lunes, 28 de septiembre de 2015

EVO MORALES RECONOCE QUE ANTERIOR GOBIERNO DE BACHELET OFRECIÓ ENCLAVE COSTERO A BOLIVIA




En entrevista exclusiva con Radio Bío Bío, el presidente de Bolivia, Evo Morales, reconoció que durante su primer gobierno Michelle Bachelet le ofreció un enclave en las costas chilenas para tener así una salida al Océano Pacífico.

En el marco de la reunión que por estos días sostienen mandatarios de distintos países en Naciones Unidas, Nueva York, el presidente de Bolivia, Evo Morales, recibió a Radio Bío Bío en su habitación de hotel para conversar sobre la demanda marítima y el litigio contra Chile en la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya.
Fue en esta conversación que el jefe de Estado reconoció que junto a las autoridades del primer gobierno de Bachelet exploraron la posibilidad de establecer una especie de enclave boliviano en Chile. Incluso, dijo que delegados de ambos países sobrevolaron la zona donde éste se proyectaba.
Sin embargo, vinieron las elecciones –relató Morales-, cambió el gobierno, se interrumpió el diálogo, se detuvo dicho proyecto y la demanda marítima boliviana llegó a los tribunales de La Haya.
El mandatario también habló del fallo que rechazó la objeción chilena y confirmó que la CIJ tiene competencia para ver su demanda de negociación por una salida al mar. Además, insistió en la necesidad de diálogo, esbozó críticas a la actitud del canciller Heraldo Muñoz y destacó su cercanía con los movimientos sociales en Chile.
Presidente, muchas gracias por recibirnos. ¿Cómo está?
Muchas gracias por esta entrevista y un saludo al pueblo chileno, mediante esta audiencia. Sabemos que Radio Bío Bío tiene mucha audiencia, muy comentada en La Paz. Felicidades por su trabajo, por esta forma de comunicación, educación para la liberación de su pueblo. Muchas gracias.
Entrando de lleno a lo que ha estado en el tapete, que es la decisión de la Corte de La Haya, que redujo la demanda boliviana y que asegura que no pueden ser ellos garantes de, en definitiva, un resultado: ¿Cómo toman ustedes que este ha sido uno de los argumentos de Chile para decir que en definitiva, no perdió del todo en este fallo? ¿Cómo toman ustedes que ellos no puedan ser garantes de un resultado?
Bueno, primero el gobierno chileno ha objetado la competencia de la Corte Internacional de Justicia. Aunque algunas autoridades vivieron de las Naciones Unidas, y desconocer una de las instituciones que responde a las Naciones Unidas a mi parecer es totalmente contradictorio.
Y segundo, ¿La Haya qué dijo textualmente? Que hay un tema pendiente. Que Bolivia nació con mar. Además de eso, yo entendí que ni el Tratado de 1904 ha resuelto este tema y, por encima de ese problema, hay un tema pendiente. No es que con la demanda el gobierno boliviano esté pidiendo la modificación del Tratado de 1904. Ha sido también textual, La Haya, lo que dijo… hay un tema pendiente.
Por tanto, nuestra demanda es que Chile debe cumplir con los compromisos (expresados) por muchos gobiernos hacia el pueblo de Bolivia con el tema del mar. Entonces, cualquier comentario que se haga es simplemente desviar… Entiendo perfectamente, tal vez nosotros también haríamos eso. Que no es de nuestra competencia o que no tiene responsabilidades, no va a ser garante… Pero en el fondo, la demanda es de su competencia, además de eso La Haya reconoce que hay un tema pendiente.
Ustedes cómo observan cuando Chile, el canciller Heraldo Muñoz, la presidenta Michelle Bachelet, han dicho que van a relanzar esta segunda etapa como un nuevo proceso legal, según ha dicho la presidenta, con nuevos argumentos que apuntan ahora a la demanda de fondo de ustedes, de dar el contexto histórico de las conversaciones que, se reconocen, tuvieron con ustedes. ¿Cómo las observan ustedes? ¿Son propuestas débiles frente a lo que ustedes están proponiéndole a La Haya?
Es su derecho. Es un derecho legal, es un derecho constitucional, es su derecho dentro de los derechos internacionales, por tanto se respeta. Pero, esta mañana en la conferencia decía: no se trata de enfrentarnos dos países, somos vecinos, dos hermanos países cómo van a estar enfrentados. Por eso, mi gran deseo es que no haya ni ganadores ni perdedores, que mediante el diálogo retomemos para resolver los temas, los temas pendientes, especialmente en base a los compromisos de los distintos gobiernos.
Y en su primera gestión de la presidenta Bachelet, usted sabe muy bien, sabe el pueblo chileno, hicimos una agenda de 13 puntos. Uno de los temas estaba el tema del mar. Y en la gestión de (Sebastián) Piñera, permanentemente decía él, públicamente, que tienen que buscarse soluciones factibles y… otros términos manejaba. Pero unilateralmente el 2010, el gobierno de Piñera abandonó el diálogo y después no tenemos otra alternativa que ir a la demanda para que Chile cumpla sus compromisos. Ahora, pueden tener sus argumentos, lo respeto muchísimo, es su derecho, vamos a respetar. Nosotros tenemos todos los documentos relacionados a los compromisos de los gobiernos de Chile.
Entremos de lleno a eso ¿Qué pasó con Michelle Bachelet? Los vimos que estaban bajo el mismo techo el día de ayer (viernes). Estaban cerca, la presidenta Bachelet saludó a otros presidentes que estaban ahí ¿Qué pasó en esta relación en este segundo gobierno de Bachelet?
En la reunión de Celac tuvimos una reunión privada con la presidenta Bachelet y acordamos que podíamos empezar a dialogar. Pasaron minutos y el canciller de Chile totalmente tergiversó los acuerdos que teníamos con la presidenta. Yo le tengo mucha confianza. Desde el primer momento que conocí a la presidenta Bachelet, en su primera gestión, tuve muchas reuniones, pero me decía “para continuar el diálogo tiene que ser bajo su propia gestión”. Y, al llegar las elecciones, tocar el tema del mar siempre traía un problema. Pero, por suerte, vuelve otra vez al gobierno para poder continuar ese gran deseo que tenemos.
Ayer yo llegué en la madrugada, 7 u 8 de la mañana. No tuve oportunidad para poder saludar. De lejos me saludé con Maduro. No es una inamistad.
¿Usted confía en Michelle Bachelet?
Las mujeres siempre piensan desde un punto de vista social. Por lo menos tengo todavía confianza, porque en su primera gestión tuvimos muchas reuniones.
Durante el primer gobierno de Bachelet, ¿viajaron diplomáticos bolivianos a las costas chilenas para observar y ver la posibilidad de generar una especie de “enclave” para su país, para poder salir hacia el Océano Pacífico?
Teníamos delegados personales. La boliviana era la compañera Ana María Campero, que en paz descanse. Viajó varias veces e, inclusive, en uno de ellos con un delegado de Michelle Bachelet sobrevolaron donde sería la posible salida. Y, lamento mucho, después vienen las elecciones y se frustró todo.
¿Era una alternativa?
Teníamos mucha confianza, porque juntos decidimos tener delegados para que puedan explorar vías de solución, cumpliendo uno de los 13 puntos acordados con el gobierno de la primera gestión de la compañera Bachelet.
Ese era el punto 3.
Era uno de los 13 puntos. Creo que era el octavo o quinto, no recuerdo bien, pero dentro de los 13 puntos.
¿A usted le gustaría que se pudiera retomar ese camino?
Repito nuevamente. Somos dos países vecinos, hermanos… no podemos estar enfrentados. Yo vengo de la cultura del diálogo de los pueblos, que más importante es la solidaridad, la complementariedad; es más importante siempre ver soluciones de manera conjunta.
[...] Sobre la demanda misma, que haya un ganador y un perdedor, eso siempre va a traer un dolor, va a traer heridas y nuestra responsabilidad debe ser cómo cerrar las heridas. Eso es trabajando conjuntamente, acordando, y que cualquier solución beneficie a los dos países. Ahí hay muchos temas que discutir; que gane Bolivia, que gane Chile, especialmente que gane el pueblo chileno. No quiero adelantar algunos temas que conversamos con los movimientos sociales. Hay tantas formas de trabajar pensando en nuestros pueblos, y no solamente en pequeños grupos.
¿Cómo está su relación con los políticos chilenos? ¿Usted tiene contacto con políticos que han manifestado apoyo a las demandas de su país?
No sería bueno revelarlos. Tenemos contactos con algunos intelectuales, profesionales, docentes de universidades, artistas, políticos, especialmente con los movimientos sociales. Yo estoy sorprendido de ese apoyo. Usted sabe muy bien, en mi primera visita… Durante mi dirigencia sindical solo no había visitado dos países de América: Chile y Estados Unidos, aunque (también) algunos países del Caribe, pequeños. Sin embargo, solo de presidente pude llegar a Chile y a Estados Unidos.
Una vez tenía una conferencia a la que me invitaron de una universidad, pero algunos políticos me declararon persona non grata y por tanto dejé de viajar para evitar cualquier conflicto…
Pero llegué y mi primera visita fue en la posesión de la Bachelet y he visto un coliseo gritando todos “mar para Bolivia”. Nos hizo llorar. En la segunda ida igual… “mar para Bolivia con soberanía”… documentos con los movimientos sociales… Y sí, estamos en contacto permanente con algunos movimientos sociales, mediante algunos viceministros delegados y vamos a continuar este trabajo, porque somos pueblos.
Usted sabe muy bien, en el año 1879 ha habido una invasión. No era por el pueblo chileno, ni por los movimientos sociales, sino un grupo de oligarquías chilenas. Siempre en cada país habían oligarquías con el apoyo de empresarios ingleses, por razones económicas nos han invadido. Sabe eso la historia y por eso deben buscarse soluciones para los pueblos.
¿Usted cree que es correcto entonces que La Haya haya dicho que Chile fue quien declaró la guerra a Bolivia?
Sí. Imagínese, es totalmente correcto, saben los de La Haya. A mí me ha sorprendido. Ser expertos que tienen la obligación de hacer justicia digan la verdad. Por tanto, pues estamos con la verdad, estamos por la justicia y repito nuevamente, qué mejor mediante el diálogo resolver el acceso.
Para ir cerrando: ¿Qué opina usted de Heraldo Muñoz? Lo apuntaba a él como uno de los responsables de que, probablemente, no se haya seguido por ese camino de diálogo que sí hubo en el primer gobierno de Michelle Bachelet.
No tengo nada que juzgar. Evidentemente algunos términos son muy ofensivos. Tal vez, también tienen todo el derecho de expresar el pensamiento, el sentimiento del pueblo chileno. Respeto. Por ejemplo, dijo que no está en debate la soberanía, y usted como chileno sabe muy bien cómo la soberanía se entregó a las trasnacionales, al sector privado… Eso es un debate, tal vez interno… Pero yo respeto muchísimo, aunque algunos de nuestros ministros nos decían que siquiera ahora nos saluda el canciller de Chile. Cada uno, evidentemente, tenemos nuestras propias particularidades…
¿No saluda a sus delegados?
Estaba preocupado, pero nosotros no hicimos ningún daño. Cada uno tiene su propio comportamiento, su carácter y lo respetamos.
A ustedes, cuando se les ha invitado al diálogo, han dicho públicamente que no van a participar si no está el punto del mar. ¿No hay ahí un poco de intransigencia para dialogar?
Nosotros, de manera concertada, amistosa, hicimos 13 puntos. Y en la última reunión con la presidenta Bachelet en la Celac dijimos “desarrollemos los 13 puntos”. Si no es así, sería un error. Nuestro gran deseo es desarrollar todos los puntos que tenemos. No rechazamos el diálogo.
Para terminar: ¿cómo observa usted el movimiento Rapa Nui? ¿Usted le entrega su respaldo a los pueblos originarios?
He recibido saludos, sus reivindicaciones, respeto sus reivindicaciones. En este momento, asumir esa responsabilidad, tomando en cuenta que son movimientos indígenas, puede parecer como una intromisión. Quiero que me entiendan los hermanos indígenas: comparto sus reivindicaciones, pero no puedo asumir esta responsabilidad. No quiero que se entienda como una intromisión, por ahora, y después veremos alguna cumbre internacional, como me han planteado representantes de ellos. Quiero pedir mil disculpas.
¿Tiene previsto tal vez pedirle a la presidenta Bachelet conversar en Unasur ahora en octubre?
No, vamos a seguir intentando una reunión con la presidenta Bachelet. Tenemos varios mecanismos de acercarnos para conversar, así como conversamos en la última reunión de Celac.





LA SOBERBIA DERROTADA Y LA VANIDAD HUMILLADA


El reciente fallo en La Haya ¿a quién avergüenza y molesta? Al pueblo no… a la clase dominante, sí.

