martes, 13 de julio de 2010

EVO MORALES AFIRMA QUE SOBERANÍA MARÍTIMA BOLIVIANA ESTÁ EN LA AGENDA CON CHILE

El presidente Evo Morales saludó el encuentro entre Bolivia y Chile, dijo que la inclusión del asunto marítimo en la agenda es un “avance” y sugirió que se trace una ruta, con plazos incluidos, para resolver puntos pendientes ya que ambos países se necesitan el uno al otro. De esta manera, el mandatario se refirió al encuentro de vicecancilleres que se realizó ayer en La Paz sobre la base de una agenda de 13 puntos que incluye la demanda marítima boliviana. “Nuestro Canciller, con mucha razón dijo en Lima, en la reunión de la OEA, que necesitamos una ruta para juntos caminar por esa vía; siempre es difícil tener una ruta definida, eso significa plazos. Estoy seguro de que estas reuniones van a arrojar resultados para ir resolviendo tantos temas que tenemos que hablar como dos países vecinos, como dos países hermanos, nos necesitamos juntos; ellos nos necesitan y nosotros los necesitamos”, dijo Morales.


El presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo hoy que la demanda de la soberanía marítima para su país está en la agenda de debates con el gobierno de Chile, aunque reconoció que es un tema que requiere tiempo y estudio.
"El tema de la soberanía siempre será un debate profundo. Eso es parte de la negociación, por supuesto. Requiere, por tanto, tiempo, estudio, pero la gran ventaja que tenemos en este momento es que hay confianza de presidente a presidente", declaró Morales en una conferencia de prensa.
Precisamente hoy, el vicecanciller chileno, Fernando Schmidt, y su par boliviana, Mónica Soriano, se reunieron en La Paz para discutir sobre la agenda de trece puntos establecida entre ambos países en 2006, en el que el tema del mar figura como sexto.
Esta reunión es la continuación de otra realizada en noviembre pasado sobre la agenda, en la que Bolivia logró incluir su aspiración de una restitución de la salida al mar.
"No es sencillo resolver una demanda histórica que viene de un conflicto bélico. Pero desde el momento que está en la agenda el tema del mar, después de tantos años, es un avance", dijo Morales, y agregó que "si no hay confianza es imposible resolver temas históricos como el tema del mar".
Morales destacó que en la agenda se encuentran otros asuntos "importantes" como el comercio y la lucha contra el contrabando.
Cabe recordar que Chile y Bolivia no tienen relaciones diplomáticas a nivel de embajadores desde 1962, salvo un paréntesis entre 1975 y 1978, debido a la falta de una solución al pedido histórico de una salida soberana al mar de La Paz.
Ayer, el gobierno de Evo Morales dijo que en su relación con Chile primará la cultura de la paz y el diálogo para la solución de sus conflictos, y calificó la cita de hoy entre los vicecancilleres como crucial para su aspiración marítima.






BOLIVIA EN CONVERSACIONES CON EL GOBIERNO CHILENO

BBC Mundo de Londres (www.bbc.co.uk/mundo)

Este lunes, Bolivia y Chile retomaron las negociaciones para dejar atrás más de 130 años de diferencias sobre una cuestión clave: la salida boliviana al mar.
Los vicecancilleres de ambos países se reunieron en La Paz para avanzar en la agenda de 13 puntos que busca resolver el diferendo limítrofe que separa a ambas naciones desde la Guerra del Pacífico de 1879.
El principal desacuerdo reside en el reclamo boliviano de los 400 kilómetros de costa y 128.000 km2 de territorio que el país perdió a manos de su vecino en el conflicto fronterizo.
Los roces por la exigencia boliviana de una salida marítima llevaron a que los vecinos rompieran relaciones diplomáticas en varias instancias, la última en 1978.
En 2006, la entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y el jefe de Estado de Bolivia, Evo Morales, lograron acercar posiciones y acordaron instaurar una agenda bilateral para tratar sus diferencias.
Los encuentros bianuales de ambas cancillerías debieron suspenderse a comienzos de 2010 debido al terremoto que azotó a Chile a fines de febrero.
La reunión de este lunes es la primera desde que llegó a la presidencia de Chile Sebastián Piñera, quien durante la campaña se expresó contrario a ceder territorio a Bolivia.
¿Solución?
Durante una conferencia de prensa, Morales aseguró que las diferencias ideológicas con el gobierno derechista de Piñera no frenarán las negociaciones.
"El proceso de diálogo continuará porque no es sencillo solucionar una demanda como la marítima, que viene de un conflicto bélico", señaló.
No obstante, analistas chilenos consultados por BBC Mundo desestimaron la posibilidad de que el gobierno de Chile acuerde entregar territorio a Bolivia.
"A lo largo del tiempo, las encuestas en Chile siempre muestran que la ciudadanía no está de acuerdo con ceder al reclamo de soberanía boliviano", dijo a BBC Mundo el investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Rodrigo Álvarez Valdés.
"Si los gobiernos de la Concertación, que tenían una visión latinoamericanista, no estaban dispuestos a entregar territorio a Bolivia para resolver el diferendo, es impensado que Piñera ceda a esta petición", señaló el experto.
Avances
Ahora bien, ¿será posible alcanzar una solución para un conflicto centenario, aunque sea en el largo plazo?
Pese a creer que el reclamo de Bolivia no será resuelto a través de las negociaciones reiniciadas este lunes, Álvarez Valdés resaltó los avances logrados desde que se acordó la agenda de 13 puntos.
"Las relaciones entre Bolivia y Chile han estado mejor desde 2006 que en todos los años anteriores desde que concluyó la Guerra del Pacífico", aseguró.
Uno de los logros fue el anuncio de Chile de que concluyó el proceso de desminado en la frontera compartida, en los que había casi 23.000 artefactos explosivos instalados en la década de 1970 por el gobierno de Augusto Pinochet.
El cónsul general de Bolivia en Santiago, Walker San Miguel, mostró a BBC Mundo su beneplácito por el anuncio.
"Estos eventos están marcando esta época de descongelamiento de las relaciones que tuvimos en los años pasados", señaló.
Otro avance, considerado histórico, fue el preacuerdo logrado en 2009 para poner fin al diferendo binacional sobre las aguas del transfronterizo río Silala.
En abril de ese año, ambos gobiernos anunciaron preliminarmente un pacto por el que Chile aceptó pagar por el uso del 50% de esas aguas.
Comercio
Según los observadores, el acercamiento entre Bolivia y Chile también puede verse en un aumento de los intercambios culturales y educativos entre ambos vecinos.
Otra área que creció fuertemente fue la del comercio.
Según un estudio de Flacso, el intercambio comercial bilateral aumentó un 77,2% desde 2000.
En ese período Chile incrementó sus exportaciones al país antiplánico en un 74,1%, mientras que Bolivia lo hizo en un 94,3%.
Para Álvarez Valdés, el comercio estará en el centro de la política que mantendrá el gobierno de Piñera hacia La Paz.
"Piñera insistirá en que Bolivia aproveche al máximo las instalaciones que Chile le ofrece en el norte de su país para poder aumentar sus exportaciones", especula el experto.
En tanto, el analista minimizó el riesgo de que las amenazas belicistas de opositores a Morales, que pidieron usar medios militares como complemento a las gestiones diplomáticas, puedan revertir el buen curso de las negociaciones.





