoslayable, y
la pretensión termina convertida en “tema pendiente”.
Fue lo que
sucedió. Aquella negociación fracasó, pero su contenido quedó tatuado en la
memoria boliviana, y nadie imaginó que algún teórico del siglo XXI podría
tipificarla como un “acto unilateral de Estado”.
Así, en el
largo plazo el tema del corredor reapareció como “enfoque fresco”, inspiró los
acuerdos de Charaña, pasó a una “agenda sin exclusiones” y en 2006 terminó con
nombre y apellido propio: el “tema marítimo” del punto 6 de la agenda bilateral
de 13 puntos. Era un señor tema pendiente.
A esa altura,
los evaluadores bolivianos dedujeron que Chile se había instalado más cerca de
lo posible que de lo inaceptable. Quizás pensaron que la glosa del punto 6
(versión internet) lucía gentil, al decir que la posición chilena “se mantiene
en una perspectiva legalista, desde la cual no se considera como una vía
realista la revisión del Tratado de 1904 o la cesión de territorio con
soberanía”.
A mayor
abundamiento, cuando en 2009 se promulgó una Constitución boliviana que
legitimaba la decisión unilateral de zafar del Tratado de 1904, nuestra
reacción fue tan opaca que hasta hoy se mantiene como secreto de Estado. Fue el
último ingrediente de Morales para decidir que la cobertura de su estrategia de
acción debía ser jurídica, con base en la “contrasimbolización”. Es decir,
Bolivia invocaría el derecho de la justicia, contra un Chile que identifica su
política exterior con el respeto al derecho de los tratados. Era su versión
civil del viejo principio militar de arrastrar al enemigo al escenario más
conveniente y menos riesgoso, en el tiempo oportuno.
A esa altura en
Chile se estimó, de manera tácita, que ya no cabía un inaceptable a secas.
Visto lo cual, se optó por decir que jurídicamente no debíamos nada a Bolivia y
plantear dos inaceptables relativos.
Según el
primero, podríamos cederle soberanía, pero con compensaciones equivalentes y
sin seccionar nuestro territorio. Tácitamente, esto suponía olvidarse de la
intangibilidad del Tratado de 1904, reponer la sobria modificabilidad de común
acuerdo y soslayar la mención a Arica, que era el único espacio viable. Se
supuso que conseguir la “anuencia” peruana era una tarea para Morales.
El segundo
inaceptable relativo no afectaba el Tratado ni el Protocolo, pues consistía en
ceder a Bolivia un enclave fuera de su ambicionada Arica. Académicamente consta
en el Acta de Lovaina de 2006, firmada por los participantes de Bolivia, y tuvo
un principio de negociación durante los gobiernos de Ricardo Lagos y Hugo
Bánzer. Lo paradójico, ahora, es que este inaceptable no es aceptable para
Bolivia, pues no implica cesión de soberanía.
A ese
galimatías en que nos metió la aversión al riesgo, la presión irreductible de
Bolivia y nuestro histórico fetichismo jurídico (ver recuadro), se agregó, como
último rubro de confusión, la demanda ante la CIJ. Al inicio, interrogado sobre
la posibilidad de abrir para Bolivia la metafórica puerta de la salida soberana
al mar, en un contexto judicial, nuestro canciller Heraldo Muñoz respondió que
se trataba de “una puerta cerrada para siempre”. Fue lo más cerca que Chile ha
estado de declarar inaceptable la pretensión de Bolivia.
Sin embargo,
esa contundencia se desvalorizó al asumir Chile la judicialización,
exponiéndose a un “fallo creativo”. Es que, una vez dentro del juicio, el
cierrapuertas de Muñoz dependería de la aprobación de la CIJ. Pero, como la
historia es pendular -corsi e ricorsi, decía Vico-, el jueves pasado los jueces
decidieron autolimitarse, para no incidir sobre la integridad territorial de
Chile. Quizás influyó ese rasgo de tardía firmeza del último canciller.
Ergo, hoy
estamos ejerciendo una soberanía judicialmente intervenida, en cuanto podemos
ser obligados a negociar sobre un tema de límites, aunque acotado, pero,
además, si los jueces cambian de criterio al fallar sobre el fondo, podríamos
vernos en el peor de los escenarios: que, con un nuevo hallazgo creativo, la
CIJ diga que estamos obligados a negociar una salida soberana al mar por donde
sea.