El Clarín de Argentina (www.elclarin.cl)
                                                    
Si a la clase patronal chilena algo le duele y le hiere cual fierro al rojo vivo aplicado sobre la piel, es saberse derrotada y humillada por un adversario al que trató siempre con la punta del zapato creyéndolo inferior, mínimo. “Indios de mierda”, recuerdo que decían de Evo Morales y de su pueblo en reuniones y happy hours.
La humillación experimentada por la veleidad de las cofradías empresariales y políticas de Chile ante los ojos del mundo,  se ha podido observar también en las declaraciones emitidas por varios de sus más ‘eméritos’ representantes, independiente de la tienda partidista a la que puedan pertenecer. Para ellos resulta casi un atentado religioso que la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) rechazara categóricamente la argumentación presentada ante ese tribunal por personas tan “decentes”, y de buen aspecto físico al estilo ‘europeo y gente bien’, privilegiando las osadías destempladas que indígenas altiplánicos de piel muy morena y hablar pausado portaban cual banderas de razón y dignidad.
“¿Cómo ha sido posible que esto ocurriera?”, se pregunta esa clase de personas (que en Chile es minoría, lo que no ha sido óbice para que se adueñe del país). A esa interrogante agregan explicaciones que, de verdad, agreden a los chilenos. “Bolivia no ha ganado nada”, lenguajeó nuestra mandataria, dejándose llevar por la argumentación de políticos interesados en defender a ultranza intereses de sus verdaderos mandantes megaempresariales, por lo que no dudan en contravenir materias de derecho internacional apostando sus fichas exclusivamente al Tratado de 1904, cual si este fuera la panacea que soluciona las impetraciones, necesidades, avances tecnológicos y nuevas realidades de dos países supuestamente hermanos, aunque lo anterior se desglose de todo un siglo transcurrido desde su firma.  
Llama la atención y produce extrañeza que muchos chilenos pierdan los estribos ante un fallo de la CIJ que concluye afirmando su competencia para juzgar y dirimir la protesta interpuesta por el gobierno boliviano, pero, esos mismos compatriotas nada dijeron ante la indignante y antipatriótica entrega del borde costero y mar chileno a manos de siete familias dueñas de megaempresas. Hay un claro componente racista y clasista en todo este embrollo, pues si tales megaempresarios hubiesen sido bolivianos descendientes de una de sus históricas etnias, ¿Pablo Longueira y sus adláteres, les habrían regalado esas mismas franquicias? 
Digámoslo sin medias tintas… las cofradías políticas del duopolio, así como la ‘flor y nata’ del megaempresariado chileno y sus ujieres militares y parlamentarios, siempre han metido en el mismo saco de la ignominia a mapuche, boliviano y peruano. Los Rapa-Nui se han salvado porque (tal como dijo un querido profesor en la universidad hace ya una punta de años), “bailan muy bien atrapando las miradas lascivas de turistas y racistas”, y además,  geográficamente, se encuentran muy lejos de las ambiciones de los depredadores y pirañas, por lo que estos no poseen intereses económicos en la isla.
En La Haya, la CIJ propinó sonora bofetada a la soberbia y vanidad de la clase propietaria de este país que en realidad es republicano, democrático e independiente sólo en las declaraciones y escritos mediáticos. Muchos de aquellos que hoy impetran dar un portazo a esa Corte Internacional de Justicia y a la propia nación boliviana, creyendo que de tal laya se defiende la soberanía e independencia de este país, necesitan saber que actualmente recorre el subcontinente una frase que es una férrea verdad: “en Sudamérica hay un país llamado Chile donde nada es de Chile”.
El agua, las carreteras, la telefonía, la salud, la previsión social, la energía eléctrica, los bosques, la minería, la banca, el mar, las sanitarias, el transporte público, los puertos, los lagos, la educación, las comunicaciones (e incluso parte importante de la geografía austral, como es aquella en manos de Douglas Tompkins), son elementos vitales de toda nación que, en nuestro caso, pertenecen en su totalidad a particulares.
Chile no posee un Foreign Office, como Inglaterra, ni un Torre Tagle, como Perú, lugares donde esas naciones forman, capacitan y estructuran a sus respectivos cuerpos diplomáticos para que ellos, independientemente del gobierno de turno, representen a sus países administrando una verdadera política de estado. Aquí, los dueños de la férula y el poder creen ser tan “distintos” al resto de los habitantes de América Latina que suponen más que suficiente, en materias internacionales, nominar a algunos individuos que conforman su “servicio político-doméstico” para representarlos en el exterior, especialmente cuando se trata de dialogar o discutir con naciones donde la mayoría de la población pertenece a raza no blanca”.
Por ello, a una clase dominante como esta que se montó en la grupa de Chile poniéndole bocado y riendas, le resulta inaceptable que algunos europeos (blancos y de ojos claros), privilegien la demanda de un país donde predominan –y gobiernan- las etnias originarias que en los salones del fundamentalismo católico-empresarial-militar son consideradas ‘inferiores’. No hay nada que a esas clases dominantes pueda dolerles más que su orgullo herido, su soberbia derrotada y su vanidad humillada. 
 “Te aseguro que será, precisamente, el enemigo que él desprecie por débil e inferior quien actuará como verdugo”(personaje Johannes Hindenburg, en la novela “A la sombra de la swástica”).  El Clarín de Argentina (www.elclarin.cl)





EL OTRO JUICIO DE CHILE DETRÁS DE LAS DISPUTAS EN LA HAYA

Algunos actores políticos no consideran demasiado relevantes los detalles jurídicos que salieron a la luz esta semana en la Corte Internacional de Justicia, que descartó la objeción de competencia presentada por Chile ante la demanda marítima boliviana. Su verdadera preocupación está enfocada en la batalla diplomática, en la cual ven que Bolivia ha sacado amplias ventajas y reconocen fallas estructurales del lado chileno.

La Tercera de Chile (www.latercera.com)
                                
El presidente de la Corte Internacional de Justicia, el francés Ronny Abraham, levantó la sesión y el locutor que traducía sus palabras al español para la transmisión televisiva pasó al silencio. Antes de que alguien más pudiera abrir la boca, la Presidenta Michelle Bachelet quiso hacer el primer análisis: “Esto no es mala noticia para Chile”. Muchos de los parlamentarios presentes no entendieron esa primera lectura. El fallo había rechazado por amplio margen (14-2) la objeción preliminar de competencia presentada por Chile. No parecía haber motivos para estar satisfechos. Entonces, la Mandataria, secundada por el canciller Heraldo Muñoz, explicó que el fallo incluía párrafos favorables, que acotaban las pretensiones bolivianas de una salida soberana al mar para el resto del juicio. “Incluso, asumiendo que la corte encontrara la existencia de tal obligación (de negociar por una salida soberana al mar para Bolivia), no le corresponde a la corte predeterminar el resultado de ninguna negociación que ocurriera como consecuencia de esa obligación”, reza el párrafo 33 del documento.
-¿Cuál es el sustento jurídico de esto? ¿Qué tratado nos puede obligar a negociar?- preguntó el diputado de Evópoli Felipe Kast, el primero en iniciar la ronda de consultas.
El canciller Muñoz intentó explicar las consecuencias del fallo con apoyo de sus asesores y aceptó nuevas preguntas. Preocupada por el paso de los minutos, la Presidenta interrumpió el diálogo para salir a hacer el punto de prensa sin más dilación. Según ella misma se encargó de explicar a los presentes, se debía hacer frente a la situación rápidamente para no dar una imagen de confusión o parálisis. “Bolivia no ha ganado nada”, fue la frase más destacada de la alocución de Bachelet, que marcó el tono de todos los análisis posteriores, muy distintos a los iniciales.
La reunión se retomó posteriormente, con el fallo escrito ya en manos del canciller, quien con un destacador iba subrayando los pasajes relevantes para la defensa de Chile y explicando el detalle de su contenido a los asistentes. Luego de 20 minutos más de conversación, se levantó la sesión. Varios diputados aseguraron que el ambiente no fue alegre, pero tampoco de derrota. Tras una interpretación más acabada del fallo, más bien se impuso una sensación de calma.       
“Se ha recaracterizado la demanda de Bolivia. Se buscaba negociar contra un resultado predeterminado, es decir, una salida soberana al mar, y sobre ese punto la corte se ha declarado incompetente. Eso explica la alta mayoría del fallo”, comenta el abogado asesor Andrés Jana. 
El logro jurídico, sin embargo, no fue sopesado de la misma manera por los actores políticos avezados en relaciones internacionales. Que la corte haya definido que no puede imponer ningún resultado a una eventual negociación con Bolivia es un hecho que fue opacado por el triunfo simbólico del país altiplánico y la noción de que su demanda sigue sorteando obstáculos hacia la ambigua meta de forzar a Chile a “sentarse a conversar”.
“Es cierto que la decisión de rechazar el recurso afecta otros factores que no son sólo jurídicos, pero hay que pensar a largo plazo. Lo que se debe analizar es si el fallo acerca o no a Bolivia al mar”, afirma Alberto van Klaveren, asesor de la defensa nacional y agente de Chile en la demanda marítima de Perú.
Entre un grupo transversal de parlamentarios y dirigentes políticos se ha instalado la idea de que se está perdiendo una batalla más grande que aquella radicada en La Haya, en el campo de la diplomacia internacional, donde Chile no ha encontrado respuestas adecuadas a la campaña de difusión boliviana, tal como pasó con la de Perú.
Representantes tanto del oficialismo como de la oposición han instalado la tesis de que es necesario dar un giro en la estrategia y revaluar el manejo dado a la política exterior, sobre todo frente a la judicialización de las demandas limítrofes de países vecinos.
“Algo estamos haciendo mal en La Haya. Nuestros abogados dicen siempre que tenemos toda la razón, pero los jueces afirman siempre lo contrario. La diplomacia boliviana se muestra mucho más eficaz que la nuestra. Ya logró convencer a los jueces, y a una parte importante de la opinión pública mundial, que la Guerra del Pacífico fue una agresión chilena. Es falso, pero será muy difícil de revertir”. La frase del senador y ex ministro RN Andrés Allamand da cuenta de una crítica que -a veces en privado, a veces al descubierto- comienza a repetirse entre algunos dirigentes. Aunque cada uno con sus matices.
El ex canciller y senador DC Ignacio Walker lo define así:  “Tenemos que dejar de lado un cierto tono de autosuficiencia y de mirar a Bolivia por encima del hombro. Cuando leí por primera vez la demanda de Bolivia me dije a mí mismo ‘esto va en serio’. No hay que confiarse”, señala el senador.
La arena comunicacional 
Un reconocido actor político retrata una escena que a muchos de sus pares les parece familiar: un emisario nacional se reúne con alguna autoridad latinoamericana, en algún rincón del continente, y le ilustra con lujo de detalles el sustento jurídico de la posición chilena en La Haya. Le habla del Tratado de Paz de 1904, de cómo quedaron fijados los límites y que el asunto quedó zanjado mucho antes de la firma del Pacto de Bogotá, en 1948, que es el que le otorga competencia a la Corte Internacional de Justicia. Indefectiblemente, el interlocutor reconoce solidez a estos argumentos, pero pide abordar el problema desde otra perspectiva, apela a la “buena voluntad” de Chile. “Es una muy buena defensa, ¿pero por qué no le hacen un gesto a Bolivia y se sientan a conversar con ellos?”, es la posición que una fuente asegura haber escuchado de diferentes dignatarios latinoamericanos.
“En el juicio contra Perú, Chile no enfrentó una campaña política tan fuerte como la de Bolivia. La situación entre Chile y Bolivia implica una asimetría, pues hay una victimización de una de las partes, que se presenta como explotada, porque perdió un territorio valioso. Esta imagen es potenciada por Evo Morales”, reconoce un conocedor de la estrategia chilena ante la demanda boliviana.
El Libro del Mar ha sido una de las principales armas de Bolivia, cuya difusión ha estado a cargo del ex Presidente Carlos Mesa en distintos foros y reuniones bilaterales a lo largo y ancho del mundo. En el texto, Bolivia expone acciones de Chile durante el siglo XX que han generado supuestos “derechos expectaticios” que lo obligarían a negociar una salida soberana al océano Pacífico para su país vecino. En respuesta, el gobierno redactó Chile y la aspiración marítima boliviana, mito y realidad, un texto que no encontró la misma recepción internacional, pese a los esfuerzos  chilenos.  
José Miguel Insulza, ex presidente de la Organización de Estados Americanos, conoce bien el ambiente diplomático del continente y considera que “este es un proceso eminentemente político, no sólo jurídico. Y una forma de hacer política es utilizar una buena estrategia comunicacional”. De todas formas, reconoce que la tarea no es fácil: “El caso es difícil de comunicar, porque es muy complejo contrarrestar la imagen del débil versus el fuerte. La inclinación siempre está por el más débil”. 
Quienes conocen la conversación que la Presidenta Bachelet sostuvo esta semana con los ex mandatarios Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera, comentan que los tres ex jefes de Estado le manifestaron a Bachelet que podían hacer mucho más por difundir los argumentos de Chile a nivel internacional, pero que faltaba coordinación con Cancillería.    
Otro de los que han planteado sus diferencias con el manejo que se ha dado hasta ahora, llamando a reforzar el trabajo político y diplomático, ha sido el ex ministro PPD Sergio Bitar. “Tenemos que pasar a una nueva fase, para despejar la fase anterior que estuvo un poco cargada de réplicas y contrarréplicas que no nos convienen ni nos hace bien y no ayuda tampoco a resolver los problemas con la corte. No ayuda a romper la soledad que hoy enfrenta nuestra postura el mantener  mucha polémica con Evo Morales, o dar una sensación de intransigencia, porque la historia de Chile está llena de episodios de negociación. Ahora nos favorece una política más sobria”, argumenta. 
Tanto Bitar como el resto de los que plantean una revisión de las estrategias explican, sin embargo, que no se trata de un cuestionamiento al rol que ha tenido el canciller Heraldo Muñoz, sino más bien un tema de fondo. 
Allamand dice que hay una falla de enfoque: “Más que buscar responsabilidades personales, pues yo creo que el manejo comunicacional del canciller Muñoz ha sido impecable, hay que asumir que tenemos un problema estructural en nuestra política exterior -dice Allamand-. El Papa Francisco, un gran reformador de la Iglesia, no sólo visita Bolivia a semanas del fallo, sino que avala públicamente su posición. ¿Y qué hace nuestra representación en el Vaticano? Nada”.
De acuerdo a senadores oficialistas, este déficit de política exterior se ve reflejado en la poca eficiencia de los últimos gobiernos en levantar hitos diplomáticos distintos a las demandas que han realizado Perú y Bolivia en los últimos años. Algunos recuerdan cómo Ricardo Lagos capitalizó políticamente -tanto en el frente interno como externo- el voto chileno contra la invasión de EE.UU. a Irak en 2003, cuando ocupaba un asiento temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Chile volvió a obtener este cupo en 2013, pero no ha conseguido mostrarse como protagonista en ninguna materia y tiene poco tiempo para hacerlo, pues deberá entregar el puesto el 31 de diciembre de este año. “Debemos abocarnos a otros temas y encapsular el tema de la demanda. Por ejemplo, el rol de Chile en las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las Farc. El acuerdo es uno de los eventos más importantes en Latinoamérica de los últimos 50 años y el papel de Chile no ha sido relevado”, comenta el senador PPD e integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores, Ricardo Lagos Weber. 
Aunque existe un pacto implícito entre oficialismo y oposición de respetar las decisiones de la Cancillería, en la derecha empieza a cundir la alarma, pues perciben que hay países vecinos que durante la administración Piñera se mantenían en silencio y que ahora apoyan abiertamente a Bolivia, como Argentina, Uruguay y Perú, entre otros. “Hay que repensar toda nuestra estrategia jurídica y reposicionar nuestra argumentación en el mundo. Si no lo hacemos rápido, los intereses de Chile corren serio peligro. Si la corte termina diciendo que estamos obligados a negociar, estamos a un centímetro de que nos obliguen a hacer concesiones”, asegura Allamand.
Relanzamiento
La Presidenta Bachelet y el canciller Muñoz llegaron el jueves a Nueva York para participar de la Asamblea General de la ONU. Con el fallo aún fresco, Muñoz comentó que se abre una etapa completamente nueva dentro del proceso jurídico contra Bolivia. “Es virtualmente un nuevo juicio”, señaló el ministro. En ella, se apostará por “nuevos instrumentos comunicacionales” que se darán a conocer en su momento y por “desplegar todo lo que está a disposición para defender el interés nacional”.
La página web “mitoyrealidad.cl” fue una de las primeras herramientas usadas en esta nueva fase. Lanzada apenas unos minutos después de conocido el fallo sobre la competencia de la Corte Internacional de Justicia para conocer el fondo de la demanda boliviana, replica los argumentos contenidos en el documento preparado por Chile, que antes estaban presentes sólo en la página del Ministerio de Relaciones Exteriores. 
Esta es una de las múltiples armas de difusión internacional que planea usar la Cancillería para este nuevo round, el decisivo, que podría alargarse hasta 2017. 