VICECANCILLERES DE BOLIVIA Y CHILE PROLONGAN REUNIÓN EN LA PAZ

La Tercera de Chile (www.latercera.com)

Los vicecancilleres de Bolivia, Mónica Soriano, y de Chile, Fernando Schmidt, prolongaron su reunión sobre las relaciones bilaterales para esta jprnada, cuando ofrecerán una rueda de prensa sobre la negociación, informó hoy una fuente oficial.
El Ministerio de Relaciones Exteriores boliviano señaló que la reunión de las delegaciones no pudo concluir sus debates en la tarde de ayer como estaba previsto y continuarán por varias horas más, de tal forma que hoy se darán a conocer las conclusiones de la cita.
Soriano y Schmidt encabezaron a las delegaciones que retomaron la discusión sobre una agenda de trece putos que debaten ambos países desde 2006 y que incluye la demanda marítima boliviana.
Bolivia pide la restitución de la salida al Pacífico, perdida en la guerra que libró con Chile a fines del siglo XIX. Santiago y La Paz no tienen relaciones diplomáticas a nivel de embajadores desde 1962, salvo un paréntesis entre 1975 y 1978, debido a la falta de una solución a ese pedido histórico de La Paz.
El Presidente boliviano, Evo Morales, dijo hoy que la demanda de "soberanía" marítima está en la agenda de los debates con Chile, aunque reconoció que es un tema que requiere tiempo y estudio.
"El tema de la soberanía siempre será un debate profundo. Eso es parte de la negociación, por supuesto. Requiere, por tanto, tiempo, estudio, pero la gran ventaja que tenemos en este momento es que hay confianza de presidente a presidente", declaró Morales.
El domingo el Gobierno también anticipó que en su relación con Chile primará la cultura de la paz y el diálogo para la solución de sus conflictos.





ADMITE EL MANDATARIO BOLIVIANO

EVO: DEMANDA MARÍTIMA "REQUIERE TIEMPO"

Correo de Perú (www.correoperu.com.pe)

Si bien la demanda de la soberanía marítima que Bolivia reclama a Chile está en la agenda de debates entre ambos países, el presidente Evo Morales reconoció que es un tema que requiere tiempo y estudio.
"El tema de la soberanía siempre será un debate profundo. Eso es parte de la negociación, por supuesto. Requiere, por tanto, tiempo, estudio, pero la gran ventaja que tenemos en este momento es que hay confianza de Presidente a Presidente", declaró Morales en una rueda de prensa.
Precisamente ayer, la vicecanciller de Bolivia, Mónica Soriano, y su homólogo chileno, Fernando Schmidt, se reunieron en La Paz para discutir sobre la agenda de trece puntos establecida entre ambos países en 2006, en el que el tema del mar figura como sexto.
Esta reunión es la continuación de otra realizada en noviembre pasado sobre la agenda, en la que Bolivia logró incluir su aspiración de una restitución de la salida al mar, perdida en la Guerra del Pacífico librada a fines del siglo XIX.
"No es sencillo resolver una demanda histórica que viene de un conflicto bélico. Pero desde el momento que está en la agenda el tema del mar, después de tantos años, es un avance", dijo Morales.
Morales destacó que en la agenda se encuentran otros asuntos "importantes", como el comercio y la lucha contra el contrabando. Chile y Bolivia no tienen relaciones diplomáticas a nivel de embajadores desde 1962, salvo un paréntesis entre 1975 y 1978, debido a la falta de una solución al pedido histórico de una salida soberana al mar de La Paz.
¿Intentaron envenenarlo? El presidente boliviano insinuó ayer que la rara dolencia estomacal que le obligó a paralizar sus actividades durante cuatro días pudo haber sido un intento para matarlo por envenenamiento. En ese sentido, anunció un "análisis profundo" sobre la "rara" infección estomacal. "Algo raro pasó esta vez", agregó.





MINISTROS DE DEFENSA DE CHILE Y BOLIVIA SE REUNIRÁN POR DESMINADO FRONTERIZO

El Economista de España (www.ecodiario.eleconomista.es)

Los ministros de Defensa de Chile y de Bolivia se reunirán a fines de julio en el norte chileno para observar el avance de las operaciones de desminado en la frontera común, informó el lunes el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Desminado.
"El ministro de Defensa de Chile (Jaime Ravinet) invitó a su par boliviano (Rubén Saavedra) a reunirse y visitar el trabajo de desminado que se está realizando en el paso internacional de Tambo Quemado", que enlaza a Bolivia con Chile, dijo el Coronel Juan Orlando Mendoza en conversación telefónica con la AFP.
Los comandantes del Ejército de Chile, general Juan Miguel Fuente-Alba y de Bolivia, Ramiro de la Fuente, también acudirán a la cita.
Respecto a lo informado en junio de 2010 por el cónsul chileno en La Paz, Jorge Canelas, de que Chile había concluido el desminado de su frontera con Bolivia, el coronel Mendoza dijo que esta "información fue modificada posteriormente, (ya que) el proceso de desminado todavía está en marcha".
Chile es uno de los países signatarios de la Convención de Ottawa, que prohíbe el uso, producción y tráfico de minas antipersona, obliga a su destrucción y a que los firmantes limpien de minas sus territorios dentro de plazos acordados, así como urge a poner en práctica programas para la ayuda a las víctimas.
Ambos países carecen de relaciones diplomáticas desde 1978, tras enfrentarse un siglo antes en una guerra -que también involucró al Perú- en que Bolivia perdió territorio y su acceso al océano Pacífico.