En tan ominosa
hipótesis tendríamos una alternativa de órdago: tragarnos nuestros conceptos
débiles de lo inaceptable o declarar inaceptable no ya la pretensión boliviana,
sino el propio fallo de la Corte.
Coherencia
histórica
Por más de
siete años nuestra diplomacia se mantiene secuestrada por jueces, abogados
litigantes y asesores jurídicos, con altos costos para el país. Esto implica
una Cancillería más atenta a defenderse ante la CIJ, que a proyectarse en la
vecindad, la región y el mundo. ¿Cuántas negociaciones diplomáticas no hemos
intentado, concentrados, como estamos, en la producción de “sólidos” documentos
jurídicos? ¿Cuánto puede significar eso en términos de “lucro cesante”
nacional?
Lo peor es que
no estamos ante un trance de coyuntura, sino ante un talante histórico. La
identificación de la diplomacia con la abogacía está en nuestro ADN, y así lo
reconoció, con rara asertividad, el abogado, diplomático e historiador Mario
Barros Van Buren en su notable Historia diplomática de Chile (1970). Ahí enseña
que nuestra diplomacia de los dos siglos pasados transcurrió en “la esclavitud
jurídica” y en un contexto de “espantosa orfandad de imaginación”. Argentinos conspicuos
nos trataban “como tontos” y en Lima se definía a nuestra Cancillería como “la
gran sorprendida”. En vez de aprovechar a los meritorios diplomáticos
profesionales, dice Barros, se prefería “encargar las misiones delicadas al
exterior al brillante areópago de abogados, profesores y eruditos que
constituían el orgullo del Chile decimonónico”.
A nivel
comparado, es lo que ya había dicho en 1928, en su libro El Diplomático, el
jurista, embajador y tratadista francés Jules Cambon: “Se abriga en las cancillerías
la ilusión de creer que no existen más derechos para las naciones que los que
los tratados les confieren”.
BOQUERÓN MÁS ALLÁ DE LA CAÍDA DEL VERDUN BOLIVIANO
A más de ochenta años de la batalla de Boquerón, la
censura impuesta por la dictadura sobre lo que allí ocurrió sigue vigente
Diario Siglo XXI de España (www.diariosigloxxi.com)
El 29 de
septiembre de 1932 fuerzas militares paraguayas lograron tomar el Fortín
Boquerón, en poder de los bolivianos. Mucha tinta ha corrido desde entonces en
la historiografía militar, que fue adecuada a su antojo por las dictaduras,
pero los aspectos más relevantes de aquellos acontecimientos, siguen en la
semipenumbra a pesar de haber transcurrido más de ocho décadas.
Boqueron había
sido denominado el “Verdún boliviano” por sus defensores, dando a entender que
jamás caería. Evocaban al efecto la famosa y sangrienta batalla de la primera
guerra mundial, a la que el escritor Paul Eluard había descripto como “un duelo
entre Francia y Alemania ante todo el universo”.
A diferencia de
la ciudad francesa, el fortín en manos bolivianas acabaría cayendo, como lo
harían una tras otra las posiciones bolivianas. Sin embargo, en varios momentos
como Campo Vía, la guerra se detuvo de forma inexplicable, en armisticios en
los cuales muchos entrevieron la mano larga de la empresa petrolera Standard
Oil, a la que el recordado senador Huey Long había acusado en el mismo Congreso
de Washington de financiar la matanza mutua entre paraguayos y bolivianos.
Me consta que
muchos paraguayos siguen negando, a pesar de la evidencia, que la cuestión de
los intereses en el subsuelo del Chaco jugó un papel de primerísima importancia
en la matanza entre paraguayos y bolivianos. Mientras tanto, reveladores
trabajos norteamericanos como “Politics of the Chaco Peace Conference” del
historiador Leslie B. Rout, se encuentran a mano pero duermen el sueño de los
justos en la biblioteca del Centro Cultural paraguayo americano de Asunción.