HERALDO MUÑOZ: "SABÍAMOS QUE LA POSIBILIDAD DE GANAR LA OBJECIÓN PRELIMINAR EN LA HAYA ERA LIMITADA"
                                                                                      
Canciller dice que “no podíamos dejar de ejercer un paso procedimental al cual Chile tenía derecho”.

La Tercera de Chile (www.latercera.com)
                                             
Desde Nueva York, el canciller Heraldo Muñoz aborda los elementos de la resolución de la Corte Internacional de Justicia. Además, dice que en las siguientes etapas del juicio Chile utilizará “la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales”.
¿Cómo evalúa el fallo?
Tiene luces y sombras. Si bien se rechazó el recurso de competencia, lo que quedó como nueva etapa del juicio es muy diferente a lo que pretendía Bolivia, pues se redujo significativamente el objeto mismo de la controversia, que ahora se convirtió en una supuesta “obligación de negociar”. Así, el pronunciamiento de la Corte sobre su competencia no afecta en nada nuestra integridad territorial, que es el valor que todos queríamos cautelar y que se ha visto salvaguardado ya en esta etapa procesal preliminar.
¿Le sorprendió que esa decisión se tomara con 14 votos a favor, y sólo dos en contra, entre ellos incluyendo la jueza ad hoc designada por Chile?
La votación es engañosa, pues está claro que los 14 jueces que integraron la mayoría, y más aún los dos votos disidentes, decidieron recortar el caso de Bolivia, sin tocar el Tratado de 1904, que es y ha sido nuestra prioridad. Ahora, no me corresponde evaluar los procesos de toma de decisiones de la Corte, aunque no es inusual que se configuren esas mayorías. Hay fallos que incluso son unánimes.
En el fallo se establece que la Corte no puede predeterminar un resultado de la negociación entre Chile y Bolivia. Sin embargo, ¿puede establecer otros elementos para esa negociación? Por ejemplo, un plazo determinado, condiciones o la participación de algún representante designado por la Corte para que observe que la negociación se desarrolle “de buena fe”?
No voy a especular sobre una eventual sentencia definitiva. Lo que puedo afirmar es que demostraremos que Chile nunca asumió una obligación jurídica de negociar, incluso en los casos en que nuestros países se sentaron a diálogos diplomáticos. Quiero decirlo de manera categórica: la soberanía de Chile no es negociable.
Con la decisión de objetar la competencia de la Corte, Chile se expuso a dos derrotas, por así decirlo. La de hoy, y, eventualmente, si la Corte fallara al final del proceso en favor de Bolivia. ¿Qué efectos podría tener eso?
No creo que los conceptos de derrota o victoria sean aplicables a fallos de carácter judicial. Esto no es un partido de fútbol. Se trata de textos complejos, abiertos a interpretaciones y con consecuencias que a veces van en sentido contrario de lo que parece a primera vista. Uno podría decir que Bolivia ganó la formalidad del tema de la competencia y perdió en la sustancia del fallo, al rechazar la Corte un pronunciamiento sobre un supuesto derecho de Bolivia de acceso soberano al mar.
¿Por qué usted, la Presidenta Bachelet y varios dirigentes han recalcado tanto que la decisión de impugnar fue apoyada transversalmente? ¿No es una suerte de justificación?
La realidad es que los más diversos y amplios sectores argumentaron a favor de la impugnación de la competencia de la Corte. Cuando hablamos de apoyo transversal, lo hacemos para recalcar que el país actuó de manera unida y que la defensa de nuestros derechos es una política de Estado. Este es un tremendo activo del país.
¿Usted, en particular, era siempre partidario de impugnar?
Llegué a la convicción, después de escuchar todos los argumentos y sopesar los elementos en juego, que era una decisión razonable y adecuada. Todo el equipo compartió la misma convicción. Sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción preliminar era limitada en razón de las tendencias de la Corte en tiempos recientes. Pero no podíamos dejar de ejercer un paso procedimental al cual Chile tenía derecho. Y la verdad es que no nos arrepentimos para nada de haber dado ese paso. Hoy el contenido de la demanda boliviana es notablemente más reducido, pues, justamente, la impugnamos preliminarmente.
¿No siente que Chile no cubrió todo los flancos?
La defensa chilena fue integral y, francamente, creo que se desarrollaron bien todos los argumentos posibles. Por supuesto, la etapa de la objeción preliminar nos impedía desplegar todos nuestros argumentos políticos e históricos para no tocar el fondo del caso. Ahora, en esta nueva fase de continuación del juicio, vamos a utilizar la gama completa de nuestros instrumentos y argumentos jurídicos, históricos, políticos y comunicacionales.
¿Pudo haber sido mejor la campaña comunicacional de Chile?
Como dije, Chile desarrolló una estrategia comunicacional que correspondía a la etapa preliminar de impugnar la competencia de la Corte. Por cierto, ahora será distinto, aunque acorde a nuestra identidad, sin estridencias. También es importante precisar bien los contenidos de esa campaña. El relato internacional de Chile es un relato que no se puede reducir a unas pocas consignas efectistas. Lo que se debe proyectar es una imagen integral, de un país que desempeña un papel constructivo y serio en el sistema internacional y especialmente en Latinoamérica.
Bolivia desplegó una fuerte campaña comunicacional y diplomática. ¿Cree que influyó?
No. Otra cosa es que la campaña haya tenido un fuerte impacto interno en Bolivia, y con eco en Chile.
Si cree que esos aspectos no influyen en la decisión de la Corte, ¿por qué Chile también hizo algo similar?
Desarrollamos nuestra campaña informativa en el ámbito diplomático y político, no en el judicial. Ello, porque Bolivia intensificó la internacionalización de su aspiración y, obviamente, estos intentos no podían quedar sin respuesta.
En esta línea, ¿cómo se puede interpretar que la Cancillería chilena emitiera una dura declaración en contra de la Cancillería de Bolivia justo un día antes del fallo? Esto, considerando que se hacía referencia a un comunicado de Bolivia del 4 de septiembre pasado...
Fue una respuesta a una muy dura comunicación que recibimos de Bolivia. Y le puedo asegurar que nuestro tono fue reposado y sobrio.
Desde el 90 a la fecha, Chile siempre ha perdido resoluciones frente a otros países. Así pasó con Argentina y Perú. ¿No será que algo falla en la diplomacia chilena?
Vuelvo a insistir. Es difícil evaluar los fallos de acuerdo a criterios binarios de suma cero. Se trata de decisiones complejas que a veces incluyen transacciones muy relevantes. No ha habido ningún arbitraje en Campos de Hielos, sino un tratado formal entre Chile y Argentina, que ambos países han considerado satisfactorio, aprobado por los respectivos Congresos Nacionales. La sentencia del caso con Perú confirmó los principales puntos jurídicos que defendió Chile, incluyendo la existencia de un límite consistente en un paralelo y confirmando el punto de partida que sostuvimos, aunque con una línea de delimitación que se desvió en forma arbitraria.
¿Por qué no puede haber una conversación o negociación bilateral con Bolivia sobre el tema del mar, como pidió Evo Morales, en paralelo al juicio?
Chile siempre ha estado abierto al diálogo con Bolivia. Incluso hemos reiterado una invitación a Bolivia a reanudar relaciones diplomáticas de inmediato y sin condiciones con el país vecino. Ha sido Bolivia la que concurrió unilateralmente a La Haya y se ha negado, imponiendo condiciones inaceptables e inéditas para un diálogo entre vecinos. ¿Qué país condiciona sus relaciones diplomáticas a una cesión del territorio del otro? Me gustaría discutir con Bolivia un plan ambicioso de integración económica, social, cultural, con miras a proyectarnos juntos y con otros vecinos al mundo y a la cuenca del Pacífico. El desafío de la integración no debería permanecer pendiente.





CLAUDIO TRONCOSO: “ES IMPORTANTE FORTALECER TODA POSIBILIDAD DE EXPLICAR NUESTROS ARGUMENTOS INTERNACIONALMENTE”

El Diario Financiero de Chile (www.df.cl)
                                                                               