El Libertario de Argentina (www.ellibertario.com)

El auge de la droga y la violencia denunció el párroco de La Quiaca, Jesús Olmedo. El sacerdote advirtió el crecimiento de la distribución y consumo en nuestro país y en forma especial en la frontera de La Quiaca y Villazón, en el sur boliviano.
“Lo que queremos es que nuestros pueblos y ciudades vuelvan a ser tranquilos”, afirmó, pero lamentó que eso es muy difícil que se consiga cuando los proyectos para controlar el narcotráfico, descansan en los escritorios de autoridades y legisladores.
El padre Olmedo advirtió que frente a los casos de extrema violencia que caen sobre sectores de la población, unas pocas familias efectúan denuncias. La consecuencia más evidente es que algunos funcionarios de la justicia provincial y federal llegaron a la ciudad fronteriza al sólo efecto de “pedir una ratificación de la denuncia”, lo cual podría interpretarse como una actitud intimidatoria, por cumplirse ante la vista del público.
Durante esta semana (jueves o viernes) se ha anunciado la visita a La Quiaca de especialistas en el tema de las adicciones y el narcotráfico, quienes tienen el propósito de dialogar con miembros y voceros de la sociedad quiaqueña.






TRAFICANTES MIGRAN A CDE Y A BOLIVIA

Ultima Hora de Paragua (www.ultimahora.com)

Varios soldados del Primer Comando Capital (PCC) y principalmente del Comando Vermelho dejaron Pedro Juan Caballero para migrar a otros puntos, debido al intenso control que en su momento y ahora ejerce la Policía de esta ciudad fronteriza y del Brasil, tras el atentado que sufriera el senador nacional Robert Acevedo.
Fuentes policiales confirmaron que los miembros de los grupos que se dedican al tráfico de drogas y de armas hacia las favelas del Brasil, se dispersaron y se instalaron en Ciudad del Este y en Bolivia, respectivamente. A la vez, apuntan que un grupo mínimo permanece aún en el Amambay, lo que hace que exista más calma porque en los primeros meses del año se dieron muchas ejecuciones entre ambos bandos por la lucha del poder absoluto en el negocio de las drogas.
La migración de los soldados a otros puntos que no sea el Amambay se debe a que sus líderes, tales como Jarvis Chiménes Pavão, Antonio Caballero, más conocido como Capilho fueron capturados por los agentes antidrogas.
LOS AJUSTES. Uno de los componentes del departamento de Investigación de Delitos del Amambay explicó a ÚH que en los últimos meses en la zona no se tuvieron hechos de muertes por ajustes de cuentas como anteriormente se tenían.
Pedro Juan Caballero el pasado año cerró una alta estadística de muertes por encargo y la cantidad estuvo a punto de llegar a las cien muertes por ajusticiamiento.
Este caso ahora se trasladó a la capital del Alto Paraná, donde ya se dieron varios casos de muertes entre ciudadanos brasileños, cuyos cuerpos fueron arrojados en zonas pocos transitadas con señales de la mafia que ya está instalada.
En cuanto a los migrantes al suelo boliviano explicó que podría ser por un mejor control del tráfico de cocaína que se traslada de ese país hacia el Paraguay, donde en tránsito llega al Brasil en lo general por vía aérea.
Hasta ahora ninguno de los dos grupos de narcotraficantes brasileños lograron tener el control absoluto del tráfico de estupefacientes.
La lucha de poder por ambos territorios señalados se podría traducir en más ejecuciones, señalaron fuentes policiales.CASO ACEVEDO FUE EL PUNTO DE INFLEXIÓN
El atentado sufrido por Robert Acevedo fue el punto de inflexión para las autoridades que coparon con las fuerzas de seguridad Pedro Juan Caballero.
Varias personas ya fueron capturadas con relación al atentado del que fuera víctima Acevedo, quien en la tarde del 26 de abril del año en curso, alrededor de las 18.15, fue emboscado por una banda de sicarios al servicio de la mafia, quienes trataron de acabar con su vida. Entre los detenidos se hallan Emiliano Rojas Rojas y Enildo Cristiano Mascarenha de Melo, alias Sula.
En el atentado perdieron la vida el suboficial Richard Martínez, asignado a la seguridad del senador y su chofer, y Floriano Alonso, quienes acusaron varios disparos de armas de fuego.





MORALES DICE QUE EEUU ENVIÓ ' CHATARRA' PARA USAR EN GUERRA ANTIDROGAS

El Nuevo Herald de Estados Unidos (www.elnuevoherald.com)

El presidente Evo Morales lamentó que el gobierno de Estados Unidos envió a Bolivia helicópteros " narcotráfico.

EVO MORALES INSINUÓ QUE TRATARON DE ENVENENARLO

El Comercio de Perú (www.elcomercio.pe)

El presidente de Bolivia, quien la semana pasada registró una dolencia estomacal, pidió que se investigue el hecho y dejó abierta la posibilidad de que hallan atentado contra su vida.
Ante una dolencia estomacal que hizo que paralice sus actividades durante cuatro días la semana pasada, el presidente boliviano,
Evo Morales, insinuó hoy que lo trataron de envenenar, por lo que pidió que se investigue el hecho.
“Todo lo que me pasó es muy raro y será sujeto a investigación, me pasó algo raro y estoy sorprendido”, dijo en conferencia de prensa en el Palacio Quemado.
Está como nuevo
El mandatario relató que la noche del pasado miércoles fue trasladado de emergencia a una clínica del sur de La Paz que es atendida por médicos cubanos que prestan trabajo de voluntariado en Bolivia.
“Recibí suero y ahora estoy reparado: cero kilómetros, como quinceañero, estoy reparado”, agregó.
Morales admitió que es la primera vez en su vida que estuvo enfermo por un prolongado malestar estomacal. “Algo raro pasó esta vez”, agregó.





MORALES PIDE A LOS LÍDERES MUNDIALES A APOYAR UNA RESOLUCIÓN EN LA ONU PARA DECLARAR AL AGUA UN DERECHO HUMANO

Europa Press de España (www.europapress.es)

El presidente de Bolivia, Evo Morales, instó este lunes a los líderes mundiales a apoyar una resolución de las Naciones Unidas que declararía al agua un derecho humano, como clave para frenar el calentamiento global y combatir la extrema pobreza.
El gobernante indígena hizo el llamamiento tras revelar que el proyecto de resolución, presentado el mes pasado por Bolivia y todavía en fase inicial de análisis, ha encontrado firme oposición de varios países que no identificó.
"Ahora que tenemos problemas serios por el calentamiento global, no es posible que países que tienen mayor responsabilidad por el cambio climático no quieran apoyar este proyecto de resolución", dijo Morales en una conferencia de prensa.
Morales convocó a los jefes de Estado y de Gobierno que se oponen a que el acceso al agua sea declarado un derecho humano a "debatir de frente" el asunto, eventualmente en una cumbre mundial o en las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.
El mandatario sudamericano apuntó que la Constitución de línea indigenista y socialista vigente desde el año pasado en Bolivia declara Derechos Humanos a todos los servicios básicos, entre ellos el acceso al agua. Asimismo, señaló que la resolución presentada a la ONU responde a una petición "clamorosa" de movimientos sociales de todo el mundo que se reunieron en abril pasado en una conferencia alternativa sobre el cambio climático, de la cual surgió también una propuesta dirigida a una cumbre mundial prevista para fin de año en México.
"Mi pedido a los presidentes y gobernantes de los cinco continentes (es) aprobar al agua como un derecho humano, además para cumplir con las metas del milenio, que Naciones Unidas declaró para la dotación de agua y saneamiento básico", dijo Morales.
"¿Por qué los países subdesarrollados tenemos que pagar este calentamiento global, el cambio climático? (...) No es posible que el agua sea un negocio privado, debe ser una tarea del Estado, por eso esta resolución para declarar el agua un derecho humano en todo el mundo", añadió.