Boquerón, a
pesar de su valor anímico y propagandístico para el Paraguay, se terminaría
convirtiendo en una derrota pírrica de los paraguayos y en una victoria moral
boliviana. Ello debido sobre todo a la pésima conducción del general José Félix
Estigarribia, quien luego iniciaría la nefasta galería de dictadores neo nazis
en Paraguay, con la constitución totalitaria de 1940. Precisamente el mismo
Estigarribia sería elevado a la presidencia del Paraguay, a cambio de su
participación irregular en las negociaciones para la paz del Chaco en Buenos
Aires,, en 1938. Se había hecho presente en esa ciudad abandonando la embajada
paraguaya en Washington, sin comunicar al gobierno de Asunción, con una misión
encomendada por el departamento de estado norteamericano. Preservar para
Bolivia y las empresas petroleras estadounidenses, decenas de miles de
kilómetros cuadrados que Paraguay tenía en su poder.
Habían abundado
las voces premonitorias sobre esta guerra inexplicable, que Paraguay ganaría en
los campos de batalla pero perdería en la paz. Ya en 1927 el internacionalista
argentino León Suárez había realizado observaciones reveladoras sobre la
tragedia que se asomaba cuando escribió: “Me consta que hay más de 20
yacimientos petrolíferos en la zona occidental del Chaco Boreal, explotables,
que necesitaban de oleoductos por donde derramarse en el río Paraguay. Los que
están a la altura geográfica de Bahía Negra (20°) podrían salir arriba de
Fuerte Olimpo. De no facilitar esa salida el Paraguay, vendrá la guerra con
Bolivia, es decir, con la Standard Oil Company”.
El ingeniero
Green, cateador de petróleo en el Chaco, había hecho por la misma época, según
Alfredo Seiferheld, las siguientes revelaciones: “En la zona que se dilata
entre el meridiano 60° de Greenwich y el 29°30’ y 40’ debajo del paralelo 20°
hasta el 23° y 38°, la Standard Oil Co. cateó y comprobó la existencia de 19
yacimientos petrolíferos. Diez de ellos están entre los paralelos 20° y 21°.
Los otros entre el 21° y 24° al oeste del meridiano de Greenwich”. También
antes de la conferencia pacifista de Montevideo de 1929, el delegado de la
Unión Obrera del Paraguay, Rufino Recalde Milessi, había denunciado que “Una
guerra entre Paraguay y Bolivia sería un gran crimen cuyas víctimas
resultarían, al fin de cuentas, los trabajadores de ambos países. El litigio
por el Chaco Boreal es una cuestión en la que entran en juego los intereses
imperialistas. La región por donde pasa la línea del statu-quo es eminentemente
petrolífera y en ella posee grandes concesiones la poderosa Standard Oil”.
En su obra “El
dictador suicida” el escritor boliviano Augusto Céspedes se refirió a la guerra
del Chaco como un “simiesco ensayo imperialista del que fueron víctima las
juventudes de Paraguay y Bolivia en una matanza que se consumó durante tres
años ante la indiferencia del continente y con el aplauso de la opinión
porteña, dirigida por su gran prensa democrática”.
El imperio del
anglo-holandés Henri Deterding, sir de su majestad, se enfrentaba al imperio de
los Rockefeller por pura rivalidad empresarial, escondiendo sus intereses tras
las banderas de las reivindicaciones patrióticas de dos países pequeños y manipulables.
“Pensad un
momento -escribió Theodore Drieser, famoso reportero del Chicago Daily Globe -
en esas decenas de miles de infelices bolivianos y paraguayos que se mataron unos
a otros en aquel infierno, nada más que para decidir si Deterding o Rockefeller
habrían de llevarse el petróleo. Nada más que para eso”.
Dijo Gladstone
que en sus efectos morales se parece la guerra quizá más que nada al
descubrimiento de una mina de oro. Se refería a que la fiebre del oro aviva la
llama de la codicia a tal punto que no se miden consecuencias.
El aserto confirma su acierto no sólo cuando se trata de la intervención de los intereses petroleros en la guerra del Chaco, sino también al constatar la mano larga que tienen para mantener una anacrónica censura sobre un pasado inconveniente.
El aserto confirma su acierto no sólo cuando se trata de la intervención de los intereses petroleros en la guerra del Chaco, sino también al constatar la mano larga que tienen para mantener una anacrónica censura sobre un pasado inconveniente.