Con fallo en mano, el director jurídico de la Cancillería, Claudio Troncoso, enfatiza que si bien la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya de declararse competente para ver la demanda boliviana no fue la esperada, tiene elementos alentadores, como haber acotado el juicio sólo a la obligación de negociar sin el apellido de una salida soberana al mar.
Pero el abogado va más allá y añade que, de ahora en adelante, se debe explicar que un fallo adverso atentaría contra la diplomacia y con la estabilidad de las fronteras.
- ¿Cuál es la principal lectura que se puede hacer del fallo, fue desfavorable a nuestros intereses?
- Hay que partir reconociendo que no es el fallo que uno esperaba. Nosotros esperábamos que la Corte aceptara la alegación de incompetencia. Pero si uno hace una lectura equilibrada de la sentencia, recortó significativamente o acotó el objeto de la controversia y, por lo tanto, las pretensiones bolivianas.
En primer lugar, la Corte entiende que Bolivia no le pide declarar que tiene un derecho soberano de acceso al mar, ni pronunciarse sobre el estatuto jurídico legal del Tratado de 1904, sino que la Corte lo que dice es que el objeto del juicio va a ser determinar si existe o no una obligación de negociar, tampoco se pronuncia si existe o no esa obligación.
Dice que lo que se debatirá es esa existencia o no de una obligación de negociar, pero aquí agrega un aspecto esencial, que incluso asumiendo que la Corte decidiera que existiese esa obligación -cosa que no afirma-, no sería su tarea predeterminar el resultado de cualquier negociación que tuviese lugar como consecuencia de dicha obligación.
- ¿Qué límites tiene la Corte dentro de esa posible obligación de negociar?
- Una negociación de buena fe es una en que las partes plantean sus puntos de vista sobre cualquier tema, pero evidentemente lo que está definiendo la Corte es que no puede abordar esa negociación en el caso que exista esa obligación para conducir a un resultado determinado.
Lo que sea fruto de esa negociación tendrá que resultar de la voluntad de ambas partes, pero no implica que -al iniciar la negociación- que una de ellas esté obligada a darle algo a la otra. Y, por lo tanto, Chile no está obligado, en el evento que llegara a establecerse una obligación de negociar, a una sesión de soberanía.
- ¿Fue un fallo netamente jurídico, o tuvo ribetes políticos?
- El fallo fue jurídico. Ahora, obviamente que el tribunal está compuesto por destacados juristas que además han sido diplomáticos de varios países y que es un órgano dependiente de la ONU. Eso siempre hay que tenerlo presente, pero si uno lee el fallo, no está fundado en motivaciones políticas.
- ¿El despliegue comunicacional que ha hecho Bolivia, tiene relevancia para la decisión de la corte?
- Bolivia, además del equipo jurídico, ha hecho una especial campaña por su causa y que no está ligado necesariamente al juicio.
Independientemente del destino de este juicio, ellos con seguridad van a seguir insistiendo en este tema y es por eso que la campaña tiene ese otro propósito. No creo que una campaña político comunicacional tenga un impacto directo en la corte, allí valen los argumentos jurídicos que tendrán que exponer las partes.
Ahora, Chile también ha hecho ver su posición en el plano político comunicacional en los distintos foros mundiales, este tema es necesario tenerlo presente.
Las clave para la argumentación chilena
- Entonces, ¿cuál va a ser la defensa chilena para contrarrestar el argumento boliviano de que estos ofrecimientos sí constituyen fuente de derecho?
- Hay un punto clave que Chile no pudo desplegar en su argumentación ahora que se veía la objeción: el valor jurídico que eventualmente pueden tener las tratativas, las conversaciones diplomáticas, sobre un asunto que finalmente no prospera. ¿Qué valor finalmente se le asigna a eso?
La exploración de ciertas fórmulas que se hayan sostenido en el pasado no pueden generar derechos y obligaciones a las partes, sino la diplomacia no sería posible.
Lo que pretende Bolivia es contrario al mundo de la diplomacia, haría imposible tener cualquier reunión sobre cualquier tema. El hecho de que se aborde un tema, se intercambien puntos de vista, ya sea a través de minutas, documentos, cartas, no genera ningún derecho a ninguna de las partes mientras no exista un tratado que entre en vigor.
- ¿Habría que reforzar, salir a explicar mejor a la comunidad internacional nuestros argumentos?
- Es importante fortalecer todo lo que es la posibilidad de colocar nuestros argumentos y explicarlos internacionalmente no sólo desde lo jurídico sino que hay un elemento que hay que abordar y que reitero que es el valor de la diplomacia y que es el tema que si se llegara a determinar que tratativas, conversaciones, generan derechos para las partes, la diplomacia no sería posible y eso lo entiende todo el mundo. Todas las cancillerías. Es un argumento central.
- ¿Cuál deberá entonces ser la idea fuerza?
- Este es un tema que no sólo tiene una explicación jurídica, sino que también debe ser desplegado a nivel político e internacional. La idea que el precedente que podría implicar que una corte internacional señale que conversaciones preliminares, que se frustraron posteriormente, generan derechos podría ser peligroso para el ejercicio de la diplomacia, para la estabilidad de las fronteras.
- Pero la Corte al querer revisar esta demanda dice que justamente quiere establecer si esta negociación es o no vinculante para Chile...
- Es porque cualquier obligación de negociar, según la Corte, no podría comprender una revisión del Tratado de 1904, porque si no sería incompetente, y como no podría comprender implica que esa obligación de negociar no podría implicar sesión de soberanía. O sea, estamos hablando de otras alternativas.
Si hay obligación de negociar ésta sería en general, para que ambos países se sienten, conversen y negocien de buena fe, pero que sin que esto signifique llegar a un resultado predeterminado como es al que aspira Bolivia.
- Bolivia apelará al derecho, Chile a una aspiración, ¿Cómo se sustentará nuestra argumentación jurídica en dicho punto?
- Bolivia confunde derecho con aspiración. Puedo tener la expectativa de algo, la legítima aspiración, pero eso es distinto a tener derecho. El derecho genera en la parte que tiene la posibilidad de exigirlo y en la parte que está obligado, la necesidad de cumplirlo; y esto no ocurre en este caso.
- ¿Hay conformidad en el actuar del equipo jurídico que ha visto la demanda, será necesario reforzarlo?
- Siempre estamos en evaluación. Creemos que el equipo jurídico tiene una gran fortaleza, pero si se pueden incorporar nuevas personas se tendrá que evaluar, pero no por una mala evaluación. Quiero destacar que los argumentos fueron sólidos y el equipo es de primer nivel.
"existió consenso al objetar"
- ¿Fue buena decisión haber acudido a la objeción dado el mal resultado que se obtuvo?
- Fue buena decisión. Hubo un examen acucioso de ambas alternativas -tanto de presentarla como de no-, pero se decidió hacerlo. Y si se revisa la prensa del año pasado, hubo una opinión transversal de todo el mundo político en el sentido de la necesidad de presentarla y, por lo tanto, esa señal de unidad es un tema muy importante. Además, desde el punto de vista jurídico, se estableció que si existe un recurso como la presentación de objeciones preliminares, no hay razón para no intentarlo; de otra manera hoy quizás nos estarían diciendo: bueno, pero podrían haber presentado la objeción, y por qué no se hizo.
En términos de imagen pública, tenemos un 14 contra 2 rechazando la objeción como resultado negativo, se puede hacer ahí una primera lectura sin profundizar la sentencia. Pero queda claro y establecido este acotamiento que hicieron los jueces y ese es un elemento favorable. Por lo tanto, en un análisis equilibrado de beneficios y pérdidas, claramente hay una inclinación por el beneficio que tiene una discusión acotada respecto del examen de fondo.
- ¿Por qué la tesis del artículo VI al que se apeló no fue recogida por la Corte, primando el XXXI del Pacto de Bogotá al que acudió Bolivia?
- Para entender cómo razona la corte hay que comprender el objeto de la controversia. En la lectura del fallo, la corte se pronunció primero por el objeto y después por el artículo VI, porque si la Corte hubiese determinado que el objeto es determinar si a Bolivia se le debe otorgar derecho soberano al Pacífico, la corte debió haberse declarado incompetente. Y debió haber dicho que esto afectaba el Tratado de 1904 que está en vigor y por lo tanto queda fuera, ahora ¿por qué llega a decir que el artículo VI no es procedente?, porque como delimitó el objeto a algo distinto al acceso soberano, al no estar en cuestión el Tratado de 1904, entonces no es aplicable el artículo VI. Así, lo interpretaron.





CHILE Y BOLIVIA EN LA HAYA: ¿HACIA UN CALLEJÓN SIN SALIDA?

Diario Correo de Perú (www.diariocorreo.pe/opinión)
                                                                         
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha declarado su competencia en la demanda boliviana para que Chile negocie, “de buena fe”, una indeterminada salida soberana al mar y cumpla una obligación que, según La Paz, “existe independientemente de, y en paralelo al, Tratado de Paz de 1904” entre ambas naciones (Fallo CIJ, par. 30). El tratado establece la soberanía absoluta y perpetua de Chile sobre su territorio, pero Bolivia invoca y documenta compromisos que Chile asumió después de 1904, en el curso de negociaciones bilaterales para encontrar fórmulas que le permitieran un acceso soberano al mar.
Sin embargo, ¿es posible que al final del litigio la Corte adopte una sentencia que induzca a burlar la vigencia de un solemne tratado de paz y límites? Como no es probable, debemos preguntarnos: ¿cuál es la lógica de la Corte cuando decide juzgar una demanda fundada en obligaciones que necesariamente colisionan con un tratado de jerarquía superior?
Construida a manera de un silogismo, la demanda boliviana ha hecho caer a la CIJ en un análisis procesal que podría llevar, al tribunal y las Partes, a un callejón sin salida -además de generar falsas expectativas y alimentar un largo periodo de fricciones políticas y diplomáticas entre dos vecinos distanciados.
El fallo evidencia que Chile erró al incurrir en actos que Bolivia considera obligatorios. Lo hizo cuando sus relaciones con el Perú eran poco auspiciosas y no se vislumbraba una integración bilateral tan fuerte como la que ahora los liga en el plano económico y social. La espectacular interdependencia desarrollada entre Tacna y Arica demuestra la inteligencia del estatuto especial que vincula esos territorios en el Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario, así como la importancia de mantener incólume la estabilidad de esa frontera.
El Perú no debe interferir de palabra ni obra en esa controversia. Solo puede desear que la sentencia final de la CIJ no conduzca a la revisión de tratados de límites vigentes, y evite callejones sin salida. Lástima que no aplicó el artículo VI del Pacto de Bogotá, propuesto por el diplomático peruano Víctor Andrés Belaunde para que la justicia internacional no reabra problemas ya zanjados por las Partes en litigio. Las decisiones de la CIJ deberían fortalecer -no debilitar- ese pacto interamericano, tan necesario para la solución pacífica de controversias.





SEBASTIÁN PIÑERA: "EL GOBIERNO TIENE QUE COMPRENDER QUE BOLIVIA HA SIDO MÁS ACTIVO EN GENERAR SIMPATÍAS"

El ex Mandatario advierte que en la controversia con el gobierno de Evo Morales hay que "recuperar el tiempo perdido". "Bolivia ha logrado establecer esta idea de David contra Goliat y es muy importante que Chile fortalezca su estrategia, no solamente en lo jurídico, sino que también en lo diplomático y en lo político", afirma.

La Tercera de Chile (www.latercera.com)
                                                              