EL GOBIERNO BOLIVIANO, CONTRA LA EMBOTELLADORA DE COCA-COLA EN EL PAÍS

Revista América Economía (www.americaeconomica.com)

La Autoridad de Fiscalización y Control Social de Empresas boliviana (AEMP) ha iniciado un proceso sancionador a la empresa que comercializa Coca Cola en Bolivia, Embotelladoras Bolivianas Unidas (Embol SA), una de las empresas más importartes del sector en el país, por infringir una Resolución Administrativa 01/2010 que prohíbe los contratos de exclusividad con los distribuidores.
Un portavoz de la AEMP ha comunicado a los medios locales que este proceso sancionador se inició ante la denuncia certificada de administradores de varios negocios, que no han querido ser identificados, que reconocieron que tienen contratos de exclusividad con Embol.
Esta misma fuente avisa que el incumplimiento de la Resolución 01/2010 puede llegar a tener sanciones económicas de 400 mil bolivianos (43.986 euros), y administrativas con la cancelación de la matrícula de comercio de la empresa. Todo dependerá de la Gravedad de la infracción y de los términos en los que se suscribieron los convenios.
El gerente Corporativo de Embol, Eduardo Peinado, ha informado al diario La Razón que como empresa grande que son tienen muchos convenios comerciales y lo que están haciendo es empezar a verificar cada uno de los mismos. Esta revisión les permitirá verificar que todos los contratos cumplen la resolución administrativa y en caso de que no se cumpla harán los cambios pertinentes para cumplir con la normativa vigente del país.





EXPERTOS DE ESTADOS UNIDOS, PERÚ Y BOLIVIA EVALUARÁN CAPACIDAD DE CARGA DEL LAGO TITICACA

Andina de Perú (www.andina.com.pe)

Expertos de la Universidad Old Dominion de Estados Unidos, el Fondo de Cooperación Hispano Peruano y la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT) evaluarán la capacidad de carga del lago Titicaca, que comparte Perú y Bolivia.
La iniciativa busca contribuir al desarrollo sostenible de la truchicultura y otras actividades productivas en la zona, determinando las características básicas del agua a fin de especificar su potencial productivo, explicó Julián Barra, presidente ejecutivo de la ALT.
Como consecuencia de la investigación se obtendrá una base de datos iniciales con información meteorológica que permitirá conocer la variabilidad del campo de viento en el lago, además de su efecto sobre la estratificación y circulación, señaló.
Durante el trabajo de seis meses se medirá el viento en la cuenca del lago mayor mediante estaciones meteorológicas con sensores de viento, presión atmosférica, precipitación, temperatura del aire, radiación solar y fotosintética.
El proyecto contempla la adquisición de equipos de alta tecnología, que serán instalados en el sector de los Uros. Esta estación registrará datos cada 15 minutos.
Asimismo, se realizará un crucero de investigación al finalizar el tiempo de sequía en el lago menor y la bahía interior de Puno en coordinación con la Universidad Nacional de Puno, Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia, Instituto del Mar del Perú y Centro de Investigación y Desarrollo Acuícola de Bolivia.
De esta manera, se espera determinar la circulación y estabilidad de la columna de agua con menciones corrientes mediante un correntómetro acústico que se instalará en una embarcación.
Los resultados serán graficados para el análisis de datos de la dinámica del lago, en los cuales se incluyan parámetros productivos y sociales. Las mediciones de profundidad del fondo servirán para validar y complementar información proveniente de las cartas náuticas utilizadas en un modelo numérico.





ESTUDIARÁN CALIDAD DEL AGUA DEL LAGO TITICACA

Xinhua de China (www.spanish.peopledaily.com.cn)

Las aguas del lago Titicaca, que comparten Perú y Bolivia, así como su profundidad y el clima del entorno serán objeto de estudio por expertos peruanos y extranjeros con el fin de favorecer el piscicultivo, en especial de la trucha.
La información fue proporcionada el día 12 por el presidente ejecutivo de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT), Julián Barra, al explicar que el objetivo del estudio es contribuir al desarrollo sostenible de la truchicultura y de otras actividades productivas en la zona de influencia del lago.
Expertos de la Universidad Old Dominion de Estados Unidos y del Fondo de Cooperación Hispano Peruano se sumarán a los de la ALT para evaluar la capacidad de carga del Titicaca, el lago más alto del mundo, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Como consecuencia de la investigación se obtendrá una base de datos iniciales con información meteorológica que permitirá conocer la variabilidad del campo de viento en el lago, además de su efecto sobre la estratificación y circulación, señaló el funcionario.
Se ha previsto un período de trabajo de seis meses para realizar mediciones de viento, presión atmosférica, lluvias, temperatura del aire, radiación solar y fotosintética, el estudio de las corrientes y de la profundidad, entre otros aspectos.
Para ello, se contará con equipos de alta tecnología para instalar una estación meteorológica en el sector de los Uros, que registrará datos cada 15 minutos.
Los resultados serán graficados para el análisis de la dinámica del lago, en los cuales se incluirán parámetros productivos y sociales.
La superficie del lago está calculada en 8.562 kilómetros cuadrados, con 1.125 kilómetros de costa, y se necesitan siete días para atravesarlo en barco. Su profundidad media es de 107 metros, su parte más honda tiene 281 metros y la menos profunda 40 metros.





CUADERNOS DEL PENSAMIENTO CRITICO LATINOAMERICANO

DESPUÉS DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL. ¿QUÉ ESTADO EN AMÉRICA LATINA?