QUINOA: EL 'SÚPER ALIMENTO' LIBRE DE GLUTEN
Las propiedades y beneficios de este 'pseudocereal' lo
convierten en un producto ideal. Ayuda a reducir el colesterol y el sobrepeso y
es perfecta para celíacos.
El Mundo de España (www.elmundo.es)
La quinoa ha
adquirido un gran protagonismo en nuestro país en los últimos años y su consumo
es cada vez mayor gracias a la multitud de propiedades y beneficios que aporta.
Pero aunque resulte algo novedoso, lleva cultivándose en las regiones andinas
desde hace más de 5.000 años. Los que todavía creen que es un alimento sólo
para vegetarianos están muy equivocados.
La quinoa, o
quinua (Chenopodium quinoa Willd), es un 'pseudocereal' que pertenece a la
familia de las espinacas y de la remolacha, y tiene unas características que la
hacen sumamente especial, tanto que ha llegado a ser considerada por la ONU
como un "súper alimento". Una de sus particularidades más importantes,
y motivo por el que recibe este nombre, es que es el único alimento de origen
vegetal que contiene todos los aminoácidos esenciales, oligoelementos y
vitaminas.
Entre sus
propiedades, destaca la gran cantidad de hidratos de carbono (63/100g), proteínas
(12/100g) y fibra (7/100g), lo que la convierte en un alimento ideal para
deportistas y personas vegetarianas. "Aunque generalmente tenga una mayor
cantidad de proteínas en relación con la mayoría de granos existentes, la
quinoa se conoce más por la calidad de las mismas", señala a ZEN Carla
Sánchez, nutricionista y entrenadora personal de Boostconcept. Además, estos
pequeños granos son una buena fuente de calcio, magnesio y manganeso, y a
diferencia de otros cereales, no contiene gluten.
Pero, ¿cómo
influye en nuestro cuerpo? No es nuevo que los cereales siempre son saludables.
Partiendo de ahí, este 'pseudocereal' ayuda a regular el colesterol, siendo un
alimento perfecto para las personas que tengan los niveles altos y quieran
reducirlo de forma natural. También supone una alternativa para los que padecen
de sobrepeso. "Al ser rica en ácidos grasos Omega 3 y 6, que nos protegen
de enfermedades cardíacas, nos ayuda a disminuir el colesterol malo (LDL) y
tienen propiedades antiinflamatorias. Además, es importante para el crecimiento
y reparación celular, y beneficiosa para el sistema nervioso central",
explica Sánchez. Por otra parte, su contenido en vitamina E hace que actúe como
un antioxidante natural.
A diferencia de
otras semillas, la ausencia de gluten hace que sea totalmente apta para
celíacos y alérgicos al trigo.
El precio por
kilogramo ronda los 12 euros, y aunque a veces resulta difícil encontrar este
tipo de productos, cada vez son más los supermercados que han incorporado la
quinoa en sus estantes, ya no es necesario ir exclusivamente al herbolario para
encontrarla.
VARIEDADES
Existen tres
tipos de quinoa que se diferencian tanto por su aspecto como por sus
propiedades. La quinoa blanca es la más conocida de las tres, y también la más
fácil de encontrar. Su sabor suave es comparable al de la nuez y es, de las
tres, la que menos carbohidratos contiene y la más rica en proteínas.
Por el
contrario, la quinoa roja es la que más hidratos de carbono aporta. Su sabor es
parecido al de la anterior, mientras que el de la quinoa negra es más profundo.
Este último
tipo es una combinación entre la quinoa blanca y la espinaca. Tiene un alto
contenido en litio, un mineral que ayuda a regular el estrés y a luchar contra
la depresión.
Aunque Bolivia,
Perú y EEUU son los principales productores de quinoa, según datos recientes de
la FAO, el cultivo de este 'pseudocereal' se está extendiendo y actualmente se
cultiva en más de 70 países, entre ellos Francia, Inglaterra, Suecia,
Dinamarca, Holanda e Italia. También se está desarrollando en Kenia e India
Su capacidad de
adaptación a los diferentes ambientes ecológicos y climáticos hizo que el año
2013 fuera declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año
Internacional de la quinoa. Esta facilidad de cultivo podría "contribuir a
la seguridad alimentaria mundial", según un informe de la ONU.