Un día después del fallo de La Haya, el ex Presidente Sebastián Piñera analiza la resolución de la corte internacional y destaca como un factor clave en su resultado la estrategia comunicacional del gobierno de Evo Morales. “En el terreno de la política internacional, de las comunicaciones, Bolivia ha hecho un trabajo que ha demostrado ser muy exitoso”, afirma en esta entrevista, en la que sólo aceptó abordar este tema. 
Usted señaló que no estaba satisfecho con el fallo. ¿Cuáles son, a su juicio, los componentes de derrota? Hablé de insatisfacción, no de derrota. Todos hubiéramos preferido que la corte acogiera la excepción preliminar de competencia presentada por Chile. Si la corte la hubiese acogido y hubiera declarado su no competencia, la demanda boliviana habría terminado y sería parte de la historia. ¿Por qué no hablo de derrota? Porque si uno lee cuidadosamente el fallo tiene que concluir que la sentencia limita seriamente las pretensiones bolivianas. Y, en consecuencia, de una lectura cuidadosa, queda garantizada la soberanía y la integridad territorial de Chile. 
¿Usted era partidario de presentar la objeción ante la corte? 
Sí, porque estoy convencido de que la corte no tiene competencia para conocer la demanda boliviana. Pero, además, creo que Chile tiene que ejercer todos sus derechos, esgrimir todos sus argumentos y emplear todos los medios disponibles en la defensa de sus legítimos intereses.
¿Es efectivo que los otros ex presidentes también eran partidarios de este camino?
Tuvimos una reunión los cuatro ex presidentes, el ex Presidente Aylwin, Frei, Lagos y el que habla, con la Presidenta Bachelet. Esa fue una reunión privada, pero dado que ha trascendido, confirmo que los cuatro ex presidentes éramos de la opinión de que era conveniente para Chile presentar la excepción preliminar.
Sin embargo, el contundente fallo de 14 a dos ha dejado a Chile intentando explicar por qué no sufrió una derrota… 
Más que mirar el número de votos a favor o en contra, cuidado, porque ni siquiera  la jueza ad hoc designada por Chile votó en favor de la tesis chilena de incompetencia, sino que en favor de postergar la definición de competencia, y resolverla junto con el fondo de la demanda boliviana. Por eso, más que los números 14-2, lo importante son los contenidos y las consecuencias del fallo. Y hoy la demanda boliviana que reconoce la corte es muy distinta a la demanda original que presentó Bolivia en su memoria. El fallo ha aclarado aspectos importantes para la posición y los intereses de Chile.
Se plantea que los climas políticos permean a los tribunales, incluida La Haya. ¿Cómo cree usted que afectó el clima en esta resolución?
Tengo entendido que el fallo se adoptó en junio en su fondo y en su contenido. Sin duda que la Corte Internacional de La Haya ha demostrado que no es una corte que falle en estricto derecho. Que incorpora elementos creativos y se deja influir por aspectos no jurídicos, sino que de otra naturaleza. Desde ese punto de vista, creo que para Chile es muy importante destacar que la no declaración de incompetencia de la corte crea un incentivo a que los países que tengan reivindicaciones territoriales o marítimas, que ya estén zanjadas por tratados vigentes, pretendan por la vía artificial de establecer un derecho o una obligación de negociar, revisar esos tratados. Y eso es extremadamente peligroso y preocupante no sólo para Chile, sino que para toda la comunidad internacional. 
Si dice que el fallo supone una incertidumbre respecto del respeto de los tratados limítrofes, ¿cómo se explica que la demanda boliviana vaya generando mayor simpatía, en especial en América Latina?
Es verdad. En el terreno de la política internacional, de las comunicaciones, Bolivia ha hecho un trabajo que ha demostrado ser muy exitoso. Ha comprometido en forma muy intensa a dos ex presidentes: el ex Presidente Rodríguez, que es agente, y el ex Presidente Mesa, que ha sido un verdadero embajador. Aunque el Presidente Evo Morales está utilizando el tema de la “mediterraneidad” boliviana y de su demanda por acceso soberano al mar por razones políticas internas, también es cierto que ha logrado establecer la idea de que la mediterraneidad boliviana es la causa del retraso en materia de desarrollo económico de Bolivia, lo cual es absolutamente falso. Ha logrado establecer esta idea de David contra Goliat, del débil contra el fuerte y, por tanto, creo que es muy importante que Chile fortalezca su estrategia, no solamente en lo jurídico, sino que también en lo diplomático, en lo político y en lo comunicacional. Nosotros no podemos permitir que eso continúe y tenemos que recuperar el tiempo perdido. 
Durante su gobierno, la política exterior fue criticada y se le calificó de “aislacionista”. ¿Reconoce un déficit de su administración en el respaldo que la demanda boliviana concita en otros países? 
Esa crítica de aislacionismo que usted menciona me parece tremendamente injusta y absolutamente injustificada. Y déjeme darle algunos elementos. Durante nuestro gobierno hubo cuatro asambleas de la OEA. Durante las tres primeras: 2010, 2011 y 2012, aun cuando una de ellas se realizó en Bolivia, ésta nunca logró aprobar ninguna resolución en su favor, a pesar que lo intentó en forma muy sistemática e incluso majadera. Todos los países, salvo Nicaragua, siempre apoyaron la tesis chilena de que este era un tema bilateral. Más aún, en la asamblea de la OEA del 2013, cuando ya Bolivia había presentado su demanda, intentó que este tema fuera parte de la agenda de la asamblea, pero no tuvo ningún respaldo. Durante nuestro gobierno, a Chile le tocó presidir la cumbre Celac, que es la comunidad de todos los países de América Latina y el Caribe, cuya primera cumbre se realizó en Chile y tuve la oportunidad de rebatir en forma fuerte y clara los argumentos y los postulados que sostuvo Evo Morales. Chile tuvo el liderazgo de incorporar la cláusula democrática a Unasur, y logramos crear, con un gran liderazgo de Chile, la Alianza del Pacífico. Por tanto, me parece a mí absurdo que porque hoy día, cosa que no ocurría durante nuestro gobierno, personeros como el Papa o de países como Argentina, Uruguay o Perú, hayan hecho declaraciones contrarias a los intereses de Chile, se pretenda culpar a nuestro gobierno. Eso es echarle la culpa al empedrado, y eso no resuelve ningún problema.
¿Y a qué usted cree que obedece que en el último año se hayan sucedido estos gestos en favor de Bolivia, cuando uno podría decir que son gobiernos ideológicamente más afines al de la Presidenta Bachelet?
Eso no ocurrió durante nuestro gobierno y, por tanto, esta es una pregunta que debiéramos hacérsela al actual gobierno, pero creo que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos por explicar, difundir y defender los argumentos y los intereses de Chile en todas las instancias que tengamos disponibles, incluyendo el campo diplomático, político y comunicacional. 
¿Cree que ha habido un déficit del gobierno en ese esfuerzo?
Sí. Basta ver lo que está ocurriendo: Bolivia ha sido mucho más exitoso en exponer, difundir, defender y ganar adhesión para su causa que Chile. Y eso no debiésemos ignorarlo, sino que tenemos que reconocerlo para corregir la acción. Chile tiene que reforzar su estrategia no solamente en la defensa jurídica ante la corte, sino que en el terreno político, diplomático, comunicacional, usar todas las instancias y usar todos sus personeros. Yo quiero reiterar que al igual que todos los otros ex presidentes, estoy absolutamente disponible para colaborar con Chile en esta causa, como lo hemos hecho cada vez que la Presidenta o el gobierno nos lo ha pedido. Pero, por ejemplo, el rol que ha jugado el ex Presidente Mesa o el ex Presidente Rodríguez ha sido muy importante, y la lección que tenemos que sacar es que no basta con tener la razón, hay que también ser capaz de explicarla, difundirla y apoyarla. 
Da la impresión de que usted siente que no se ha recurrido lo suficiente a figuras como los ex presidentes. ¿Es esa su opinión? 
Los ex presidentes hemos estado siempre disponibles para colaborar con el gobierno en la defensa de la causa chilena. Y, de hecho, hemos hecho muchas gestiones y hemos realizado muchas tareas, pero lo que estoy diciendo es que el gobierno tiene que comprender que en esta materia, en el campo de la política, de las comunicaciones, de la generación de simpatías, Bolivia ha estado más activo y ha tenido mejores resultados que Chile, y esa es una lección que tenemos que aprender.
Hay gente que plantea que -por el contrario- se debieran relevar otros aspectos de la política exterior…
Por supuesto que no tenemos que “bolivializar” la política exterior chilena. Por eso, durante nuestro gobierno hicimos grandes esfuerzos. Por ejemplo, cuando el Presidente Santos me llamó por teléfono para plantearme la posibilidad de que Chile acompañara el proceso de paz de Colombia, aceptamos. Lo mismo en la creación de la Alianza del Pacífico. Pero, al mismo tiempo, Chile nunca descuidó la relación con el resto de América Latina. Por ejemplo, es cierto que existe una cierta simpatía ideológica entre algunos gobiernos de centroizquierda en América Latina, pero eso no ha tenido efectos en la posición de esos países respecto de este diferendo entre Chile y Bolivia. 
¿Usted cree que el gobierno ha subestimado la política comunicacional de Bolivia en el tema de la demanda?
Creo que Bolivia ha tenido una estrategia más allá de lo jurídico, sino que en el campo político, comunicacional, muy activa, muy agresiva y que le ha dado buenos resultados. Y que Chile tiene que reconocer que en esa materia se ha quedado atrás y tener una actitud más proactiva y utilizar todos los foros, todos los medios, todos los personajes y todas las instancias para que la posición chilena sea conocida, comprendida y apoyada.
¿Usted es de los que piensan que hay que replantearse la permanencia en el Pacto de Bogotá?
 En primer lugar, la Corte Internacional de Justicia de La Haya es el órgano jurídico más importante de Naciones Unidas, pero no es el único organismo donde se pueden resolver controversias. Chile tiene que analizar en forma muy reflexiva y con mucha serenidad, no ahora, porque no es bueno hacerlo en caliente, los elementos positivos y negativos, favorables y desfavorables a nuestra permanencia en el Pacto de Bogotá. Quiero mencionar que hoy día, de los 30 y tantos países latinoamericanos, sólo 14 países pertenecen al Pacto de Bogotá y varios ya lo han denunciado, como por ejemplo fue el caso de Colombia. Y, además, quiero también recordar, para tener plena claridad, de que nuestra permanencia o no permanencia en el Pacto de Bogotá no tiene ningún impacto sobre la demanda boliviana, porque ésta ya está presentada.
¿Cómo debiera llevarse la relación con Bolivia de aquí en adelante? 
Chile tiene que tener una actitud constructiva, tiene que estar dispuesto a avanzar en la solución de los problemas, pero no tiene que tener bajo ningún punto de vista una actitud ingenua. Hay que tener mucho cuidado en la relación con Bolivia y con el Presidente Morales, porque él utiliza esta causa para fines de propósito de política interna, es muy poco respetuoso con la verdad y, además, muchas veces falta el respeto a las autoridades chilenas. Por eso, en esta materia hay que tener una posición constructiva, pero firme y sin ninguna debilidad.





DECLARACIONES DEL AGENTE BULNES ABREN DEBATE SOBRE ALCANCE DE FALLO DE LA CORTE

El Mercurio de Chile (www.economiaynegocios.cl)
                                                       
"Creo que comunicacionalmente, algunos, sin darse cuenta, le han hecho un gran favor a Bolivia al declararnos derrotados". Con esas palabras el agente de Chile ante La Haya, Felipe Bulnes, se refirió a la lectura de "derrota" que ha surgido en algunos sectores tras el fallo del pasado 24 de septiembre en que la Corte se declaró competente para conocer la demanda boliviana, y apuntó a que el fallo "dañó el corazón de sus pretensiones".
En este sentido para el senador y miembro de la comisión de Relaciones Exteriores, Ricardo Lagos Weber (PPD), "el fallo, efectivamente, rediseñó la demanda boliviana cambiando su naturaleza". Sin embargo enfatizó en que el desafío ahora "es explicarle a la opinión pública chilena que lo que la Corte hizo es limitar severamente las aspiraciones bolivianas, porque a ojo de la ciudadanía, que no es experta en estos temas, lo que entiende es que nos fue mal".
En la misma línea, para el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, Jorge Sabag (DC), "la Corte, para poder declararse competente, amputó la posibilidad de conseguir un resultado específico" en la negociación exigida por Bolivia. Sabag apuntó, además, que "la interpretación que hace Felipe Bulnes es acertada", y que "los fallos hay que leerlos hasta el final, porque para declararse competente la Corte tuvo que reducir sustancialmente la aspiración boliviana".
La mirada de Bulnes, sin embargo, no es compartida en todos los sectores. El senador de la UDI Juan Antonio Coloma señaló que "el mayor daño es decir que aquí no ha pasado nada. Si alguien cree que hay que decir que es un buen fallo, estoy en desacuerdo". El senador agregó también que "yo no les echo la culpa a los abogados, sino a quienes juzgan y por eso soy partidario de salirnos del Pacto de Bogotá ya que es una instancia politizada".
Mientras que el diputado RN José Manuel Edwards añadió que el pronunciamiento del Tribunal es un "mal fallo para Chile".





UN CHILENO LO CELEBRA

Diario UNO de Perú (www.diariouno.pe)
                                              
Conviene decirlo directa y claramente: el reciente fallo de la Corte Internacional de La Haya es una noticia feliz para todos, para bolivianos, chilenos y la humanidad toda.
Aunque las viejas pequeñeces y bajas pasiones se resisten a morir y los nuevos pilares éticos de la solidaridad y la fraternidad no terminan de nacer, el reciente fallo es un indicador de que el movimiento está en la realidad y, qué duda cabe, es imprescindible empujarlo.
Más allá de las necesarias consideraciones legales, el hecho fundamental es que es una gran victoria política para la justicia histórica, la integración regional y un orden mundial sustentable. Los tratados se hacen y se deshacen como todo lo humano, es una ignorancia peligrosa desconocerlo. Lo que importa es para qué sirven, o no.
Y Bolivia necesita que se le devuelva el acceso al mar. No solo porque se le arrebató por la violencia y tratados firmados con la pistola al pecho; no solo porque la integración regional soberana, imprescindible para la felicidad de nuestros pueblos, no podrá ser sin resolver este obstáculo pendiente; no solo porque es económicamente deseable y perfectamente posible para ambas partes.
Sino además, porque la humanidad no podrá sobrevivir a las múltiples crisis: ecológicas, alimentarias, energéticas, bélicas, económicas y políticas, sin nuevos pilares éticos. Aquí no hay posibilidad a equívocos, son las bajas pasiones, los chauvinismos, los egoísmos, los que tienen a la humanidad al borde del abismo en todos esos ámbitos.
Y no hay posibilidad de superar el crucial desafío, sin fundamentar el orden mundial sobre nuevos valores rectores de solidaridad, cooperación y fraternidad. No hay conclusión más realista y más pragmática.
Más vale comprenderlo con seriedad y empezar cuanto antes y con decisión este cambio. Y la devolución soberana de mar a Bolivia es una gran oportunidad para avanzar en ese camino de regeneración y sobrevivencia humana.
Por eso, el reciente fallo es una gran noticia que nos acerca un poco más al día feliz del mar para Bolivia, que debe llegar, tienen que llegar y llegará.





CHILE Y EL VECINDARIO

La Tercera de Chile (www.voces.latercera.com)
                                                                               