Página 12 de Argentina (www.pagina12.com.ar)

LA GLOBALIZACIÓN Y SU CRISIS
El contexto actual de la crisis mundial
La crisis actual del capitalismo mundial abrió un escenario de incertidumbre que ha habilitado los más encarnizados debates y las más diversas perspectivas. Más allá del carácter que se le atribuya a la crisis desencadenada en septiembre de 2008, el consenso sobre su profundidad es unánime, así como sobre el advenimiento de un nuevo ciclo histórico del capitalismo mundial de contornos aún indescifrables y en disputa. En palabras de Joseph Stiglitz (2008), la crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del Muro de Berlín fue para el comunismo.
Las polémicas giran en torno a las causas de esta crisis, las posibles consecuencias y las propuestas sobre la acción política encaminada a superarla. Para gran parte de los analistas (Walden Bello, Immanuel Wallerstein, Vincenç Navarro, Torres López y otros), a lo que estamos asistiendo es a una crisis sistémica de sobreproducción y sobreacumulación, producida por la reducción de la capacidad de consumo de las clases populares. Esta crisis arraiga en la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población, debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual redunda en la erosión de las tasas de beneficio. Precisamente, la etapa neoliberal supuso la más fenomenal transferencia de recursos desde los sectores populares a los segmentos más ricos y concentrados de la población mundial.
En efecto, la polarización en la distribución de las rentas producida desde los años ochenta está en la base de esta crisis. En la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y los de la periferia capitalista, la desregulación de los mercados laborales y financieros, el aumento de la regresividad fiscal a partir de la promoción del mundo empresarial y de los sectores más ricos, la privatización de los servicios públicos y el desarrollo de políticas monetarias favorables al capital financiero a costa de la producción crearon las condiciones para la crisis actual. Tales políticas fueron promovidas a nivel mundial por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por el Banco Mundial (BM), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Como resultado de tales políticas ha habido en la mayoría de los países de la Unión Europea (UE), por ejemplo, un aumento del desempleo (mayor en el período 1980-2005 que en el período anterior 1950-1980, cuando las políticas existentes eran de corte keynesiano) y un descenso muy marcado de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional, descenso especialmente notable en los países de la Eurozona, que fueron los que siguieron con mayor celo tales políticas (Navarro, 2009). La consecuencia directa de esto fue la restricción de recursos disponibles por los sectores populares para destinarlos al consumo (Monereo, 2009). Para paliar esta deficiencia en la demanda, los centros de poder financiero pergeñaron la expansión del crédito sin sustento efectivo en la economía real, lo que llevó a la conformación de una burbuja gigantesca, cuyo estallido colocó al sistema completo al borde del colapso.
Uno de los debates importantes gira en torno a qué papel tendrá EE. UU. después de esta debacle: si conservará o no su carácter de hegemón universal o si lo resignará para compartirlo con Europa y Asia. Autores como Leo Panitch y Sam Gindin (2009) sostienen que esta crisis refuerza la centralidad del Estado norteamericano en la economía capitalista global, mientras se multiplican las dificultades asociadas a su manejo. Otros autores sostienen que se asiste a un debilitamiento del proyecto imperial yanqui y a un reacomodamiento del sistema mundial imperialista, con la emergencia de rivales de la talla de Rusia y China. David Harvey (2009b), por su parte, recupera los aportes de Braudel y Arrighi para mostrar cómo la evidente declinación de la hegemonía norteamericana, expuesta en la crisis financiera actual, no traerá de modo lineal el predominio de China, pero bien podría ser el preludio “de una fragmentación de la economía global en estructuras hegemónicas regionales que podrían terminar pugnando ferozmente entre sí con tanta facilidad como colaborando en la miserable cuestión de dirimir quién tiene que cargar con los estropicios de una depresión duradera”.
Lo que parece merecer pocas dudas es que el fin de ese ciclo supone el cierre de la etapa neoliberal de capitalismo abierto de libre mercado, con acotado control estatal. Y parece también ponerle fin a la fe irrefutable en las bondades de la globalización, dominante durante las últimas dos décadas. Al decir de Hobsbawm (2009), “no sabemos aún cuán graves y duraderas serán las consecuencias de la presente crisis mundial, pero señalan ciertamente el fin del tipo de capitalismo de mercado libre que entusiasmó al mundo y a sus gobiernos en los años transcurridos desde Margaret Thatcher y el presidente Reagan”.
El “resurgimiento” del papel activo de los Estados parece confirmarse por la masiva intervención de los gobiernos del mundo desarrollado, comenzando por el de Estados Unidos, para salvar al sistema financiero de la debacle. Y la otrora repudiada estrategia de la nacionalización se baraja como alternativa inevitable para salvar de la quiebra a bancos y empresas en problemas. Sin embargo, es preciso señalar que ni el Estado nacional perdió su importante papel en la constitución de estructuras de dominación a diversas escalas territoriales durante el auge neoliberal, ni parece verosímil que ahora recobre sin más las capacidades perdidas.
Como señalan Carnoy y Castells (1999), sin la decisiva intervención estatal la globalización no habría tenido lugar. La desregulación, la liberalización y la privatización, tanto doméstica como internacionalmente, conformaron las bases que allanaron el camino para las nuevas estrategias de negocios de alcance global. Las políticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher fueron clave para conformar la base ideológica para que esto sucediera, pero fue durante los noventa que las nuevas reglas de juego se expandieron por todo el mundo. La administración de Clinton, el Tesoro estadounidense y el FMI fueron decisivos en promover la globalización, imponiendo políticas a los países reticentes mediante la amenaza de exclusión de la nueva y dinámica economía global.
El poder global no se ha desplegado de manera autónoma, sino por medio de los Estados nacionales. Como destaca Guillén (2007), la globalización neoliberal ha sido impulsada activa y directamente por los Estados, tanto del centro como de las periferias del sistema: “La apertura comercial y financiera, la desregulación, los tratados de libre comercio, las privatizaciones, la flexibilización de las legislaciones laborales, etc., han sido todas ellas medidas tomadas y aplicadas en la esfera estatal”. Es más, los organismos multilaterales como el FMI y el BM, si bien son instancias supranacionales, constituyen prolongaciones estatales de los Estados Unidos y de los países del Grupo de los Siete (G7).
Por eso es preciso discernir qué fue lo que realmente resignaron los Estados nacionales durante la globalización, para poder ver si existe la posibilidad de que recuperen facultades anuladas o acotadas. Porque lo que resignaron los Estados nacionales, comparado con la etapa benefactora precedente, fueron las facultades ligadas a la inclusión de los sectores no dominantes en los procesos de decisión colectiva y participación en la renta y aquellas relativas al control del funcionamiento del mercado y la protección de la sociedad en función de objetivos nacionales. Pero los Estados fueron el vehículo mediante el cual se configuraron las alianzas de clase necesarias para el despliegue del capital global.