EN LA COCINA
En la variedad
está el gusto, y si algo ofrece la quinoa a la hora de cocinar, son
posibilidades. Segundo Saavedra, cocinero del restaurante peruano Tanta (Plaza
del Perú, 1 - Madrid), conoce bien este alimento y su elaboración. Para él, la
ensalada de quinoa no puede faltar como primer plato (en la imagen derecha); y
de segundo, la chaufa de Quinoa (ver vídeo) es una buena elección. "También
puede ir acompañando la carne o el pescado, e incluso una galleta de quinoa
puede ser el postre".
Pero antes de
cocer es importante lavar la semilla para evitar las saponinas, un compuesto
que, pese a no ser perjudicial, crea una espuma que le da un sabor más amargo.
Otra
posibilidad es añadirla a la sopa o tostarla como un cereal. Esta última
fórmula se utiliza en la elaboración de harina para pan y pastas. Por otra
parte, fermentada se utiliza para hacer cerveza o chicha, la bebida tradicional
de los Andes.
A diferencia de
otros alimentos como el pescado o la carne, no hay una frecuencia recomendada
para tomarla, pero si hay que elegir entre comida o cena, la nutricionista
Sánchez nos lo deja claro: "Si estamos llevando una dieta de control de
peso, no debemos incluirla en las cenas".
AVIONES Y RADARES, EN LA MIRA DE BOLIVIA Y DE ISRAEL
Ambito de Argentina (www.ambito.com)
Lustroso y con
pintura albiceleste el jet entrenador Pampa III fue la estrella de la expo
Defensa de la Industria que en tres jornadas se hizo en Costa Salguero. La joya
estática, evolución del primer IA 63 Pampa de los 80, concentró la atención de
visitantes uniformados de la región.
Orgullo de la
reestatizada Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), ex Fábrica Militar de Aviones,
ex Área Material Córdoba, es quizá junto al Radar Primario Argentino (RPA)
desarrollado y fabricado por el INVAP -también expuesto en la feria-, el lote
que interesó y podría ganar mercado en países de la Unasur.
La apuesta es
que se haga realidad el pregón repetido en cada una de las reuniones del
Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de ese organismo acerca de cooperar e
integrar industrias de producción para la defensa generando negocios de mutua
conveniencia.
No se cerraron
contratos con terceros en la muestra, sí hubo un interés manifiesto de dos
países, Bolivia y Uruguay, por aviones Pampa III y radares tridimensionales
(RPA). El equipo del INVAP -costo estimado entre 12 y 20 millones de dólares,
según opcionales- tiene una ventaja: ya se fabricó una serie de 5 RPA sobre 6
equipos contratados para dotar a la Fuerza Aérea Argentina. Todos están
desplegados en el terreno, funcionando y durante la exposición se anunció la
firma de un nuevo contrato por otros cinco aparatos que completarán la cobertura
de vigilancia aérea del país.
A principios de
septiembre una comitiva del Ministerio de Defensa presentó a Evo Morales los
productos de FAdeA, el Pampa III, y del INVAP, el RPA.
La Fuerza Aérea
boliviana analiza diferentes equipos de radar para cumplir con la ley de
seguridad y defensa del espacio aéreo. Bolivia, a diferencia de la Argentina,
sancionó esa norma de interceptación de vuelos ilegales en 2014, habilita el
derribo de aeronaves en situación de ilícitos o que violen los límites aéreos
soberanos.
La identificación y alerta temprana a largo alcance que proporciona el radar es vital para la toma de decisión. El Pampa III no se diseñó para la interceptación, aunque puede cumplir la tarea, ¿o acaso la Argentina no usa Pampa, Pucará, Mirage y Skyhawk A4-AR en esa misión ordenada por el Plan Escudo del Norte? Cualquier aeronave torna polivalente en países de bolsillos flacos.
La identificación y alerta temprana a largo alcance que proporciona el radar es vital para la toma de decisión. El Pampa III no se diseñó para la interceptación, aunque puede cumplir la tarea, ¿o acaso la Argentina no usa Pampa, Pucará, Mirage y Skyhawk A4-AR en esa misión ordenada por el Plan Escudo del Norte? Cualquier aeronave torna polivalente en países de bolsillos flacos.