Chile se pregunta, desde hace algunos años, si ha hecho mal los deberes de política exterior. A la sensación de aislamiento o cuando menos incomprensión por parte de la región latinoamericana y de debilidad en ciertas instancias internacionales, se suma la duda: ¿Somos víctimas de un apego excesivo a la normatividad internacional que nuestros críticos aprovechan para obtener ventajas frente a nosotros por razones históricas de las que esta generación de chilenos no es responsable?
Este es el clima psicológico en el que surgen cuestionamientos políticos y jurídicos a la forma en que las autoridades chilenas han conducido la etapa preliminar del proceso que los enfrenta a Bolivia (como los hubo a la forma en que se llevó a cabo el que enfrentó a Chile con el Perú). Inevitablemente cuando las pasiones se apoderan de la discusión pública, surgen planeamientos como el que pretende que Chile denuncie el Pacto de Bogotá y rechace seguir en La Haya, o el que responsabiliza a quienes plantearon la objeción a la competencia del tribunal mundial del fallo que ahora los chilenos lamentan.
Todo esto va contra el sentido común. Si Chile no hubiera planteado la objeción preliminar, la acusación contra el gobierno habría sido que, al aceptar la competencia de La Haya sin más, estaba validando la demanda de Evo Morales, abriendo resquicios para que un tribunal que ya había fallado, en un caso anterior, en un sentido que Chile interpretó como adverso volviera a castigar a este país.
¿Y qué hay del retiro del Pacto de Bogotá? Es evidente que retirarse en medio de un proceso en marcha supondría dejar a Chile expuesto a una crítica internacional despiadada, habida cuenta de que la aspiración marítima de Bolivia tiene ya desde hace algún tiempo lo que se llama “buena prensa”. Haberlo hecho antes, ¿habría sido una forma de triunfo para Santiago? No: habría sido interpretado como una tácita aceptación de que Bolivia tenía la razón y por tanto de que Chile se sabía perdedor de antemano. Para no hablar, por supuesto, de lo importante: un país de instituciones serias como Chile no puede actuar de esa manera en el plano internacional sin pagar un costo significativo. No es lo mismo que la Venezuela del chavismo se retire de la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos -porque nadie espera de semejante gobierno un elemental respeto por el entramado jurídico internacional- a que se retire Chile de La Haya.
Es cierto que países muy desarrollados se mantienen al margen de ciertos espacios jurídicos internacionales. El caso que chilla más es el de Estados Unidos, que no acepta la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Pero no es lo mismo una superpotencia que mantiene su aura de baluarte del mundo libre y democracia de alta sofisticación exhibiendo un lunar jurídico que un país pequeño en vías de dar el salto al primer mundo que soporta reclamos históricos sustrayéndose a instituciones del derecho internacional civilizado.
A lo cual se añade un inconveniente diplomático no menor: si Chile, a pesar de los esfuerzos que hace para llevarse bien con el vecindario, incluidos los países más pendencieros, es decir los que quisieran desterrar el modelo de democracia liberal globalizada que representa, soporta periódicamente cargas de fusilería diplomática, ¿qué no le dirían en cuanto foro existe sus vecinos una vez que hubiera renunciado a La Haya? No es difícil imaginar el espectáculo de gobiernos que ofenden la conciencia civilizada todos los días con sus abusos contra los derechos humanos y sus prácticas empobrecedoras en materia económica acusando a Chile, en nombre de la civilización, de ser un país abusivo y bárbaro.
Todo esto apunta a lo mismo: Chile -mejor dicho: las generaciones actuales de chilenos- tiene que lidiar con las consecuencias de tener un país más desarrollado y exitoso, y también de tener una historia con más triunfos dolorosos para los perdedores, que sus vecinos. Y ese asunto de fondo no admite el uso de una fórmula mágica en el campo diplomático. Por ello, antes de preguntarse qué se ha hecho mal, los chilenos deben aceptar que en muchos casos no había opciones mucho mejores.
Chile lo ha intentado todo: tener en ciertos momentos una actitud más afirmativa en defensa de su modelo frente a los populistas autoritarios y, en otros, poner la otra mejilla y contemporizar con ellos; promover a veces activamente la Alianza del Pacífico, lo que ponía nerviosa a la izquierda latinoamericana, y aplicar otras veces el freno a esa iniciativa desde el punto de vista de los gestos y el discurso público para tender puentes hacia otras iniciativas de integración regionales, como el Mercosur y Unasur, que tienen los problemas que ya conocemos; actuar por momentos de un modo que resultaba incómodo para Brasil por la proyección unilateral que ejercía Chile y, en otros, como durante los primeros tiempos de esta segunda administración de Bachelet, extremar la amistad con Brasilia; por último, actuar como un aliado no sólo comercial sino también ideológico de Estados Unidos en ciertas circunstancias y, en otras, como algunas elecciones para la Secretaría General de la OEA o la política hacia Cuba antes de que se pusiera de moda el castrismo en la Casa Blanca, hacer carantoñas a La Habana.
En ninguno de los casos, ni cuando hacía una cosa ni cuando hizo la contraria, puede decirse que Chile “resolvió” el problema de fondo: su condición excéntrica. Chile es diferente y, como el alumno al que ven raro los demás chicos de la clase, despertará siempre, mientras siga siendo Chile, los sentimientos que con frecuencia se traducen en sinsabores diplomáticos -o jurídicos-. Esta es una realidad con la que los chilenos tienen que aprender a convivir porque eludirla, creyendo que el problema verdadero es que se han hecho mal las cosas en política exterior en tales o cuales circunstancias, es una ingenuidad y representa una pésima lectura del vecindario. También, en muchos casos, es un error de percepción en cuanto la existencia de opciones sin costo. No las hay.
No hay sino que ver la demanda boliviana para entender que Chile ha intentado buscar fórmulas de solución en distintos momentos al conflicto con Bolivia. Se acusa a Chile de intransigencia en algunas materias y, sin embargo, toda la demanda boliviana se basa en lo contrario: constantes muestras, por parte de Chile, de haber estado dispuesto a negociar. De otro modo los bolivianos no podrían argumentar que Chile despertó en ellos “expectativas” de una salida al mar. Aunque cuesta mucho creer que La Haya puede dar a esto más peso que al Tratado de 1904, la idea, creo, vale independientemente de cuál sea el fallo, suponemos que dentro de pocos años, con respecto a la demanda boliviana. A lo que voy es a que no radica el problema en la actitud de Chile, que en muchos momentos ha sido dialogante y deseosa de comprensión y amistad, sino en un pecado original del que las actuales generaciones de chilenos no son directamente culpables. La excepcionalidad chilena en un vecindario con tantas frustraciones históricas es la verdadera culpable. Y eso no es un asunto de política exterior contingente.
Dicho todo esto, ¿hay algo que pueda hacer la política exterior para que Chile salga de esta situación de acorralamiento en que parece verse a sí misma de tanto en tanto?
La política exterior no debería nunca confundir los medios con los fines. Ese riesgo aumenta mucho si uno confunde las causas con los síntomas. Los reveses que haya podido tener Chile en materia jurídica internacional (aceptando por un momento que lo sucedido en el tema procesal en relación con la demanda boliviana ha sido un revés) y las dificultades para convencer a varios países latinoamericanos de la racionalidad de su posición en ciertas materias no son causas sino síntomas. Por tanto, creer que atacando esas causas que en realidad son síntomas con una política exterior más acertada se evitarán problemas en el futuro es, me parece, un error. Que las actuales generaciones de chilenos tengan que sufrir las consecuencias de las actuaciones históricas de generaciones anteriores es algo que tiene que ver con una mezcla de orgullos heridos de países del vecindario y de percepciones con respecto al poderío relativo de uno y de otros; y esto no es algo que pueda solucionarse con decisiones políticas. Al menos, no de forma cabal.
Lo cual me lleva de vuelta a la idea anterior: los fines no son lo mismo que los medios. Ser querido y comprendido o aceptado por los países que hoy se muestran hostiles, o que de tanto en tanto demuestran no compartir las tesis chilenas, no es un fin en sí mismo. El fin -al igual que en el caso de otros países de la región- es que Chile sea próspero y desarrollado y pueda vivir en paz; sus relaciones -los métodos- deben estar al servicio de ese objetivo. Ello implicará muchas veces ceder en ciertos aspectos, en otras ocasiones exigirá mantenerse en sus trece aun a costa de no despertar sentimientos de unanimidad en la región, y siempre, en toda circunstancia, ir avanzando hacia la integración con el mundo. Digo “mundo” porque esa integración es más amplia que la integración latinoamericana, cuyas dificultades son múltiples, en parte por las diferencias ideológicas entre unos y otros en el vecindario, y en parte porque la vocación integradora tiene intensidades muy distintas según el caso; en ciertos gobiernos, brilla por su ausencia.
Los países que han tenido más éxito en el mundo alcanzaron su estatus pasando por toda clase de etapas, algunas muy turbulentas. Tuvieron momentos de amistad y momentos de alta tensión -y a veces conflicto abierto- con los países de su vecindario, pero procuraron no distraerse de su objetivo. Adaptaron los métodos a los fines sin perder de vista los fines casi nunca. En cambio, una de las razones por las que la integración ha sido tan precaria y mediocre en América Latina es que los medios -por ejemplo, figurar unos y otros en alguna iniciativa conjunta o crear alguna estructura a la cual poder llamar “integradora”- se convirtieron en un objetivo más importante que el verdadero objetivo: el desarrollo, la prosperidad y esa paz que sólo dan los intercambios libres en todas las áreas. ¿No es acaso el Mercosur, para citar un ejemplo, un caso perfecto de eso mismo?
¿En qué debe traducirse para Chile todo esto? En seguir avanzando junto a quienes quieran avanzar con él, en llevar la fiesta en paz pero no perder más tiempo del necesario tratando de complacer a quienes objetan la mera existencia de un vecino más exitoso, y procurar, de vez en cuando, encajar con dignidad alguno que otro revés nacido de problemas históricos. Reveses que no van a destruir a Chile ni mermar su fortaleza como sociedad, sólo herir un poco el orgullo.
Lo que puede mermar a Chile es que los chilenos pierdan de vista qué hizo posible su relativo éxito y qué permitirá llevarlo a un nivel superior. Pero esa es otra historia.





CHILE, BOLIVIA: INACEPTABLE TEMA PENDIENTE
La Tercera de Chile (www.latercera.com,cl)
                                           
Según la visión jurídica que impera en el gobierno, Bolivia no ganó nada y Chile aseguró sus fronteras. Pero la política exterior es más compleja, dice José Rodríguez Elizondo, quien llama en este artículo a superar la aversión al riesgo y entender que los silencios políticos sólo valen cuando se saben romper.
Como sospechamos desde un principio, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) equilibró su fallo del 24. Por una parte, autoafirmó su competencia, propinando a Chile una goleada procesal (14 votos contra 2). Por otra, limitó las ilusiones expectaticias de Bolivia, al proclamar que no está disponible para desconocer tratados de fronteras.
Quizás por eso, nadie planteó rectificaciones en el entorno presidencial y la Presidenta pudo decir que Bolivia “no ha ganado nada”. Pero, en paralelo, comenzaron distintas réplicas extraoficiales, entre las cuales está el retiro del proceso, el retiro del Pacto de Bogotá y el retiro de las cabezas de los miembros del equipo jurídico.
Distinta fue la reacción de Evo Morales. El Presidente boliviano -quien según José Miguel Insulza “parece tener más claro que éste no es sólo un proceso jurídico”- recibió el fallo con un nuevo golpe de audacia. En medio del jolgorio popular, replanteó la posibilidad de salirse del proceso ante la CIJ para resolver el “tema pendiente” mediante un diálogo bilateral.
Todo esto induce una pregunta molestosa, sobre un tema que eludimos y que está en la base de las dos demandas que nos han asestado: ¿Cuándo y cómo apareció en nuestra realidad ese “tema pendiente” que evoca Morales?
En el génesis de todo conflicto internacional está el verbo diplomático. Un lenguaje especializado que no debe confundirse con la ambigüedad, pues no sirve para sacarle el glúteo a la jeringa. Aunque sutil e indirecto, está cargado de significados claros... para los buenos entendedores.
En su esencia es una forma de autocontrol, para evitar que los exaltados salten del improperio a la provocación, adjudicando a su país el peligroso rango de agresor. Harold Nicolson, un británico que sabía mucho de esas cosas, enseñó que ese lenguaje equivale a una “cautelosa inexactitud” para decir cosas punzantes o hirientes sin ser provocativo.
En ese léxico la palabra “inaceptable” refleja una alta decisión de Estado y se emplea cuando un conflicto se pone espeso. Por lo mismo, es de uso restringido y equivale a una disuasión sin uniforme.
Ante un “inaceptable” dicho con gravedad, el contradictor debe asumir que hasta ahí nomás llegó. No cabe, por tanto, soltar un “casi inaceptable” o un “más o menos inaceptable” ante una pretensión ingrata.
Sin embargo, como la ambigüedad es parte vetusta de nuestro ADN, en Chile hemos evitado el uso de tan preciso vocablo. Un ejemplo lo dio el general Pinochet cuando se hizo el olvidadizo con el memorándum Bákula, que marcaría el inicio del conflicto por la frontera marítima con Perú.
Otro ejemplo de escasez está en la historia de nuestras reacciones ante la aspiración marítima de Bolivia, post Tratado de 1904, que fijó las fronteras de modo “absoluto y perpetuo”. En ambos casos Chile soslayó instalar la frontera semántica de lo “inaceptable”.
Bolivia ambiciona Arica desde su nacimiento, en 1825. Esa provincia ex peruana es su espacio vital marítimo, y la ha perseguido por todas las vías, incluso la guerra con Perú. Tan dura es su política de Estado sobre ese objetivo, que siguió aplicándola incluso después del Tratado chileno-peruano de 1929 que adjudicó Arica a Chile.
Pero los chilenos, rehenes de la política de seducción boliviana de Domingo Santa María, dimos márgenes de esperanza a Bolivia y, peor aún, en 1949 pestañeamos. En efecto, negociamos un corredor boliviano soberano hacia el Pacífico, que pasaba por Arica, sin considerar que poníamos en peligro el Tratado de 1929 con Perú, por soslayar lo pactado en su Protocolo Complementario.
Nuestros internacionalistas más serios se alarmaron. Recordaron que ese Protocolo estableció un estatuto especial para Arica y Tacna, que impedía ceder sus soberanías sin “previo acuerdo” entre Chile y Perú.
El ex canciller Conrado Ríos Gallardo, negociador del instrumento, pronosticó problemas graves con Perú si la negociación con Bolivia fructificaba. Él sabía que cuando una pretensión externa no se rechaza in actum, como inaceptable, el tiempo convierte esa omisión en precedente positivo, después en ítem insoslayable, y la pretensión termina convertida en “tema pendiente”.
Fue lo que sucedió. Aquella negociación fracasó, pero su contenido quedó tatuado en la memoria boliviana, y nadie imaginó que algún teórico del siglo XXI podría tipificarla como un “acto unilateral de Estado”.
Así, en el largo plazo el tema del corredor reapareció como “enfoque fresco”, inspiró los acuerdos de Charaña, pasó a una “agenda sin exclusiones” y en 2006 terminó con nombre y apellido propio: el “tema marítimo” del punto 6 de la agenda bilateral de 13 puntos. Era un señor tema pendiente.
A esa altura, los evaluadores bolivianos dedujeron que Chile se había instalado más cerca de lo posible que de lo inaceptable. Quizás pensaron que la glosa del punto 6 (versión internet) lucía gentil, al decir que la posición chilena “se mantiene en una perspectiva legalista, desde la cual no se considera como una vía realista la revisión del Tratado de 1904 o la cesión de territorio con soberanía”.
A mayor abundamiento, cuando en 2009 se promulgó una Constitución boliviana que legitimaba la decisión unilateral de zafar del Tratado de 1904, nuestra reacción fue tan opaca que hasta hoy se mantiene como secreto de Estado. Fue el último ingrediente de Morales para decidir que la cobertura de su estrategia de acción debía ser jurídica, con base en la “contrasimbolización”. Es decir, Bolivia invocaría el derecho de la justicia, contra un Chile que identifica su política exterior con el respeto al derecho de los tratados. Era su versión civil del viejo principio militar de arrastrar al enemigo al escenario más conveniente y menos riesgoso, en el tiempo oportuno.
A esa altura en Chile se estimó, de manera tácita, que ya no cabía un inaceptable a secas. Visto lo cual, se optó por decir que jurídicamente no debíamos nada a Bolivia y plantear dos inaceptables relativos.
Según el primero, podríamos cederle soberanía, pero con compensaciones equivalentes y sin seccionar nuestro territorio. Tácitamente, esto suponía olvidarse de la intangibilidad del Tratado de 1904, reponer la sobria modificabilidad de común acuerdo y soslayar la mención a Arica, que era el único espacio viable. Se supuso que conseguir la “anuencia” peruana era una tarea para Morales.
El segundo inaceptable relativo no afectaba el Tratado ni el Protocolo, pues consistía en ceder a Bolivia un enclave fuera de su ambicionada Arica. Académicamente consta en el Acta de Lovaina de 2006, firmada por los participantes de Bolivia, y tuvo un principio de negociación durante los gobiernos de Ricardo Lagos y Hugo Bánzer. Lo paradójico, ahora, es que este inaceptable no es aceptable para Bolivia, pues no implica cesión de soberanía.
A ese galimatías en que nos metió la aversión al riesgo, la presión irreductible de Bolivia y nuestro histórico fetichismo jurídico (ver recuadro), se agregó, como último rubro de confusión, la demanda ante la CIJ. Al inicio, interrogado sobre la posibilidad de abrir para Bolivia la metafórica puerta de la salida soberana al mar, en un contexto judicial, nuestro canciller Heraldo Muñoz respondió que se trataba de “una puerta cerrada para siempre”. Fue lo más cerca que Chile ha estado de declarar inaceptable la pretensión de Bolivia.
Sin embargo, esa contundencia se desvalorizó al asumir Chile la judicialización, exponiéndose a un “fallo creativo”. Es que, una vez dentro del juicio, el cierrapuertas de Muñoz dependería de la aprobación de la CIJ. Pero, como la historia es pendular -corsi e ricorsi, decía Vico-, el jueves pasado los jueces decidieron autolimitarse, para no incidir sobre la integridad territorial de Chile. Quizás influyó ese rasgo de tardía firmeza del último canciller.
Ergo, hoy estamos ejerciendo una soberanía judicialmente intervenida, en cuanto podemos ser obligados a negociar sobre un tema de límites, aunque acotado, pero, además, si los jueces cambian de criterio al fallar sobre el fondo, podríamos vernos en el peor de los escenarios: que, con un nuevo hallazgo creativo, la CIJ diga que estamos obligados a negociar una salida soberana al mar por donde sea.
En tan ominosa hipótesis tendríamos una alternativa de órdago: tragarnos nuestros conceptos débiles de lo inaceptable o declarar inaceptable no ya la pretensión boliviana, sino el propio fallo de la Corte.
Coherencia histórica
Por más de siete años nuestra diplomacia se mantiene secuestrada por jueces, abogados litigantes y asesores jurídicos, con altos costos para el país. Esto implica una Cancillería más atenta a defenderse ante la CIJ, que a proyectarse en la vecindad, la región y el mundo. ¿Cuántas negociaciones diplomáticas no hemos intentado, concentrados, como estamos, en la producción de “sólidos” documentos jurídicos? ¿Cuánto puede significar eso en términos de “lucro cesante” nacional?
Lo peor es que no estamos ante un trance de coyuntura, sino ante un talante histórico. La identificación de la diplomacia con la abogacía está en nuestro ADN, y así lo reconoció, con rara asertividad, el abogado, diplomático e historiador Mario Barros Van Buren en su notable Historia diplomática de Chile (1970). Ahí enseña que nuestra diplomacia de los dos siglos pasados transcurrió en “la esclavitud jurídica” y en un contexto de “espantosa orfandad de imaginación”. Argentinos conspicuos nos trataban “como tontos” y en Lima se definía a nuestra Cancillería como “la gran sorprendida”. En vez de aprovechar a los meritorios diplomáticos profesionales, dice Barros, se prefería “encargar las misiones delicadas al exterior al brillante areópago de abogados, profesores y eruditos que constituían el orgullo del Chile decimonónico”.
A nivel comparado, es lo que ya había dicho en 1928, en su libro El Diplomático, el jurista, embajador y tratadista francés Jules Cambon: “Se abriga en las cancillerías la ilusión de creer que no existen más derechos para las naciones que los que los tratados les confieren”.