El auge neoliberal en América Latina y las lecturas de la globalización
En América Latina, el apogeo mundial de la perspectiva y las políticas neoliberales de las décadas pasadas se sostuvo sobre dos ejes básicos. Uno: el profundo cuestionamiento al tamaño que el Estado-nación había adquirido y a las funciones que había desempeñado durante el predominio de las modalidades interventoras-benefactoras. Dos: la pérdida de entidad de los Estados nacionales en el contexto del mercado mundial, provocada por el proceso de “globalización”. La receta neoliberal clásica propuso, entonces, achicar el aparato estatal (vía privatizaciones y desregulaciones) y ampliar correlativamente la esfera de la “sociedad”, en su versión de economía abierta e integrada plenamente al mercado mundial. Es decir, la lectura neoliberal logró articular en un mismo discurso el factor “interno”, caracterizado por la acumulación de tensiones e insatisfacciones por el desempeño del Estado para brindar prestaciones básicas a la población enmarcada en su territorio, y el factor “externo”, resumido en la imposición de la globalización, como fenómeno que connota la inescapable subordinación de las economías domésticas a las exigencias de la economía global.
El proceso de globalización capitalista supuso un cambio significativo en el proceso productivo mundial, con impacto sobre las formas de ejercicio de soberanía estatal en cuestiones tan básicas como la reproducción material sustantiva.
La puja entre los distintos espacios territoriales nacionales por capturar porciones cada vez más volátiles del capital global y anclarlas de manera productiva dentro de sus fronteras llevó a Hirsch a denominar a esta etapa como la del “Estado competitivo” (o “Estado de competencia”). Este es el resultado de la crisis del modelo de intervención fordista y propio de la etapa neoliberal (Hirsch, 2005).
Sin embargo, tal articulación con el mercado mundial no es un dato novedoso (Amin, 1998; Wallerstein, 1979; Arrighi, 1997; Kagarlinsky, 1999). La emergencia del capitalismo como sistema mundial en el que cada parte se integra en forma diferenciada supone una tensión originaria y constitutiva entre el aspecto general –modo de producción capitalista dominante–, que comprende a cada una de las partes de un todo complejo, y el específico de las economías de cada Estado-nación (formaciones económico-sociales insertas en el mercado mundial). Las contradicciones constitutivas que diferencian la forma en que cada economía establecida en un espacio territorial determinado se integra en la economía mundial se despliegan al interior de los Estados adquiriendo formas diversas. La problemática de la especificidad del Estado nacional se inscribe en esta tensión, que involucra la distinta "manera de ser" capitalista y se expresa en la división internacional del trabajo. De ahí que las crisis y reestructuraciones de la economía capitalista mundial y las cambiantes formas que adopta el capital global afecten de manera sustancialmente distinta a unos países y a otros, según sea su ubicación y desarrollo relativos e históricamente condicionados. La crisis actual no hace sino mostrar el desigual posicionamiento de los diversos Estados nacionales y, paradójicamente, la menor vulnerabilidad de corto plazo que tiene América Latina en esta etapa, por haber quedado menos expuesta a la volatilidad financiera que sacude a las economías del centro. Esta situación peculiar se funda en las políticas posneoliberales que varios países de la región vienen adoptando en lo que va de este siglo.
Comprender el límite estructural que determina la existencia de todo Estado capitalista como instancia de dominación territorialmente acotada es un paso necesario pero no suficiente para entender su funcionamiento. La reciente literatura sobre los cambios que ha impuesto la propia dinámica del capitalismo global a la definición de los “espacios” sobre los cuales se ejerce la soberanía atribuida al Estado-nación (Brenner, 2002; Harvey, 1999; Jessop, 1990, 2002) aporta una nueva mirada a incorporar en el análisis. Esta literatura sobre el proceso de globalización y su impacto tempo-espacial, sin embargo, suele focalizarse en el análisis de los espacios estatales del centro capitalista, y muy especialmente de Europa. Por tanto, muchos de los rasgos que son leídos como novedad histórica para el caso de los Estados nacionales europeos (como, por ejemplo, la pérdida relativa de autonomía para fijar reglas a la acumulación capitalista en su espacio territorial, comparada con los márgenes de acción más amplios de la etapa interventora-benefactora) no son idénticamente inéditos en la periferia.
Por eso hace falta avanzar en determinaciones más concretas, en tiempo y espacio, para entender la multiplicidad de expresiones que adoptan los Estados nacionales capitalistas particulares, que no son inocuas ni irrelevantes para la práctica social y política. Porque sigue siendo en el marco de realidades específicas donde se sitúan y expresan las relaciones de fuerza que determinan formas de materialidad estatal que tienen consecuencias fundamentales sobre las condiciones y calidad de vida de los pueblos. En este plano se entrecruzan las prácticas y las lecturas que operan sobre tales prácticas, para justificar o impugnar acciones y configurar escenarios proclives a la adopción de políticas expresivas de las relaciones de fuerza que se articulan a escala local, nacional y global. Una tensión permanente atraviesa realidades y análisis: determinar si lo novedoso reside en la configuración material o en el modo en que ésta es interpretada en cada momento histórico. Probablemente la respuesta no esté en ninguno de los dos polos, pero del modo en que se plantee la pregunta sobre lo nuevo y lo viejo, lo que cambia y lo que permanece, lo equivalente y lo distinto, se obtendrán hipótesis y explicaciones alternativas. Y la importancia de tales explicaciones no reside meramente en su coherencia lógica interna o en su solvencia académica sino en su capacidad de constituir sentidos comunes capaces de guiar y/o legitimar cursos de acción con impacto efectivo en la realidad que pretenden interpretar y modelar.
Los procesos políticos en América Latina durante los ochenta
Es interesante ver cómo se fueron dando los procesos latinoamericanos en el marco general del desarrollo capitalista. Durante los ochenta, por ejemplo, los países del Cono Sur empezaban a desembarazarse de las tremendas dictaduras que sofocaron a sangre y fuego la rebeldía popular de los primeros setenta. El problema político central pasó a ser cómo consolidar un esquema democrático y la cuestión de las “transiciones” ocupó gran espacio político. Este proceso se dio en un contexto muy particular: por una parte, las naciones avanzaban en la reconquista de sus sistemas democráticos arrastrando la pesada carga de la deuda externa acumulada en la década dictatorial, lo que limitaba enormemente sus márgenes de maniobra y además las ataba a los preceptos del FMI y el Banco Mundial. Por otra parte, se conformaba en los países centrales la hegemonía neoliberal, y los gobiernos inaugurales de Margaret Thatcher y Ronald Reagan sentaban las bases para proveer la legitimación de la ofensiva del capital sobre el trabajo a escala planetaria. De modo que así comenzó a configurarse y expandirse una visión pro-mercado y anti-Estado, que animó las políticas que causaron estragos sociales en la región.