La negociación
no avanzó más allá de una carta de intención, ¿Cómo pagaría Evo la millonada de
dólares de sendos contratos por Pampa III y radar RPA? Hay quien piensa en una
compensación parcial a través de la provisión de gas que Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) tiene contratada con Energía Argentina
SA (ENARSA).
El Gobierno
puso casi todo el gabinete alineado tras el objetivo del secretario de Ciencia,
Tecnología y Producción del Ministerio de Defensa, Santiago Rodríguez
-responsable y organizador de la feria-, de batir el parche en defensa de la
industria nacional orientada al mercado militar. Los ministros Aníbal
Fernández, Axel Kicillof, Débora Giorgi, Julio De Vido y el anfitrión Agustín
Rossi vocearon, con variantes de su propia área, un mismo libreto: "Las
decisiones políticas primero de Néstor Kirchner y después de Cristina de
Kirchner con las que pudimos reconstruir (con retorno a la órbita del Estado)
la industria para la defensa, que había sido destruida en los 90 por la
implementación de políticas neoliberales". Acompañaron la movida panelista
el gerente general y CEO del INVAP, Héctor Otheguy, el presidente de FAdeA,
Matías Savoca, el titular de la CGT, Antonio Caló, y el presidente de la
Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina (ADIMRA), Juan
Lascurain.
Alertado por la
necesidad de FAdeA de vender su producto, otro expositor, el grupo Israel
Aerospace Industries (IAI), ofreció colocar 20 Pampa en otros mercados a cambio
de que la Argentina opte por el caza bombardero KFIR en reemplazo de los Mirage
que la Fuerza Aérea ya desprogramó. Quid pro quo resistido en la cúpula de los
aviadores (ver nota aparte).
La línea de
producción del Pampa sobrevivió a la etapa privatizada de la planta cordobesa
bajo la conducción de Lockheed Martin y con otra administración peronista, la
de Néstor Kirchner, resucitó a los tumbos durante la gestión de Raúl Argañaraz
en FAdeA. Savoca, el actual titular de la fábrica, llegó al prototipo
presentado en vuelo la semana pasada. Se trata de un aparato de los 80 remozado
con motor Honeywell TFE 731-40-2N, aviónica digital y sistemas de
comunicaciones. El verdadero 0 km, el primer Pampa III de la serie, fue
expuesto en Costa Salguero y se estima que volará por primera vez a fin de
noviembre.
LAS DAMAS DE LA COCAÍNA: BUSCAN A DOS MUJERES EN LA CAUSA
DEL ‘NARCOARROZ’
Diana, de 22 años, es la esposa de uno de los narcos.
Natalia, alias La Vieja, es la otra implicada. Ambas se encargaban de conseguir
la droga en Bolivia.
Online 911 de Argentina (www.online-911.com)
La causa del ‘narco arroz’, que puso al descubierto
el accionar de un poderoso cartel colombiano en Argentina, identificó a 28 personas, entre ellas sicarios, un ex jefe policial y hasta narcos
que llegaron a estar presos en cárceles de los Estados Unidos.
Pero hubo un
dato que llamó la atención de los investigadores del caso, y es que los jefes contaban con dos mujeres que
aparentemente se encargaban de conseguir la droga en Bolivia, la que
luego enviaban a Europa vía Argentina. Ambas
están prófugas y figuran en la nómina de los 15 narcos buscados por
Interpol.
Diana Cristina Suárez Heredia, una bella y
joven colombiana de 22 años, es una de
ellas. Es la esposa de Edilberto
Vargas Fernández (48), alias “Eddy” o “Mey”, uno de los laderos de Carlos Olmedo Silva Cárdenas, el ex
jefe policial colombiano que figura entre los principales cabecillas de la
célula del Cartel del Norte del Valle.
En base a los
elementos de prueba que fueron incorporados a la causa, se sospecha que Diana “podría estar relacionada con el lugar
donde produciría a gran escala el material estupefaciente –cocaína-, asentado
en Bolivia, donde también contaría con la colaboración de otros integrantes de
la banda”.
Según fuentes
judiciales consultadas por Online-911,
Diana está prófuga al igual que otros
14 sospechosos, entre ellos el argentino Gustavo Lozzia (49), supuesto testaferro del narco colombiano Germán Emilio Marín López, uno de los
encargados de coordinar los envíos de la droga.