BOQUERÓN MÁS ALLÁ DE LA CAÍDA DEL VERDUN BOLIVIANO
                                                                                                                                            
A más de ochenta años de la batalla de Boquerón, la censura impuesta por la dictadura sobre lo que allí ocurrió sigue vigente

Diario Siglo XXI de España (www.diariosigloxxi.com)
                                  
El 29 de septiembre de 1932 fuerzas militares paraguayas lograron tomar el Fortín Boquerón, en poder de los bolivianos. Mucha tinta ha corrido desde entonces en la historiografía militar, que fue adecuada a su antojo por las dictaduras, pero los aspectos más relevantes de aquellos acontecimientos, siguen en la semipenumbra a pesar de haber transcurrido más de ocho décadas.
Boqueron había sido denominado el “Verdún boliviano” por sus defensores, dando a entender que jamás caería. Evocaban al efecto la famosa y sangrienta batalla de la primera guerra mundial, a la que el escritor Paul Eluard había descripto como “un duelo entre Francia y Alemania ante todo el universo”.
A diferencia de la ciudad francesa, el fortín en manos bolivianas acabaría cayendo, como lo harían una tras otra las posiciones bolivianas. Sin embargo, en varios momentos como Campo Vía, la guerra se detuvo de forma inexplicable, en armisticios en los cuales muchos entrevieron la mano larga de la empresa petrolera Standard Oil, a la que el recordado senador Huey Long había acusado en el mismo Congreso de Washington de financiar la matanza mutua entre paraguayos y bolivianos.
Me consta que muchos paraguayos siguen negando, a pesar de la evidencia, que la cuestión de los intereses en el subsuelo del Chaco jugó un papel de primerísima importancia en la matanza entre paraguayos y bolivianos. Mientras tanto, reveladores trabajos norteamericanos como “Politics of the Chaco Peace Conference” del historiador Leslie B. Rout, se encuentran a mano pero duermen el sueño de los justos en la biblioteca del Centro Cultural paraguayo americano de Asunción.
Boquerón, a pesar de su valor anímico y propagandístico para el Paraguay, se terminaría convirtiendo en una derrota pírrica de los paraguayos y en una victoria moral boliviana. Ello debido sobre todo a la pésima conducción del general José Félix Estigarribia, quien luego iniciaría la nefasta galería de dictadores neo nazis en Paraguay, con la constitución totalitaria de 1940. Precisamente el mismo Estigarribia sería elevado a la presidencia del Paraguay, a cambio de su participación irregular en las negociaciones para la paz del Chaco en Buenos Aires,, en 1938. Se había hecho presente en esa ciudad abandonando la embajada paraguaya en Washington, sin comunicar al gobierno de Asunción, con una misión encomendada por el departamento de estado norteamericano. Preservar para Bolivia y las empresas petroleras estadounidenses, decenas de miles de kilómetros cuadrados que Paraguay tenía en su poder.
Habían abundado las voces premonitorias sobre esta guerra inexplicable, que Paraguay ganaría en los campos de batalla pero perdería en la paz. Ya en 1927 el internacionalista argentino León Suárez había realizado observaciones reveladoras sobre la tragedia que se asomaba cuando escribió: “Me consta que hay más de 20 yacimientos petrolíferos en la zona occidental del Chaco Boreal, explotables, que necesitaban de oleoductos por donde derramarse en el río Paraguay. Los que están a la altura geográfica de Bahía Negra (20°) podrían salir arriba de Fuerte Olimpo. De no facilitar esa salida el Paraguay, vendrá la guerra con Bolivia, es decir, con la Standard Oil Company”.
El ingeniero Green, cateador de petróleo en el Chaco, había hecho por la misma época, según Alfredo Seiferheld, las siguientes revelaciones: “En la zona que se dilata entre el meridiano 60° de Greenwich y el 29°30’ y 40’ debajo del paralelo 20° hasta el 23° y 38°, la Standard Oil Co. cateó y comprobó la existencia de 19 yacimientos petrolíferos. Diez de ellos están entre los paralelos 20° y 21°. Los otros entre el 21° y 24° al oeste del meridiano de Greenwich”. También antes de la conferencia pacifista de Montevideo de 1929, el delegado de la Unión Obrera del Paraguay, Rufino Recalde Milessi, había denunciado que “Una guerra entre Paraguay y Bolivia sería un gran crimen cuyas víctimas resultarían, al fin de cuentas, los trabajadores de ambos países. El litigio por el Chaco Boreal es una cuestión en la que entran en juego los intereses imperialistas. La región por donde pasa la línea del statu-quo es eminentemente petrolífera y en ella posee grandes concesiones la poderosa Standard Oil”.
En su obra “El dictador suicida” el escritor boliviano Augusto Céspedes se refirió a la guerra del Chaco como un “simiesco ensayo imperialista del que fueron víctima las juventudes de Paraguay y Bolivia en una matanza que se consumó durante tres años ante la indiferencia del continente y con el aplauso de la opinión porteña, dirigida por su gran prensa democrática”.
El imperio del anglo-holandés Henri Deterding, sir de su majestad, se enfrentaba al imperio de los Rockefeller por pura rivalidad empresarial, escondiendo sus intereses tras las banderas de las reivindicaciones patrióticas de dos países pequeños y manipulables.
“Pensad un momento -escribió Theodore Drieser, famoso reportero del Chicago Daily Globe - en esas decenas de miles de infelices bolivianos y paraguayos que se mataron unos a otros en aquel infierno, nada más que para decidir si Deterding o Rockefeller habrían de llevarse el petróleo. Nada más que para eso”.
Dijo Gladstone que en sus efectos morales se parece la guerra quizá más que nada al descubrimiento de una mina de oro. Se refería a que la fiebre del oro aviva la llama de la codicia a tal punto que no se miden consecuencias.
El aserto confirma su acierto no sólo cuando se trata de la intervención de los intereses petroleros en la guerra del Chaco, sino también al constatar la mano larga que tienen para mantener una anacrónica censura sobre un pasado inconveniente.





QUINOA: EL 'SÚPER ALIMENTO' LIBRE DE GLUTEN
                                                                                                                                                                                            
Las propiedades y beneficios de este 'pseudocereal' lo convierten en un producto ideal. Ayuda a reducir el colesterol y el sobrepeso y es perfecta para celíacos.

El Mundo de España (www.elmundo.es)
                                              
La quinoa ha adquirido un gran protagonismo en nuestro país en los últimos años y su consumo es cada vez mayor gracias a la multitud de propiedades y beneficios que aporta. Pero aunque resulte algo novedoso, lleva cultivándose en las regiones andinas desde hace más de 5.000 años. Los que todavía creen que es un alimento sólo para vegetarianos están muy equivocados.
La quinoa, o quinua (Chenopodium quinoa Willd), es un 'pseudocereal' que pertenece a la familia de las espinacas y de la remolacha, y tiene unas características que la hacen sumamente especial, tanto que ha llegado a ser considerada por la ONU como un "súper alimento". Una de sus particularidades más importantes, y motivo por el que recibe este nombre, es que es el único alimento de origen vegetal que contiene todos los aminoácidos esenciales, oligoelementos y vitaminas.
Entre sus propiedades, destaca la gran cantidad de hidratos de carbono (63/100g), proteínas (12/100g) y fibra (7/100g), lo que la convierte en un alimento ideal para deportistas y personas vegetarianas. "Aunque generalmente tenga una mayor cantidad de proteínas en relación con la mayoría de granos existentes, la quinoa se conoce más por la calidad de las mismas", señala a ZEN Carla Sánchez, nutricionista y entrenadora personal de Boostconcept. Además, estos pequeños granos son una buena fuente de calcio, magnesio y manganeso, y a diferencia de otros cereales, no contiene gluten.
Pero, ¿cómo influye en nuestro cuerpo? No es nuevo que los cereales siempre son saludables. Partiendo de ahí, este 'pseudocereal' ayuda a regular el colesterol, siendo un alimento perfecto para las personas que tengan los niveles altos y quieran reducirlo de forma natural. También supone una alternativa para los que padecen de sobrepeso. "Al ser rica en ácidos grasos Omega 3 y 6, que nos protegen de enfermedades cardíacas, nos ayuda a disminuir el colesterol malo (LDL) y tienen propiedades antiinflamatorias. Además, es importante para el crecimiento y reparación celular, y beneficiosa para el sistema nervioso central", explica Sánchez. Por otra parte, su contenido en vitamina E hace que actúe como un antioxidante natural.
A diferencia de otras semillas, la ausencia de gluten hace que sea totalmente apta para celíacos y alérgicos al trigo.
El precio por kilogramo ronda los 12 euros, y aunque a veces resulta difícil encontrar este tipo de productos, cada vez son más los supermercados que han incorporado la quinoa en sus estantes, ya no es necesario ir exclusivamente al herbolario para encontrarla.
VARIEDADES
Existen tres tipos de quinoa que se diferencian tanto por su aspecto como por sus propiedades. La quinoa blanca es la más conocida de las tres, y también la más fácil de encontrar. Su sabor suave es comparable al de la nuez y es, de las tres, la que menos carbohidratos contiene y la más rica en proteínas.
Por el contrario, la quinoa roja es la que más hidratos de carbono aporta. Su sabor es parecido al de la anterior, mientras que el de la quinoa negra es más profundo.
Este último tipo es una combinación entre la quinoa blanca y la espinaca. Tiene un alto contenido en litio, un mineral que ayuda a regular el estrés y a luchar contra la depresión.
Aunque Bolivia, Perú y EEUU son los principales productores de quinoa, según datos recientes de la FAO, el cultivo de este 'pseudocereal' se está extendiendo y actualmente se cultiva en más de 70 países, entre ellos Francia, Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Holanda e Italia. También se está desarrollando en Kenia e India
Su capacidad de adaptación a los diferentes ambientes ecológicos y climáticos hizo que el año 2013 fuera declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional de la quinoa. Esta facilidad de cultivo podría "contribuir a la seguridad alimentaria mundial", según un informe de la ONU.
EN LA COCINA
En la variedad está el gusto, y si algo ofrece la quinoa a la hora de cocinar, son posibilidades. Segundo Saavedra, cocinero del restaurante peruano Tanta (Plaza del Perú, 1 - Madrid), conoce bien este alimento y su elaboración. Para él, la ensalada de quinoa no puede faltar como primer plato (en la imagen derecha); y de segundo, la chaufa de Quinoa (ver vídeo) es una buena elección. "También puede ir acompañando la carne o el pescado, e incluso una galleta de quinoa puede ser el postre".
Pero antes de cocer es importante lavar la semilla para evitar las saponinas, un compuesto que, pese a no ser perjudicial, crea una espuma que le da un sabor más amargo.
Otra posibilidad es añadirla a la sopa o tostarla como un cereal. Esta última fórmula se utiliza en la elaboración de harina para pan y pastas. Por otra parte, fermentada se utiliza para hacer cerveza o chicha, la bebida tradicional de los Andes.
A diferencia de otros alimentos como el pescado o la carne, no hay una frecuencia recomendada para tomarla, pero si hay que elegir entre comida o cena, la nutricionista Sánchez nos lo deja claro: "Si estamos llevando una dieta de control de peso, no debemos incluirla en las cenas".







AVIONES Y RADARES, EN LA MIRA DE BOLIVIA Y DE ISRAEL

Ambito de Argentina (www.ambito.com)

Lustroso y con pintura albiceleste el jet entrenador Pampa III fue la estrella de la expo Defensa de la Industria que en tres jornadas se hizo en Costa Salguero. La joya estática, evolución del primer IA 63 Pampa de los 80, concentró la atención de visitantes uniformados de la región.
Orgullo de la reestatizada Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), ex Fábrica Militar de Aviones, ex Área Material Córdoba, es quizá junto al Radar Primario Argentino (RPA) desarrollado y fabricado por el INVAP -también expuesto en la feria-, el lote que interesó y podría ganar mercado en países de la Unasur.
La apuesta es que se haga realidad el pregón repetido en cada una de las reuniones del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de ese organismo acerca de cooperar e integrar industrias de producción para la defensa generando negocios de mutua conveniencia.
No se cerraron contratos con terceros en la muestra, sí hubo un interés manifiesto de dos países, Bolivia y Uruguay, por aviones Pampa III y radares tridimensionales (RPA). El equipo del INVAP -costo estimado entre 12 y 20 millones de dólares, según opcionales- tiene una ventaja: ya se fabricó una serie de 5 RPA sobre 6 equipos contratados para dotar a la Fuerza Aérea Argentina. Todos están desplegados en el terreno, funcionando y durante la exposición se anunció la firma de un nuevo contrato por otros cinco aparatos que completarán la cobertura de vigilancia aérea del país.
A principios de septiembre una comitiva del Ministerio de Defensa presentó a Evo Morales los productos de FAdeA, el Pampa III, y del INVAP, el RPA.
La Fuerza Aérea boliviana analiza diferentes equipos de radar para cumplir con la ley de seguridad y defensa del espacio aéreo. Bolivia, a diferencia de la Argentina, sancionó esa norma de interceptación de vuelos ilegales en 2014, habilita el derribo de aeronaves en situación de ilícitos o que violen los límites aéreos soberanos.
La identificación y alerta temprana a largo alcance que proporciona el radar es vital para la toma de decisión. El Pampa III no se diseñó para la interceptación, aunque puede cumplir la tarea, ¿o acaso la Argentina no usa Pampa, Pucará, Mirage y Skyhawk A4-AR en esa misión ordenada por el Plan Escudo del Norte? Cualquier aeronave torna polivalente en países de bolsillos flacos.
La negociación no avanzó más allá de una carta de intención, ¿Cómo pagaría Evo la millonada de dólares de sendos contratos por Pampa III y radar RPA? Hay quien piensa en una compensación parcial a través de la provisión de gas que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) tiene contratada con Energía Argentina SA (ENARSA).
El Gobierno puso casi todo el gabinete alineado tras el objetivo del secretario de Ciencia, Tecnología y Producción del Ministerio de Defensa, Santiago Rodríguez -responsable y organizador de la feria-, de batir el parche en defensa de la industria nacional orientada al mercado militar. Los ministros Aníbal Fernández, Axel Kicillof, Débora Giorgi, Julio De Vido y el anfitrión Agustín Rossi vocearon, con variantes de su propia área, un mismo libreto: "Las decisiones políticas primero de Néstor Kirchner y después de Cristina de Kirchner con las que pudimos reconstruir (con retorno a la órbita del Estado) la industria para la defensa, que había sido destruida en los 90 por la implementación de políticas neoliberales". Acompañaron la movida panelista el gerente general y CEO del INVAP, Héctor Otheguy, el presidente de FAdeA, Matías Savoca, el titular de la CGT, Antonio Caló, y el presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la Argentina (ADIMRA), Juan Lascurain.
Alertado por la necesidad de FAdeA de vender su producto, otro expositor, el grupo Israel Aerospace Industries (IAI), ofreció colocar 20 Pampa en otros mercados a cambio de que la Argentina opte por el caza bombardero KFIR en reemplazo de los Mirage que la Fuerza Aérea ya desprogramó. Quid pro quo resistido en la cúpula de los aviadores (ver nota aparte).
La línea de producción del Pampa sobrevivió a la etapa privatizada de la planta cordobesa bajo la conducción de Lockheed Martin y con otra administración peronista, la de Néstor Kirchner, resucitó a los tumbos durante la gestión de Raúl Argañaraz en FAdeA. Savoca, el actual titular de la fábrica, llegó al prototipo presentado en vuelo la semana pasada. Se trata de un aparato de los 80 remozado con motor Honeywell TFE 731-40-2N, aviónica digital y sistemas de comunicaciones. El verdadero 0 km, el primer Pampa III de la serie, fue expuesto en Costa Salguero y se estima que volará por primera vez a fin de noviembre.





LAS DAMAS DE LA COCAÍNA: BUSCAN A DOS MUJERES EN LA CAUSA DEL ‘NARCOARROZ’

Diana, de 22 años, es la esposa de uno de los narcos. Natalia, alias La Vieja, es la otra implicada. Ambas se encargaban de conseguir la droga en Bolivia.

Online 911 de Argentina (www.online-911.com)
                                                            
La causa del ‘narco arroz’, que puso al descubierto el accionar de un poderoso cartel colombiano en Argentina, identificó a 28 personas, entre ellas sicarios, un ex jefe policial y hasta narcos que llegaron a estar presos en cárceles de los Estados Unidos.
Pero hubo un dato que llamó la atención de los investigadores del caso, y es que los jefes contaban con dos mujeres que aparentemente se encargaban de conseguir la droga en Bolivia, la que luego enviaban a Europa vía Argentina. Ambas están prófugas y figuran en la nómina de los 15 narcos buscados por Interpol.
Diana Cristina Suárez Heredia, una bella y joven colombiana de 22 años, es una de ellas. Es la esposa de Edilberto Vargas Fernández (48), alias “Eddy” o “Mey”, uno de los laderos de Carlos Olmedo Silva Cárdenas, el ex jefe policial colombiano que figura entre los principales cabecillas de la célula del Cartel del Norte del Valle.
En base a los elementos de prueba que fueron incorporados a la causa, se sospecha que Diana “podría estar relacionada con el lugar donde produciría a gran escala el material estupefaciente –cocaína-, asentado en Bolivia, donde también contaría con la colaboración de otros integrantes de la banda”.
Según fuentes judiciales consultadas por Online-911, Diana está prófuga al igual que otros 14 sospechosos, entre ellos el argentino Gustavo Lozzia (49), supuesto testaferro del narco colombiano Germán Emilio Marín López, uno de los encargados de coordinar los envíos de la droga.
Para los investigadores, Diana “residiría en forma permanente en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, aunque en la actualidad estaría viviendo en Colombia junto a Edilberto Vargas Fernández”.
Natalia Obando López, conocida como “La Vieja”, es la otra joven mujer de origen colombiano que se encargaba de conseguir la cocaína en Bolivia.
Según fuentes judiciales, Obando López no sólo se había nacionalizado argentina sino que tenía domicilio en la Ciudad de Buenos Aires.
Como Diana, “La Vieja” respondería a Edilberto Vargas Fernández pero también tendría una estrecha relación con Juan Carlos López Cortez, un narco que aparece vinculado a otro operativo resonante: el secuestro de más de 280 kilos de cocaína que estaban ocultos en muebles estilo Luis XV, realizado en abril de 2012. Los voceros consultados apuntaron que, desde esa fecha, López Cortez tiene pedido de captura activo. Los distintos encuentros y tratativas advertidas entre Obando López, López Cortez y Vargas Fernández, “sugerirían que tendría directa vinculación con la obtención de la droga desde Bolivia, donde se encontraría actualmente.





PUNO TIENE 26 RUTAS DE TRÁFICO ILÍCITO DE DROGA

Radio Onda Azul de Perú (www.radioondaazul.com)
                                                  
Las rutas para el Tráfico Ilícito de Droga (TID) suman 26 en toda la región de Puno y son por aire, lago y tierra. Se detectaron 19 caminos terrestres, 5 aeródromos clandestinos y 2 rutas lacustres. Esto lo informó el general del Frente Policial de Puno, Wilman Carrasco, tras participar de la audiencia de la Comisión de Defensa, Desarrollo Alternativo y Lucha Contra las Drogas del Congreso.
Una gran parte de las rutas terrestres inician en Ayacucho, pasan por Lima, Arequipa, Cusco, y luego se interconectan con Juliaca, Puno, Ilave, Yunguyo, Desaguadero, hacia Bolivia.
Otros caminos se enlazan con Cusco, Juliaca, Puerto Maldonado y llegan a Brasil. También Sandia, Juliaca, Puno, Desaguadero y Bolivia, son otros de los rumbos de narcotraficantes.
Asimismo se tiene conocimiento de la existencia de pistas de aterrizaje (aeródromos) en el sector de Huaroc, Isilluma, Putina y en San Ignacio, todo en la provincia de Sandia. En Lares en la provincia de San Antonio de Putina, en la comunidad de Farata y Cachipucara, que pertenece a la provincia del Collao - Ilave. Mientras a través del lago Titicaca, se pasa por el sector de Cachipucara (Ilave) hacia la Isla del Sol para llegar a Copacabana-Bolivia. La segunda ruta es por el sector de Camicachi-Pharata, también hacia la Isla de Sol-Copacabana-Bolivia.
Carrasco puntualizó que Puno se ha convertido en una zona de producción, paso y centro de acopio de cocaína.





FÁRMACOS IBAN A SER COMERCIALIZADOS EN BOLIVIA

ABC de Paraguay (www.abc.com.py)
                                                           
La causa “Beatriz Villalba Acosta y otros sobre robo de medicamentos” se inició el 8 de julio de 1998, fecha en que la ciudadana boliviana Beatriz Villalba Acosta fue detenida en una barrera policial en el barrio San Pablo con un lote de medicamentos de “uso exclusivo del IPS”, valuado en G. 800 millones. La mujer, que se disponía a llevar la carga a Bolivia para su comercialización, declaró que la misma le fue proveída Teodoro Arnold y Martha Barúa de Arnold.
“Las probanzas de autos dan cuenta de que los encausados formaban parte de una red de venta clandestina de medicamentos de uso exclusivo del IPS; específicamente se ha probado que los encausados Enrique Franco López y Alfredo Miguel Aveiro eran funcionarios de la previsional y como tales tenían acceso a los medicamentos, en tanto que los esposos Arnold-Barúa adquirían estos medicamentos a modo de intermediarios, al igual que la encausada Beatriz Villalba Acosta, quien fue aprehendida con un lote de medicamentos que tenían como destino el mercado negro de Bolivia”, explica la sentencia.

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