En los años ochenta se dio la última experiencia de revolución político-militar triunfante en la región, justo en paralelo al ascenso neoliberal en el mundo y al declive del socialismo real. El Frente Sandinista de Liberación Nacional asume el poder en Nicaragua en 1979, luego de largos años de lucha armada, y lo resigna en las urnas en 1990, poco después de la caída del Muro de Berlín. Un año después, el Frente Farabundo Martí deponía las armas en El Salvador, quebrando las expectativas de consolidación de la experiencia revolucionaria en Centroamérica.
El sandinismo, que surge en los años sesenta, logra atravesar con sus luchas políticas y militares la debacle que sufren en los setenta y ochenta los movimientos populares en América Latina. Su ascenso como frente político militar con base de masas contrasta con la realidad de derrota popular en el Cono Sur, sumido en sendas dictaduras militares. Esta correlación de fuerzas desfavorable para los sectores populares condicionó fuertemente las vías de salida de las experiencias autoritarias que se sucedieron en países como Argentina, Uruguay, Chile y Brasil en los ochenta.
Lo paradójico es que el sandinismo vence en 1979, el mismo año en que asciende al poder Margaret Thatcher en Gran Bretaña y apenas meses antes de la elección de Ronald Reagan en Estados Unidos. Es decir, el último experimento revolucionario en América Latina empieza a desplegarse en el peor momento de reflujo del polo del trabajo en el contexto mundial y del correlativo ascenso de la hegemonía del capital bajo la égida del neoliberalismo, que se va expandiendo y afianzando en toda la región. La caída del Muro de Berlín, en 1989, significó un hito fundamental en el ascenso neoliberal, pues a partir de la inexistencia de la alteridad no capitalista, la globalización y su correlato de “pensamiento único” no sólo arrasaron con muchas de las conquistas materiales obtenidas por las clases populares durante los años de posguerra sino que también impactaron negativamente en las formas de construcción política e ideológica de los sectores subalternos. Durante los años noventa avanza, entonces, la más cruda transformación neoliberal.
Crisis de representación política y ascenso de los movimientos sociales
A las expectativas generadas por la recuperación democrática en la región en los tempranos ochenta, abierta con las elecciones en Argentina, Uruguay, Brasil y Chile, pronto sobrevino la desilusión por la cruda realidad que imponía el sometimiento a los dictados de los organismos financieros internacionales, lo que se tradujo en recurrentes crisis de representación. Porque si los partidos políticos perdían su capacidad y vocación para plantear e impulsar alternativas diferentes a las impuestas por las condicionalidades externas, sólo quedaban reducidos a conformar elencos gubernamentales más dispuestos a ocupar los cargos públicos para beneficio personal que a producir las transformaciones demandadas (de modo más o menos explícito, más o menos consciente, más o menos organizado) por los sectores populares.
Una de las herramientas de tal penetración neoliberal la constituyó la deuda externa. El extraordinario endeudamiento contraído en los años setenta se utilizó en las décadas siguientes como arma disciplinadora, de la mano de la receta de ajuste fiscal y achicamiento estatal del FMI y el Banco Mundial. Es precisamente por medio de la deuda (que exige refinanciamiento permanente) como se expresa el carácter subordinado de la globalización capitalista en la periferia. Las necesidades de financiamiento empujaron a los Estados nacionales de la periferia a solicitar préstamos a los acreedores y organismos financieros de crédito internacional. Para otorgarlos, según el Consenso de Washington, los Estados debieron someterse a reformas estructurales y ajustes del sector público que acotaron sus márgenes de maniobra para hacer su propia política económica. De modo que los lineamientos principales de la política económica interna se definieron en esas instancias supra-nacionales y en función de lo que se consideraba adecuado para, por sobre todo, satisfacer el pago de la deuda. Lo más destacable es que los Ejecutivos de los Estados endeudados, constreñidos por (o como expresión directa de) la amalgama de intereses dominantes (externos e internos), se comprometieron a aplicar políticas para cuya viabilización requerían la concurrencia de otros poderes, como el Legislativo. Esto hizo que, mientras el núcleo principal de la política se decidía en los organismos, los Ejecutivos se convertían en correas de transmisión, encargados de procurar la aprobación parlamentaria. Si no lo conseguían, apelaban a decretos presidenciales para sortear el obstáculo político legislativo, degradando aún más las instancias democráticas.
Este mecanismo produjo innumerables tensiones políticas, a la par que contribuyó a conformar la percepción difusa y generalizada de que las instancias de articulación y representación política democrática no tienen ninguna relevancia ni sentido. Porque si los Parlamentos deben limitarse a aceptar y aprobar lo que envía el Ejecutivo y éste acota su papel a transmitir las exigencias externas, no hay lugar alguno para la acción política democrática en los términos clásicos de funcionamiento institucional. Los partidos se vacían así de todo sentido de trascendencia y quedan convertidos en meras agencias de colocaciones de empleo público. La crisis de representación producida por este distanciamiento es el correlato directo de la falta de alternativas políticas genuinas y sustentadas en la movilización popular de amplio espectro.
Cabe recordar que a fines de los ochenta se discutía fuertemente sobre la supuesta pérdida de relevancia de los países periféricos en el mercado mundial y sobre cómo las nuevas relaciones Norte-Norte parecían deslizarse hacia un desentendimiento de la suerte del Sur. Sin embargo, más que una desconexión del Norte próspero, lo que quedó en evidencia ha sido cómo los mecanismos de la globalización integran a la periferia mediante nuevas formas de explotación, esta vez impuestas como “condicionalidades” para la obtención de préstamos y refinanciaciones de deuda. Ahora bien, si el condicionante global es una realidad incontrastable, la forma que este adoptó en cada Estado-nación tuvo que ver con la peculiar configuración de relaciones de fuerzas interna. Porque aunque el Consenso de Washington promovió principios unívocos para todos los países, no fue idéntica su instrumentación en cada caso nacional. La mayor o menor resistencia interna a las políticas de ajuste dependió, por una parte, de la configuración económica de cada Estado-nación (su nivel de endeudamiento, por caso) y, por la otra, de la percepción que de la situación tenían las clases antagónicas (dominante y subalternas) y cómo se posicionaron frente a eso. Es decir, dependió del poder relativo del capital vis à vis el polo del trabajo, tanto como de la matriz ideológico-política de las clases dominantes nativas. Porque los lazos de vinculación de las burguesías “externas” con las “internas” conforman un entramado complejo, que deviene de las formas en que se engarzan en el mercado mundial.
En tanto los intereses de las burguesías “nativas” se articulan o subordinan con los de los segmentos dominantes externos, aquellas tienden a representarse a sí mismas como parte de una suerte de “burguesía internacional”. Salvo, podríamos decir, el más complejo caso brasileño, las burguesías latinoamericanas no se plantean ensayar estrategias propias y diferenciadas de inserción en el mercado mundial. En general, se consolidan como meras poleas de transmisión de los intereses dominantes a escala global, sin pretensión alguna de ensanchar sus márgenes de acción ni de liderazgo relativamente autónomo. Su función se resume en viabilizar la expresión del capital global en el territorio nacional, como socios menores que, además, anhelan ser parte de ese núcleo central que les es territorialmente negado.
En ese marco de crisis de representación política y de insatisfacción por los magros resultados aportados por la democracia realmente existente, las luchas populares abandonaron el desprestigiado ropaje partidario y se transformaron en luchas de movimientos sociales, que se deslizaron de su inicial parcialidad hacia impugnaciones e interpelaciones más globales. Surgen así movimientos de la talla del MST en Brasil, de derechos humanos y de trabajadores desocupados en Argentina o de indigenistas en la región andina.
Como apunta Ouviña, en varios países de la región –y Argentina es un caso paradigmático al respecto– la emergencia de estas nuevas formas de protesta y organización responde, en parte, a una nueva estructura socio-económica marcada por la paulatina desindustrialización y la pérdida de derechos colectivos. Mientras en las décadas pasadas la mayoría de las luchas remitían al espacio laboral –predominantemente fabril– como ámbito cohesionador e identitario, las nuevas modalidades de protesta social exceden la problemática del trabajo y se anclan en prácticas de tipo territorial.
La vivienda y la comida, la ecología, los servicios públicos, los derechos humanos o la recuperación de valores tradicionales, que tienden a ser subsumidos dentro del proceso de globalización capitalista en curso, son algunos de los principales ejes que atraviesan a los nuevos movimientos sociales (Ouviña, 2004).
A esto se le suma la debilidad de los partidos políticos establecidos, incluso los de izquierda, para dar cuenta de las transformaciones sociales negativas producidas por la crisis del Estado interventor-benefactor. La conjunción de estos factores está en la base de la emergencia de organizaciones sociales que cuestionan, en su discurso o en sus prácticas, los límites de la política institucional tradicional y que constituyen una respuesta al vacío político.
En América Latina, en particular, expresan un cierto desencanto con relación a los partidos políticos y en especial al Estado como espacios únicos de canalización de demandas o eliminación satisfactoria de conflictos (Ouviña, 2004).
La conformación de una lectura antiestatista
Pero es la irrupción del zapatismo, en 1994, la que marca la tónica de un nuevo ciclo y una nueva forma de construcción política desde la izquierda. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) forma parte de la generación de los nuevos movimientos sociales que expresa la ruptura con las viejas formas de hacer política, referenciadas en el Estado. En su Primera Declaración de la Selva Lacandona, el zapatismo se planteaba tomar el poder y avanzar militarmente sobre la ciudad de México. También intentó en 2001, con la Marcha del Color de la Tierra, una reforma de la Constitución que permitiera su inserción en la estructura estatal. A pesar de estas acciones, los zapatistas tempranamente lanzaron su consigna “No queremos tomar el poder”, que fue retomada por intelectuales y dirigentes políticos y sociales, y que impregnó buena parte de los debates de algunos importantes movimientos del continente.
Desde mediados de los años noventa, y a partir de la influencia creciente del zapatismo, fue ganando terreno la idea de horizontalidad, entendida como un rechazo visceral de las prácticas centralistas y jerárquicas de la izquierda tradicional y los sindicatos. Se inauguró así una nueva forma de acción política: la organización en red, una suerte de “estructura sin estructura”, abierta en todos los canales y con capacidad de acción colectiva con incidencia real. Estas prácticas nacieron con el zapatismo y se expandieron en un nuevo ciclo de protestas que tuvo su punto culminante con el altermundismo y el movimiento crítico de la globalización neoliberal, que irrumpe con marchas multitudinarias a fines del siglo XX. Consignas como “globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza” o “que la resistencia sea tan global como el capital”, plasmaron las miradas alternativas de varios movimientos sociales de la región, recuperando un sentido internacionalista de las luchas populares.
Es a partir de estas innovadoras experiencias de lucha que comienza a configurarse una lectura profundamente antiestatista, que amalgama las insatisfacciones por las experiencias fallidas de los socialismos reales y las socialdemocracias de Occidente, con la rebelión antineoliberal. El auge de los foros sociales de Porto Alegre y de los movimientos opuestos a la globalización neoliberal en los países centrales marca una fuerte impronta antiestatal.
El autonomismo zapatista se enlaza con los aportes del marxista irlandés John Holloway (1993, 2002) y con los planteos de Toni Negri y Michael Hardt (2001). Su eje será la construcción política y social “por fuera” del aparato del Estado y la lógica del capital. Holloway sostiene que:
[…] los Estados nacionales compiten […] para atraer a su territorio una porción de la plusvalía producida globalmente. El antagonismo entre ellos no es expresión de la explotación de los Estados periféricos por los Estados centrales, sino que expresa la competencia –sumamente desigual– entre los Estados para atraer a sus territorios una porción de la plusvalía global. Por esta razón, todos los Estados tienen un interés en la explotación global del trabajo (Holloway, 1993: 7).
La conclusión política que se extrae de esta posición es que, en primer lugar, no hay alianza posible entre clases y grupos sociales dentro del territorio nacional para enfrentar al capitalismo central, de modo que toda estrategia nacional-popular en su formato clásico debe ser descartada. Más aun, en este razonamiento queda diluida la existencia misma del Estado nacional como instancia, espacio o escenario de articulación política sustantiva, en la medida en que el espacio estatal nacional mismo pierde entidad frente a la fuerza del capital global (o el Imperio, en términos de Negri). La derivación de esta postura lleva a plantear que la construcción política alternativa ya no debe tener como eje central la conquista del poder del Estado nacional sino que debe partir de la potencialidad de las acciones colectivas que emergen y arraigan de la sociedad civil para construir "otro mundo" (Holloway, 2002; Ceceña, 2002; Zibechi, 2003).
Estos teóricos contribuyeron a la conformación de una corriente de pensamiento y acción política muy ligada al zapatismo, con ramificaciones en los movimientos por la reforma agraria en Brasil y en algunos emprendimientos autónomos de trabajadores desocupados en la Argentina. Uno de los problemas principales que tiene esta perspectiva es que no diferencia el espacio territorial nacional-estatal como lugar específico de disputa a escala global de la lógica de dominación estatal al interior de tal espacio. La consecuencia es que subestima las luchas que se pueden desarrollar dentro de los límites de los espacios jurídico-territoriales de los Estados realmente existentes y las formas de materialización de conquistas populares en la trama estatal [...].

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