Para los
investigadores, Diana “residiría en
forma permanente en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, aunque en la
actualidad estaría viviendo en Colombia junto a Edilberto Vargas Fernández”.
Natalia Obando López, conocida como “La
Vieja”, es la otra joven mujer de origen colombiano que se encargaba de
conseguir la cocaína en Bolivia.
Según fuentes
judiciales, Obando López no sólo se había nacionalizado argentina sino que tenía domicilio en la Ciudad de Buenos Aires.
Como Diana, “La Vieja” respondería a Edilberto Vargas
Fernández pero también tendría una estrecha relación con Juan Carlos López Cortez, un narco que
aparece vinculado a otro operativo resonante: el secuestro de más de 280 kilos de cocaína que estaban ocultos en
muebles estilo Luis XV, realizado en abril de 2012. Los voceros
consultados apuntaron que, desde esa fecha, López Cortez tiene pedido de captura activo. Los distintos
encuentros y tratativas advertidas entre Obando López, López Cortez y Vargas
Fernández, “sugerirían que tendría
directa vinculación con la obtención de la droga desde Bolivia, donde se
encontraría actualmente.
PUNO TIENE 26 RUTAS DE TRÁFICO ILÍCITO DE DROGA
Radio Onda Azul de Perú (www.radioondaazul.com)
Las rutas para
el Tráfico Ilícito de Droga (TID) suman 26 en toda la región de Puno y son por
aire, lago y tierra. Se detectaron 19 caminos terrestres, 5 aeródromos
clandestinos y 2 rutas lacustres. Esto lo informó el general del Frente
Policial de Puno, Wilman Carrasco, tras participar de la audiencia de la
Comisión de Defensa, Desarrollo Alternativo y Lucha Contra las Drogas del
Congreso.
Una gran parte
de las rutas terrestres inician en Ayacucho, pasan por Lima, Arequipa, Cusco, y
luego se interconectan con Juliaca, Puno, Ilave, Yunguyo, Desaguadero, hacia
Bolivia.
Otros caminos
se enlazan con Cusco, Juliaca, Puerto Maldonado y llegan a Brasil. También
Sandia, Juliaca, Puno, Desaguadero y Bolivia, son otros de los rumbos de
narcotraficantes.
Asimismo se
tiene conocimiento de la existencia de pistas de aterrizaje (aeródromos) en el
sector de Huaroc, Isilluma, Putina y en San Ignacio, todo en la provincia de
Sandia. En Lares en la provincia de San Antonio de Putina, en la comunidad de
Farata y Cachipucara, que pertenece a la provincia del Collao - Ilave. Mientras
a través del lago Titicaca, se pasa por el sector de Cachipucara (Ilave) hacia
la Isla del Sol para llegar a Copacabana-Bolivia. La segunda ruta es por el
sector de Camicachi-Pharata, también hacia la Isla de Sol-Copacabana-Bolivia.
Carrasco
puntualizó que Puno se ha convertido en una zona de producción, paso y centro
de acopio de cocaína.
FÁRMACOS IBAN A SER COMERCIALIZADOS EN BOLIVIA
ABC de Paraguay (www.abc.com.py)
La causa
“Beatriz Villalba Acosta y otros sobre robo de medicamentos” se inició el 8 de
julio de 1998, fecha en que la ciudadana boliviana Beatriz Villalba Acosta fue
detenida en una barrera policial en el barrio San Pablo con un lote de
medicamentos de “uso exclusivo del IPS”, valuado en G. 800 millones. La mujer,
que se disponía a llevar la carga a Bolivia para su comercialización, declaró
que la misma le fue proveída Teodoro Arnold y Martha Barúa de Arnold.
“Las probanzas
de autos dan cuenta de que los encausados formaban parte de una red de venta
clandestina de medicamentos de uso exclusivo del IPS; específicamente se ha
probado que los encausados Enrique Franco López y Alfredo Miguel Aveiro eran
funcionarios de la previsional y como tales tenían acceso a los medicamentos,
en tanto que los esposos Arnold-Barúa adquirían estos medicamentos a modo de
intermediarios, al igual que la encausada Beatriz Villalba Acosta, quien fue
aprehendida con un lote de medicamentos que tenían como destino el mercado
negro de Bolivia”, explica la sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario